María Luisa Maillard | Filóloga
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María Luisa Maillard | Filóloga
«La libertad de expresión retrocede por lo políticamente correcto»Mientras observa el mar norteño, que le encanta, afirma, María Luisa Maillard echa la vista atrás, a los libros subrayados por su hermana, estudiante de Filosofía, a través de los que hizo sus primeras lecturas de María Zambrano. Hoy es una de las principales especialistas ... en la filósofa andaluza y su obra. En torno a ella ofreció ayer una conferencia que sirvió de colofón al ciclo 'Religión y Filosofía en la España Contemporánea', organizado por el Aula de Estudios sobre la Religión y la Sociedad Cántabra de Historiadores de Filosofía Española (SCHFE).
-¿Cómo empezó el camino que le ha convertido en una especialista en la obra de María Zambrano?
-Siempre digo que María Zambrano es una filósofa de intuiciones primeras. Me llegó por un azar. Yo estaba haciendo la tesis doctoral sobre la primera persona en literatura. Me tocó 'Delirio y destino', una obra suya. Empecé a meterme más y ya no la abandoné nunca.
-Llegó de casualidad, pero se quedó para siempre.
-Exactamente (ríe).
-La concepción de la persona es una de las diferencias de Zambrano con respecto a su maestro, Ortega y Gasset.
-Siempre se consideró discípula de Ortega y con el tiempo entendí la razón. Su arquitectura filosófica, que ultima a partir de mediados de los años 50, parte de categorías orteguianas, pero ella las lleva a una zona donde él no osaba entrar. Por ejemplo el amor y la muerte, que define como una insustituible presencia que hace nacer el pensar. Ella quiere, sobre todo, conocer, tener una concepción clara de lo que es la vida del hombre y ahí sus caminos difieren. Para él, yo soy yo y mi circunstancia y para ella, hay más que el yo racional que entiende Ortega.
-¿Podríamos decir que ella se atrevió a ir más allá?
-Por supuesto. Su intuición estaba ya en sus primeros escritos.
-«Solo la palabra, cumplida actualización de la libertad, puede proporcionar legitimidad poética al soñar», afirmaba.
-Eso la conecta muchísimo con la actualidad que estamos viviendo. En la segunda reedición de 'Persona y democracia' entiende que la crisis de fin de siglo, había convertido en orfandad, que para ella es la pérdida de la palabra. Ya no es alimento del alma, ya no tiene consecuencias ni es capaz de mover al ser humano. La palabra es palabrería, la mentira está consolidada. Esta pérdida de lo que ha definido al ser humano, a diferencia de otras especies animales y le ha llevado a donde ha conseguido llegar, se ha perdido. Es algo fundamental en la deriva de su filosofía.
-En este sentido de palabrería, Zambrano indicaba que la igualdad se había convertido en un ídolo, es decir, en algo intocable sobre lo que no hay que pensar. ¿Lo que no se toca pierde valor?
-Eso lo desarrolló muy bien Hannah Arendt, con la conversión de las ideas en ideologías, que se convierten en verdades incuestionables. Eso inicia la pérdida del pensamiento.
-La presentan como la figura femenina más importante del pensamiento español en el siglo XX. ¿Cree que ha trascendido lo suficiente su visión?
-Es una de las discípulas de Ortega por excelencia que incluso superó la acogida que tuvo su maestro. Sin embargo, la interpretación que se ha hecho de su figura, ha sido muy intencional. Se la ha utilizado aprovechando que usa un lenguaje muy simbólico, alusivo que da pie a muchas interpretaciones. Su apuesta filosófica sobre la verdad y el ser humano, la idea de libertad, no se ha estudiado suficientemente. De alguna manera, ha derivado, su figura y su pensamiento como vinculada al republicanismo, sin profundizar.
-¿Cuál era esa apuesta?
-Era una apuesta por la trascendencia del ser humano. Defiende que el ser humano tiene un fondo, lo sagrado, que existe desde el principio de la humanidad, que ha ido evolucionando de distintas maneras. Entiende que hasta que no se acepte su fondo oscuro, su indigencia enfocada a buscar más de lo que se es, y que en la época contemporánea ha devenido en la divinización de los líderes contemporáneos en la búsqueda del poder absoluto, si no se entiende bien, no se podrá nunca corregir la historia sacrificial de occidente. El ser humano no acepta el absoluto dentro de sí, pero sí proyectado en lo social. La ideología justifica el crimen, siempre en aras del bien absoluto de la humanidad.
-¿Cómo habría vivido la polarización actual de la sociedad?
-Ella ya en el año 67, en el prólogo de 'Persona y democracia', ya dice que la evolución ha sido negativa y mientras Ortega veía la crisis como un horizonte, ella valora de forma muy negativa la evolución de la sociedad occidental.
-Zambrano defendía la práctica de la libertad en el día a día. ¿Somos más libres hoy que en la época en que preconizaba estos principios?
-Creo que hoy en día la libertad de expresión retrocede, desde el impulso de lo políticamente correcto. Es muy diferente al control de la censura tradicional, pero es una censura igualmente, más sútil y difícil de precisar y de enfrentarse a ella. Zambrano también entendía que la libertad de expresión es también la de nuestra posición en el mundo, pero hay otra más profunda; la aceptación de nuestro sentir. La libertad que el amor otorga a sus esclavos, como dice, de forma más poética.
-¿Por qué son importantes encuentros como este?
-Porque estamos repitiendo formas de conocimiento anteriores. Nada ha cambiado sustancialmente, dejando de lado el avance de las tecnologías. No hay un progreso ilimitado solo bueno, también hay complicaciones que no se afrontan, pero en las ideas, no hemos avanzado nada.
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