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PILAR G. RUIZ
Torrelavega.
Jueves, 2 de mayo 2024, 02:00
«Tengo estos dos- dice una mujer que se asoma a una de las casetas de la feria- pero me llevaría diez más». Antes del mediodía, la séptima edición de Libreando, abrió ayer sus puertas en la Avenida de España. La feria del libro de ... Torrelavega llega con dos cambios reseñables este año. El primero, la disposición de las casetas, unas frente a otras, creando una sensación más acogedora, con libros y libreros dialogando a escasos metros de distancia. El segundo, las fechas: del mes de junio a este comienzo de mayo, coincidiendo con las vacaciones escolares y facilitando así que los más pequeños también se acerquen a descubrir las infinitas posibilidades del mundo literario.
«El recinto resulta más amable y se centra más en lo que es la feria», dice su coordinador, Carlos Alcorta. Las expectativas son optimistas y la meteorología, como siempre, un factor determinante. Bajo un cielo despejado, decenas de personas curiosean entre los volúmenes que muestran su mejor cara, con un programa que en esta edición incluye más sesiones de cuenta cuentos. «La literatura infantil está en alza y vamos a aprovechar el tirón», indica.
Presentaciones 'Encrucijadas', de Carlos Rodríguez (11.30 horas); 'Los sonidos del silencio', de Nieves Álvarez (13.15 horas), 'Lo invisible en educación', de Adán Peña (18.45 horas); 'Tinta Salvaje', de Nacho Zubelzu (19.30 horas); 'Historia del ciclismo', de Marcos Pereda (20.15 horas).
Talleres 'Naturaleza y creatividad. Portabolígrafos en cartón', con Sonsoles Fernández (11.30 horas).
Cuentacuentos 'Las mesas de Manuel', de Lorena Ornia (17.15 horas).
Una feria sirve, sobre todo, según el poeta, para «poner en contacto al lector con el autor». Verse las caras, poner voz a quien construye con palabras. «Hay mucha gente a la que, por desgracia, le cuesta entrar en una librería y aquí puede pasear teniéndolo todo a mano», afirma Alcorta. Todo ello en un lugar que, «como dicen los asturianos, se presta al paseo, entre los árboles», señala el poeta. «La conjunción es perfecta».
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En la primera caseta, la del Gremio de Editores de Cantabria, Jesús Herrán, de Valnera, echa un vistazo a los títulos que han elegido para esta edición, muchos de ellos centrados en Torrelavega, pues hay un buen número de autores que proceden de la capital del Besaya o escriben sobre ella. Nobleza obliga. Poner al libro de actualidad, al menos una semana, es la función de una feria del libro. «Recordar a la gente que el libro nos ha ayudado mucho y no debemos abandonarlo, porque sigue vivo», expone. Una labor ardua en un escenario en el que otros entretenimientos van ganando terreno. «La lectura es la que va a acabar con los libros -lamenta paradójicamente- No hay paciencia lectora, no hay concentración». Decir que Torrelavega es un lugar «difícil, no parece políticamente correcto, pero lo es», afirma Herrán. Para evitar que profundiza en su melancolía y pulsar el interruptor que mueva la actividad, apuestan por la calidad. «Es mejor hacer pocas cosas, pero bien», concluye.
Una de las librerías periféricas que acude a Libreando, es Centro, de Reinosa. Contrario a plantear expectativas «por lo que pueda pasar», Roberto Fernández señala que se apuntan a todo este tipo de eventos, «por el hecho de que estén ahí los libros en papel cerca de la gente». En la localidad campurriana, todo el mundo le conoce, un aspecto positivo que viene dado por otro no tanto: «Somos la última librería que queda». Se convierten así en «agentes culturales de primer orden» y por ello, añade «deben apoyarnos las instituciones; es bueno que nos cuiden porque somos el enlace entre el público y el libro».
Al frente de Libreros Asociados de Cantabria está Luis Lisaso, que lamenta que «con el libro vale todo». Critica una actualidad en la que proliferan ferias del libro que no son tal, pues no cumplen con las normas establecidas por el sector. Salvo Libreando y las ferias de Santander y Castro Urdiales, el resto de propuestas no cumplen los estándares. «Desde la pandemia surgieron páginas que funcionan como impresoras en las que editar tus libros y venderlos por tu cuenta, aunque no tengan calidad», añade Ismael Díaz de la librería Anaïs, en Castro Urdiales. «Que no lo distinga el público, se puede entender, pero que no lo hagan los políticos, que son los que pagan y patrocinan, no tiene un pase», lamenta Herrán.
Un local, Enrique Durán, de Campillo, juega en casa. «Hay gente que no se acerca a las librerías», pero lo hacen en este espacio abierto. «Tienes que estar; compensa aunque no sea en materia económica», indica.
La primera jornada contó con la visita de las autoridades locales. Tanto el alcalde, Javier López Estrada, como la concejala de cultura, Esther Vélez y otros miembros de la corporación municipal, pasearon por el recinto y desearon «buenas ventas» a los trece libreros participantes.
«Es muy triste reconocerlo, pero es así; un autor muerto es mayor reclamo que uno vivo», dice Alcorta. «Soy lector de Auster y tengo toda su obra», menciona, en referencia al escritor estadounidense fallecido el martes. Libreando contará con una mesa redonda sobre Franz Kafka cuando se cumplen los cien años de su fallecimiento y los ciento cincuenta de la publicación de 'Las flores del Mal' de Baudelaire. «Las fechas redondas nos ayudan a señalar y si sirven de incentivo para leer más y saber por qué decimos que algo es kafkiano, serán útiles». Aprender a través de los libros, objetivo troncal.
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