La Librería Gil de San Fernando cierra sus puertas tras treinta años de actividad
Los espacios de la Plaza de Pombo y el Campón asumirán, desde el lunes, los fondos de papelería y libros de texto «como un cambio natural»
Por la Alameda de Oviedo han circulado miles de personas, miles de historias e incontables palabras en forma de libros en los últimos treinta años. ... Desde que en 1998 la Librería Gil abriera sus puertas en la calle San Fernando, página a página se ganó su espacio como referencia, como herramienta para crear comunidad, invitación a la curiosidad y cercanía para los visitantes. Ese papel terminará el próximo lunes, cuando la veterana librería cierre sus puertas. «Llevábamos pensándolo unos meses», explica Paz Gil. La jubilación de Maleni, una de las hermanas al frente del negocio, ha propiciado que finalmente la decisión se tome ahora. Va a terminar el curso, la gente acude, como es habitual con la lista de libros de texto, uno de los rasgos diferenciadores del espacio y «queríamos seguir dando ese servicio, pero lo haremos en la plaza de Pombo». El céntrico local asumirá el volumen de libros en esa materia.
«En una librería, lo más importante es que consigas los libros para tus clientes -explica Gil- Nosotros teníamos en San Fernando una trastienda impresionante». Ahora, trasladarán esos fondos al almacén del Campón y la parte de papelería se instalará en la librería de la Plaza de Pombo. No puede obviar Paz que le causa «muchísima tristeza» el cierre porque es un lugar asociado a su memoria vital. «Hemos crecido en esa zona, con la gente del barrio», dice. Su madre, esa que recibe a los visitantes en una fotografía sobre la escalera de Pombo, empezó en la calle Vargas. De hecho, el cambio de esa calle a San Fernando «fue el primer gran salto que hicimos todos los hermanos, incluyendo a Marita, que murió años después y luchó muchísimo por esa librería».
El salto actual es «doloroso, pero los cambios son naturales». Ángel, Jesús, Maleni y Paz seguirán el recorrido, porque vender «algo que es parte de ti», era impensable y tienen en el horizonte, el relevo natural de sus empleados desde hace años. Suman unas 30 personas en total «comprometidas, un equipo», enfatiza.
«Subir por la Alameda, uno de los parques más bonitos de Santander, es algo muy especial». Ver los árboles desde el interior de la librería es una imagen que se lleva en la retina. «Es un sitio magnífico, nuestro pulmón en todos los sentidos». Y en cierto modo, lo seguirá siendo: «Todo lo que hay en Pombo ha partido de San Fernando y de la gente que nos ayudó durante tantos años». Gente que está presente en todo momento en el discurso de la familia de libreros, cuya atención y responsabilidad se mantiene puesta en esos clientes, ya amigos y familia que mantendrán un punto de encuentro cruzando el umbral con la palabra Gil, en el centro de la ciudad.
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