Secciones
Servicios
Destacamos
«Todo libro, ya sea ficción o ensayo, proviene de una obsesión, de una herida», dijo ayer Aixa de la Cruz en la segunda jornada de los Martes Literarios, la cita cultural que organizan la UIMP y El Diario Montañés. En el Paraninfo ... de La Magdalena, la autora vasca expuso parte de esas cicatrices e inquietudes que motivan su literatura. Habló de cómo su última novela, la celebrada 'Cambiar de idea' (Caballo de Troya, 2019), fue un texto «catártico» y «torrencial» con el que vino a expiar una culpa. Y compartió que en su próximo libro, 'Las herederas', que Alfaguara publicará en septiembre, volverá a la ficción y, sin embargo, a poner sobre la mesa cuestiones complejas que le rondan obsesivamente: la salud mental, la familia o la memoria.
Con la literatura solo «he ganado», respondió al periodista Guillermo Balbona, que condujo la charla. Más allá de 'Cuando fuimos los mejores', la novela que publicó a los 19 años tras disfrutar de una beca de la Fundación Antonio Gala, un texto que describe como una carambola algo «traumática», la literatura ha sido para De la Cruz una forma de terapia, pero, sobre todo, una forma de renombrar el mundo.
¿Y cómo convertirse en eso, en escritora? «Para ser escritora tienes que aprender un poco de técnica, tienes que leer muchísimo, tener una motivación, pero, sobre todo, tienes que vencer el miedo», explicó. Doctora en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, De la Cruz imparte talleres de escritura y en ellos ha detectado cómo parte de sus alumnas escriben libros, pero frenan su publicación por miedo al que dirán sus familiares, sus amigos o las personas referenciadas en el texto. «Yo no me habría atrevido a contar cosas que no me pertenecieran, todo lo que expongo es mío».
De la Cruz habló en La Magdalena de feminismo, de ficción, del ensayo autobiográfico o de métodos de escritura. También de lo poco que le gustan las etiquetas generacionales. En realidad, más que rechazo, ella tiene otra idea de lo que significan los lazos que comparte con sus coetáneas, y huye de las visiones «unitarias», como la que envuelve, dijo, a los mileniales. «Para mí, pertenecer a una generación tiene que ver con el afecto, no es una cuestión de edad. Quizá es porque entiendo las generaciones como equipos de fútbol y no como herramientas críticas».
Lo que sí que comparte con los potenciales miembros de su generación es esa especie de «revisión» a la que les han obligado los fuertes cambios culturales. «La guerra cultural ha dado grandes pasos adelante y hemos tenido que cambiar de mirada radicalmente sobre cosas normalizadas con 15 años; cosas que, con 25, nos hemos dado cuenta de que eran intolerables». Por ejemplo, el comportamiento inapropiado de un jefe. «Te das cuenta de que es inaceptable. Estos cambios culturales tan fuertes te obligan a una especie de revisión continua de tu propio pasado, de la propia biografía. Eso nos ha pasado un poco a toda mi generación», indicó.
Instalada recientemente en Laredo, Aixa de la Cruz publica en septiembre 'Las herederas'. Con este libro de ficción, la escritora regresa a los clásicos y lo hace con una «apuesta técnica complicada». Es decir, la novela se plantea de nuevo como «un juego de puntos de vista»: Los de cuatro mujeres que se encuentran en la casa de su abuela fallecida. Además del suicidio, en el libro hay una reflexión «sobre la vuelta a lo rural», convertido casi en un movimiento poblacional al calor de la crisis sanitaria. «Ni es tan sencillo ni del todo desechable», revela De la Cruz, que también encontró refugio en un pueblo en los tiempos del covid.
Lo complejo de la estructura de 'Las herederas' le llevó a trazar mapas y llenar su mesa de trabajo de pósit de colores, un proceso de planificación casi opuesto al que aplicó en 'Cambiar de idea'. «Siempre he pensado que para escribir me hacía falta calma y aislamiento», compartió la escritora, quien al convertirse en madre se replanteó la escritura. Podría decirse que aprendió a escribir de nuevo. Lo hizo en pequeños periodos de tiempo y el hecho de teclear con su hija en brazos le volvió más cuidadosa, como si fuera consciente de la fragilidad que soportaba.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.