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Los libros nos salvan de este confinamiento físico y del otro

Los libros nos salvan de este confinamiento físico y del otro

Viernes, 24 de abril 2020, 07:21

Se celebra el día del libro. Como el periódico impreso tiene la costumbre de publicar mañana lo que escribo hoy, este artículo se leerá cuando el día del libro ya haya pasado. Llego tarde, como casi siempre. Me llegan felicitaciones por teléfono. Con esto del aislamiento no me han regalado ningún libro, tampoco lo he regalado yo.

Las librerías, por culpa de la pandemia, están cerradas y eso es tan triste como los parques infantiles sin niños de los que hablaba ayer. Hay dos indicadores que nos alejan de la barbarie: que haya lugares con libros y que tengamos espacios al aire libre en los que los niños jueguen seguros. También, buenos hospitales y escuelas públicas. Y espacios dedicados al arte. Y bares, por supuesto. Y que las personas que más lo necesitan reciban los cuidados que sean necesarios. Si todas esas cosas funcionan, es porque el resto está razonablemente bien. Nunca bien del todo, eso es verdad. Tengo el mal hábito de comprar más libros de los que suelo leer. Así que este confinamiento me ha cogido con bastantes títulos a mano que tenía pendientes. Los leo de forma desordenada, saltando de unos a otros. Soy disperso y esta dispersión mía lo contamina todo, también mis lecturas. No creo que los libros de casa se me acaben, ni en esta pandemia ni en la siguiente. Son demasiados y está la posibilidad de releer, porque a los buenos libros se regresa algunas veces. Tengo la tentación, pese a todo, de comprar un buen puñado de títulos que me han recomendado. Veo que las librerías españolas se han organizado y venden libros por Internet. Mi librería de referencia te los lleva a casa. Mejor comprarles a ellas lo que necesitamos que a los grandes portales que comercian en lo virtual y carecen de alma. Espero que cuando este aislamiento termine vayamos a las librerías como el que va al mercado de abastos a comprar fruta, verdura, legumbres o pan.

Los libros nos salvan de este confinamiento físico y del otro, el de nuestras propias ideas, que es mucho peor que este. Los libros nos ventilan por dentro, le quitan al pensamiento de uno ese aire rancio de los lugares que andan siempre cerrados, limpian el aire íntimo, lo oxigenan. Leyendo se aprende, eso es seguro, pero es más claro todavía que leyendo uno se asoma a todas las cosas que desconoce, leyendo caemos en la cuenta de cuan grande es nuestra ignorancia. Me parece que una de las grandes cosas que se puede aprender en la vida es precisamente esa, la de que apenas sabemos nada. Solo por eso merecen la pena los libros y es aconsejable leer.

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