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Después de tres décadas dedicada a la literatura, Ángeles Caso (Gijón, 1959) ha conseguido que su prestigio como escritora supere incluso la enorme popularidad que conquistara como presentadora en aquella televisión de los años ochenta en la que sólo había dos canales. Un éxito cimentado ... libro a libro –ocho novelas, que le han supuesto galardones como el Planeta en 2009 o el Fernando Lara en 2000, y media docena de ensayos– que actualmente compagina con la dirección de la editorial independiente Libros de la Letra Azul y sus proyectos para reivindicar a las mujeres olvidadas por la historia del arte.
Esta tarde, en el Paraninfo de La Magdalena, a partir de las 19 horas, la escritora y periodista intervendrá en los Martes Literarios, aportando su experiencia y sus reflexiones sobre la problemática actual de la escritura como oficio.
–La literatura se está volviendo un oficio de riesgo. Como Larra decía de Madrid, ¿escribir en España sigue siendo llorar?
–Es estos últimos años la situación se ha vuelto muy complicada; tiene que ver, por supuesto, con la crisis, pero es mucho más que eso. En España el índice de lectores baja de año en año de una manera asombrosa, incluso el número de lectores que acuden a las bibliotecas públicas. Y ya no se trata de que la gente no pueda gastarse dinero en libros, sino que algo más profundo está pasando.
–¿Y a quién echamos la culpa, entonces? ¿A las nuevas tecnologías?
–Más bien, vivimos las consecuencias de unos sistemas de educación que no han encontrado la fórmula para enganchar a la gente a la lectura. Y nos estamos quedando muy atrás respecto a los países de nuestro entorno.
–¿Pero no éramos ya europeos?
–Hubo unos años de espejismo, como con tantas otras cosas… Y surgieron muchos escritores, con una corriente muy interesante en España, pero todo eso se está viendo arrastrado por unas circunstancias perversas, que juegan en contra de la creación, y de la edición de libros con un contenido cultural importante.
–Entonces, ¿ve el futuro con preocupación?
–Esa es la cuestión: ¿qué vamos a dejar a los que vengan detrás? ¿Un erial cultural?
–Pero este tampoco es un oficio del que se pueda dimitir…
–No; yo sigo en esto a trancas y barrancas pero con la profunda convicción de que no podemos abandonar este barco. Es un compromiso vital en el que me quiero mantener, a pesar de todo. Pero cuesta, ya lo creo que cuesta.
–Para la industria editorial, la literatura parece importar cada vez menos…
–Es un asunto preocupante, en efecto. Una editorial es una empresa y tiene que tener ganancias, evidentemente, pero algunas han abandonado el territorio de la literatura para concentrarse de manera casi exclusiva en el territorio de los éxitos comerciales. Y está bien que puedan subsistir, pero este fenómeno está devorando a la literatura de calidad, que es también el pensamiento de calidad.
–Paradojas del mercado, ¿no?
–Demasiado a menudo vemos cómo se publican con alharacas obras de toda clase de 'influencers' y personajes mediáticos, que para empezar ni siquiera podemos estar seguros de que las hayan escrito ellos mismos, y con unos contenidos más que dudosos, y todo ello acompañado de una maquinaria de promoción impresionante. Y, a la vez, escritores de gran talento están siendo abandonados.
–¿No queda sitio para la literatura de calidad?
–No lo sé, pero cada vez tengo más noticias de compañeros y compañeras, gente conocida además, cuyas obras son rechazadas por las editoriales. Y que acaban recurriendo a la autoedición. A mí me ha ocurrido con mis dos libros sobre pintoras, pero también a Lucía Etxebarria. Y no somos precisamente autoras marginales.
–¿Tan mal lo están haciendo las editoriales?
–Tal vez no se trate sólo de las editoriales, ni de las administraciones, porque el desinterés también alcanza a la ciudadanía. Hace unos años lo decíamos un poco en broma, pero en España sólo hay tres mil lectores. Tres mil personas que gastan su tiempo y su dinero en literatura de calidad. Es muy triste, pero la broma se está convirtiendo en realidad.
–Más allá de la crítica, Ángeles Caso ha pasado a la acción con Los Libros de la Letra Azul.
–Surgió como una necesidad para publicar mi trabajo sobre pintoras, pero como terminó funcionando muy bien decidimos mantenerlo. Es una editorial muy pequeñita, con la que pretendemos hacer algo diferente, más creativo y artístico. Y me llena de entusiasmo ser editora, proyectar un libro desde el principio, diseñar todos los detalles, participar en el todo el proceso creativo…
–El papel no pasa de moda, digan lo que digan sus enterradores…
–Me encanta el libro como objeto, y creo que su futuro pasa por ofrecer algo más que un texto puesto sobre el papel. Eso ya lo ofrecen gratis quienes se dedican a la piratería, por desgracia.
–Aunque no todo es piratería… Las redes también han traído el micromecenazgo.
–Es un fenómeno que te permite darte cuenta de que hay un pequeño sector de público que sigue queriendo apostar por obras bien hechas, bien editadas…
–¿Esos tres mil lectores?
–Tal vez; pero frente a la gran maquinaria editorial, consuela mucho comprobar que las cosas se pueden hacer de otra manera sumando esfuerzo y entusiasmo de la gente que todavía cree en esto. Y eso que somos muy poquitos. Cuando miras las campañas en Francia, por ejemplo, las cifras no tienen nada que ver.
–Si los cálculos no fallan, ¿en 2018 toca novela nueva?
–Yo no busco las novelas, ellas me buscan a mí. Yo creo en la inspiración como algo mágico, pero en realidad las novelas son una parte muy pequeña de todo lo que escribo, desde artículos hasta textos para catálogos, o de historia del arte. Pero no pasa nada, llegará cuando tenga que llegar.
–¿En qué está trabajando ahora?
–En una adaptación para niños y niñas de siete a nueve años de 'Ellas mismas', un libro que están en muchos colegios. Además, contaremos con la colaboración de una ilustradora cántabra, Laura López Balza.
Convocatoria. Interviene la escritora y periodista, Ángeles Caso, ganadora del Premio Planeta en 2009. A las 19.00 horas | Paraninfo de la Magdalena.
Perfil de Ángeles Caso. Licenciada en Historia del Arte. Ha trabajado en diversas instituciones culturales como la Fundación Príncipe de Asturias y en diversos medios de comunicación.
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