«Mis personajes están siempre en constante conflicto con su entorno»

-¿Cómo recuerda aquellos primeros cómics de corte experimental dibujados por Luis Royo, en pleno 'boom' del género?

-Mantengo una valoración positiva del proyecto en su conjunto. Se trataba de explorar las posibilidades expresivas del cómic desde planteamientos exclusivamente visuales, sin utilizar palabras, enlazando las secuencias a través de la escenografía y creando originales rejillas de viñetas. Con el tiempo, algunas historias me parecen claramente mejorables. De alguna sigo satisfecho.

-¿Cómo enfocan la dibujante y usted la sexualidad y el erotismo en las novelas gráficas que ha realizado con Laura Pérez Vernetti?

-La sexualidad se presta al desarrollo gráfico, por la importancia de la forma y disposición de los cuerpos y por la expresión de los rostros. Con Laura quisimos presentarlo a través de distintas épocas y culturas, desde la prehistoria hasta el Nueva York de principios del XX, pasando por la China antigua o el Renacimiento. Así podíamos retratar las modulaciones del deseo en periodos diferentes, tratando cada uno con la estética y el estilo correspondiente.

-¿Qué efecto le causó contar las memorias de su padre en forma de novela gráfica?

-Con el tiempo he entendido que 'El arte de volar' fue un libro escrito para paliar el dolor por la muerte de mi padre de forma tan dramática. En su momento hablaba de reparar su memoria, resarcirle de todas las humillaciones que sufrió. También de añadir unas líneas en una página de Historia apenas escrita. Y, sí, todo eso está en el libro, pero también la catarsis que me permite relacionarme con el recuerdo de mi padre de forma más apaciguada. Contarlo en forma de cómic estuvo claro desde el principio.

-¿Y en qué momento fue consciente de que tenía que completar ese díptico contando también la historia de su madre?

-Escribo 'El ala rota' casi diez años después de 'El arte de volar'. En este tiempo me di cuenta de que, contando la historia de mi padre, convertía a mi madre en un personaje secundario, entregada a tareas domesticas y rezando. No era justo y tampoco cierto. Mi madre tuvo una vida difícil y afrontó con valentía desafíos personales y familiares muy importantes. Sin olvidar que, entre 2005 a 2015, fechas de finalización de un guión y de comienzo del otro, gracias a las reivindicaciones feministas, hemos aprendido a valorar todo lo que las mujeres hicieron y lo mucho que influyeron.

-De distintas maneras, los protagonistas de 'Yo, asesino' y 'Yo, loco' son extremadamente subversivos ¿Por qué?

-Siguiendo un principio muy extendido en toda narrativa, mis personajes están en conflicto con su entorno. A menudo son derrotados por él, pero lo combaten o, al menos, denuncian sus crueles contradicciones. En 'Yo, asesino' y en 'Yo, loco' he llevado este conflicto al extremo. Los protagonistas se sitúan a contracorriente de los valores dominantes y ponen de relieve contradicciones e hipocresías morales que nos afectan a todos

-¿Qué importancia tiene que el Museo del Prado les encargara un cómic con motivo de su exposición monográfica sobre José de Ribera?

-Los museos y el cómic han abierto recientemente líneas de colaboración muy interesantes. El Louvre, Orsay, El Prado, el Thysen... También el IVAM en Valencia o el José Guerrero en Granada. Desde planteamientos diferentes en cada caso, se trata de poner a dialogar las viñetas con la institución museística. Trabajar a partir de la obra de un pintor o apropiarse del espacio expositivo para relacionarse de otra manera con él son experiencias que vivifican el anquilosamiento expositivo. La colaboración es enriquecedora para ambas partes.

-El arte es un elemento presente en casi todas sus obras, ¿no?

-Sí. El arte estaba ya muy presente en mis primeros trabajos con Royo, entre el pop y el surrealismo. También en las historias eróticas con Laura, dibujadas siguiendo estilos y estéticas de distintas épocas. Y en 'La trilogía del yo', con Keko, cumple un papel fundamental, narrativo más que decorativo. El cómic transmite muy bien las referencias artísticas, copiándolas, manipulándolas o recreándolas. Puede iluminar la psicología de un personaje, denunciar la impostura creativa y convertirse en obsesión mortífera.

-Considerando que también es novelista, ¿enfoca sus guiones de cómic en un sentido más cinematográfico o literario?

-Más cinematográfico. Mejor dicho, más visual. Porque composición, planificación, encuadre, iluminación, trazo o gestualidad no funcionan igual en la pantalla que en la viñeta. Sin contar la 'puesta en página', especifica del cómic. El arsenal de recursos para contar visualmente refuerzan los literarios o los sustituyen por otros muy eficaces desde códigos diferentes. La parte menos literaria del cómic es la que más me interesa y la que más trabajo en mis guiones.

-¿Cuáles son sus proyectos en estos momentos?

-Keko y yo estamos embarcados en 'Yo, mentiroso', tercer volumen de «la trilogía del yo». Saldrá en el otoño de 2020. Después de esto tengo un proyecto muy distinto con Sergio García, un excelente dibujante granadino. Pero eso ya es otra historia.