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Manuel Vilas se ha erigido en el último año y medio en uno de los escritores españoles más leídos, gracias sobre todo al éxito de su novela 'Ordesa', que lleva más de una docena de ediciones y un buen ramillete de premios. En este ... relato en clave autobiográfica, la que la relación con su padres sirve para trazar un retrato de la clase media española de la segunda mitad del siglo XX.
Esta semana, el escritor ha regresado a Santander para participar en el ciclo 'El autor y su obra' de la UIMP, donde imparte el curso monográfico 'Literatura y vida'. A lo largo de varias clases magistrales, va exponiendo su formación como escritor a través de su muchas lectura, su relación con la literatura clásica y el proceso creativo de sus obras.
–Después del éxito de 'Ordesa', ¿Vilas es de los que se les encoge la mano, como a los lanzadores de baloncesto, o de los que tira hasta las zapatillas?
–No, no, tengo el miedo lógico de no decepcionar a los lectores que he conseguido en mi trayectoria.
–Pero, ¿qué ha producido esta vorágine? Porque tampoco se puede decir que sus libros anteriores fueran muy diferentes…
–Hay un profundo azar en toda la actividad humana, y en la cultural más. Si según las cosmovisiones científicas el azar gobierna el universo, ¿cómo no va a hacerlo sobre la vida social, la política, la económica, la cultural?
–¿Y eso cómo se aplica a la literatura?
–Por las matemáticas de la perseverancia: cuánto más lo intentes, más posibilidades tienes.
–Pero seguro que por la cabeza le ha rondado la tentación de escribir 'Ordesa 2'…
–No, no; yo he escrito lo que me tocaba escribir. Tengo un libro nuevo prácticamente terminado.
–¿Cuándo? Si vive de aeropuerto en aeropuerto…
–He aprendido a escribir en los hoteles.
–¿Cuesta?
–Al principio me resultaba incómodo; uno para escribir necesita su casa, su mesa, tener sus cosas cerca. Pero luego le he cogido gusto. Ahora me retiro pronto, y por las noches me pongo a escribir.
–¿Qué ha sido del Vilas calavera del que hablan las leyendas?
–Es que ahora soy San Vilas. Después de cenar, en vez de irme de juerga, a las diez y media estoy escribiendo en el hotel. Un par de horas de escritura le saco a cada viaje.
–¿Y qué es lo que ha escrito?
–Otra vuelta de tuerca sobre temas familiares, autobiográficos… Una ampliación de lo que trataba en la novela 'Ordesa'.
–¿En clave humorística o testimonial?
–Testimonial. Pero con 'Ordesa' pasó algo increíble, porque yo pensaba que era un libro sin humor, y sin embargo cuando la gente empezó a leerlo, lo que me contaban era cuánto se habían reído. Parece que uno lleva el humor de serie, y cuando quiere contar una historia con filos más bien dramáticos, también asoma.
–La sombra de 'Ordesa' es muy alargada, entonces…
–Al acabar aquel libro aún no sabía muy bien qué terrenos había explorado, si tenía continuación… Pero es un proceso natural, y de esa manera no forzada surgió la expansión de ese universo autobiográfico.
–¿Hay ya algo concreto? ¿Título, fecha de publicación?
–Qué va; estoy atando cabos. Y me gusta mucho tener mi libro todavía conmigo.
–Pero, ¿no le aprietan desde la editorial, con aquello de la explotación del éxito?
–Bueno, bueno… lo del éxito en la literatura habría que desmitificarlo. Este oficio puede tener gratificaciones, como llegar a los lectores o construir una carrera profesional, pero quien elige escribir, lo que elige de entrada es el fracaso. Se trata de representar la vida, desafiarla, y ya sabes que la vida va a ser siempre más intensa que todo lo que uno pueda escribir sobre ella. 'Éxito' es una palabra muy banalizada, y tiene sentido en lo económico, en lo laboral, pero ¿tuvo éxito Kafka, por ejemplo? En este sentido, la literatura conserva ciertos valores tradicionales puros.
–¿Tal vez lo medimos con parámetros de la cultura pop?
–Exacto. Un escritor no es Mick Jagger.
–¿Pero le gustaría serlo?
–A veces ves en escritores modelos de comportamiento sacados de esa cultura pop, que actúan como estrellas de rock. Pero un escritor sabe que tiene por delante el fracaso, porque el gran tema de la literatura es el tiempo. En concreto, su pérdida, cómo se nos escapa.
–Pero hay quien opina que el tema de Manuel Vilas es Manuel Vilas…
–En mi literatura el tema central es la temporalidad. Una lucha contra el tiempo en la que tienes todas las de perder.
–La apología de la derrota tendrá su gracia, pero antes era Vilas quien telefoneaba a Elvis, a Dylan o a Dios, y ahora seguro que son ellos los que llaman. Algo de éxito habrá tenido…
–La clave de 'Ordesa' radica en la identificación que el lector hace de su propia familia. Cuando voy a los clubes de lectura, la gente no me habla de mi padre y de su madre, que son los que aparecen en el libro, sino de los suyos. Es como si leyeran quitándome a mí, y poniéndose ellos en mi lugar. Y esto funciona con las clases medias de España, de Latinoamérica, de Italia y de Portugal, que es donde se ha publicado hasta ahora. Veremos si en Francia sucede lo mismo.
–Mucho viajar, pero todavía estamos esperando que se empadrone en Santander, como anunciaba en una columna.
–Vosotros no os dais cuenta porque lo tenéis aquí todos los días, pero Santander es un paraíso. Y es el único sitio en España donde se puede estar en verano. Sobre todo, aquí, en La Magdalena. Que, por cierto, qué bien vivían los reyes…
–¿Se nos va a volver borbónico?
–Que la vida intelectual española haya tomado este palacio me parece un acierto. Además, me fascina la interdisciplinariedad de la UIMP, donde en una sala hablan de turismo, en otra sobre la Antártida…
–Y en otra sobre Manuel Vilas…
–Dentro del ciclo 'El autor y su obra', explico mi proceso de creación a partir de las lecturas que me han formado como escritor. Se titula 'Literatura y vida'.
–¿Pero no decían que la literatura estaba muerta?
–Es un muerto muy vivo.
–Como el de Peret
–Mejor. Cuando la dan por muerta, reaparece con una novela literaria que se convierte en un bestseller.
–Otra vez a vueltas con el éxito…
–Bueno, es que también hay que recordar que hay muchos bestsellers que no se venden.
–¿En qué se diferencian un bestseller que no se vende y una novela literaria?
–Yo también tengo mis sospechas sobre ese lenguaje (risas), pero sí que hay una división entre una literatura que tolera mejor la comercialización y otra más difícil de vender. Más allá de eso, todo son grises.
–Y del gobierno, ya hablaremos el próximo día…
–Tengo la sensación de que la vida política nacional gira en torno a cosas que no representan el verdadero interés general, que en definitiva es la activación de la vida económica, intelectual y social española.
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