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La lírica es de esos géneros que mueve algo por dentro. Su representación encima de un escenario es una clara manifestación de los sentimientos de sus personajes que, por un momento, salen del libreto para cobrar vida. Así, a través de las palabras y la música consiguen trasladar a quien de ella disfruta a otra época y a otro mundo y sumergirle en la pasión de quien en ella participa.
Por todo ello, la lírica siempre ha sido una piedra angular en cualquier programación teatral y, ahora, el Palacio de Festivales de Cantabria ha vuelto a abrirle sus puertas para recuperar un género que hace más de una década que no forma parte de su programación y que, en palabras del vicepresidente regional y consejero de Cultura, Pablo Zuloaga, «no debe volver a marcharse de Cantabria».
Así, y como no podría ser de otra manera, la majestuosidad del regreso de la lírica, en forma de ópera y zarzuela, tenía que formar parte del broche de oro del 30 aniversario de un edificio símbolo de la cultura regional. El Palacio de Festivales, «infraestructura irrepetible e irremplazable», fue puesto en pie hace ya tres décadas con «unas altas aspiraciones» que representaciones líricas como las programadas contribuyen a cumplir.
Y es que la última gran programación del 30 aniversario del Palacio de Festivales de Cantabria ha acogido, junto a los habituales ciclos de teatro, música clásica, danza, magia, humor o recitales, un total de cuatro espectáculos con siete funciones, al que se suma un quinto destinado a los más pequeños, que supondrán un antes y un después, para los amantes de la lírica, en la programación cultural de Cantabria.
'Rigoletto' fue la primera ópera que asomó a la sala Argenta del Palacio hace ya tres décadas y ahora, 30 años después, se ha convertido en el eje central del ciclo de lírica que trae de vuelta al género.
Un ciclo que, si bien giraba en torno al bufón que baila bajo las directrices de Verdi, en realidad daba sus primeros acordes el pasado mes de febrero con la música de Astor Piazzolla. El tango y la ópera se unían sobre el escenario en el estreno de un proyecto de la Orquesta Sinfónica de Cantabria (Oscan), 'María de Buenos Aires', con un libreto escrito por Horacio Ferrer que acoge una obra enigmática, abierta a múltiples interpretaciones, surrealista, pero sobre todo maravillosa.
Aquel viernes 18 de febrero, bajo la dirección musical y de escena de Paula Sumillera e Íñigo Santacana, se abría de nuevo el foso a la música en directo. En concreto, quince profesionales de la Oscan hicieron magia con sus instrumentos para, junto a los tres solistas, el barítono Juan Laborería, la mezzosoprano Cristina del Barrio y el actor Daniel de la Hoz, y el resto del elenco, poner sobre el escenario el nacimiento, ascenso, muerte y resurrección del personaje de María de Buenos Aires.
Ya en mayo, Rigoletto cobraba su merecido protagonismo con tres espectáculos que han servido como herramienta para acercar la ópera, no solo a sus fieles seguidores, sino a un público alternativo que se ha visto descubridor de las bondades del género.
El primero de ellos, los niños. Esta vez en el marco del ciclo infantil 'El Palacio con los niños', la ópera volvía a sonar bajo el techo del Palacio para aunar en un mismo espectáculo la diversión y el aprendizaje. El artista Gustavo Moral y su muñeco Evaristo tuvieron la tarea de acercar la lírica a los más pequeños gracias a su obra 'Te cuento una ópera: Rigoletto'. Con ella, Evaristo explicó a un patio de butacas lleno de niños y niñas el argumento de la obra de Verdi y algunas de las partes musicales más importantes de la misma. Lo hizo de una forma cercana y divertida, haciendo gala de su sentido del humor, a través de referentes en el día a día de lo que nos cuenta Rigoletto.
Siguiendo con el objetivo de acercar la ópera a una nueva audiencia y haciendo uso de espacios alternativos, en definitiva, manteniendo la premisa de generar una nueva forma de disfrutar de la ópera, Rigoletto también fue presentado ante el público cántabro con un estilo más desenfadado. La ópera-garage del clásico interrumpió así en los talleres del Palacio de la mano de Emiliano Suárez y Macarena Bergareche, director de escena y productora ejecutiva, respectivamente. Su pasión por el género y por conseguir un relevo generacional para este tipo de espectáculos dio como fruto una propuesta sorprendente, disruptiva, en un formato inédito que rompía cualquier tipo de cliché vinculado a la ópera a través de una escenografía 'underground' y una ambientación neoyorquina.
Y como no podía ser de otra manera, llegó el momento de la ópera tradicional. Estrenada en el Teatro La Fenice de Venecia el 11 de marzo de 1851, 'Rigoletto' una ópera en tres actos, con música de Giuseppe Verdi y libreto de Francesco Maria Piave basado en 'Le roi s'amuse' de Víctor Hugo, llegaba, en una doble función, para llenar de majestuosidad la Sala Argenta.
Una producción de la Fundació Òpera a Catalunya - Orquestra Simfònica del Vallès, que, con un lleno absoluto, trasladó al público, nada más abrir el telón, al palacio del duque de Mantua donde da comienzo una historia de cortesanos, bufones y maldiciones.
Pero si hay un género lírico de arraigo en nuestro país ese es la zarzuela. Teatro, canto y baile se congregaron en abril en el Palacio de Festivales de Cantabria en la doble función de 'Luisa Fernanda', una comedia lírica en tres actos, de Federico Moreno Torroba que estuvo protagonizada por alguno de los grandes pesos del género como Maite Alberola, César San Martín o Jorge de León. Junto a ellos, el aclamado Davide Livermore como director de escena y David Gómez-Ramírez, como director musical ponían de maifiesto el prestigio de una obra que acercaba de nuevo la zarzuela a la región.
Un auténtico espectáculo, con la Orquesta Oviedo Filarmonía en el foso, que llenó, durante los días previos a la función, las bambalinas de la Sala Argenta de nervios y emoción ante un estreno que ya se auguraba como un antes y un después en la estrecha y longeva relación entre Cantabria y la lírica.
Una relación que, en definitiva y a pesar de los años de parón, busca convertir a Cantabria en un importante punto de referencia en la lírica española y cuyo regreso se ha presentado durante estos meses como un extraordinario regalo de cumpleaños que, sin duda, está a la altura del 30 aniversario del Palacio de Festivales de Cantabria.
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