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El Centro de Arte Rupestre de Cantabria se llamará 'Alberto I de Mónaco' en reconocimiento a la labor de mecenazgo que el príncipe monegasco realizó a principios del siglo XX en el estudio de las cuevas rupestres del Monte Castillo, cavidades que visitó en dos ocasiones, en los años 1909 y 1911, para seguir los trabajos arqueológicos desarrollados en su interior, y que en 2022 tuvo la ocasión de conocer también su tataranieto, Alberto II de Mónaco, rendido a ese lugar y abrumado por tal gesto de gratitud.
Considerado uno de los personajes más interesantes y fascinantes de la historia monegasca, el príncipe Alberto I de Mónaco fue un erudito cuya aportación a las artes y las ciencias trasciende a la época en que le tocó vivir, que fue la misma en que las pinturas de Altamira vieron la luz. Su hallazgo, en 1868, y su reconocimiento como la cuna mundial del arte rupestre, en 1902, desataron en aquel tiempo una auténtica fiebre por los descubrimientos que un año más tarde rescataría de las tinieblas a otro inmenso imperio prehistórico, las cuevas del Monte Castillo, en Puente Viesgo.
En su exploración participaría un experimentado grupo de arqueólogos liderado por Hermi-lio Alcalde del Río y Henri Breuil, de cuya relación surgiría el contrato económico –y científico– más trascendental en ese momento a nivel internacional con una figura clave de mecenazgo: Alberto I de Mónaco.
El conocido interés del príncipe por los orígenes del hombre le llevaron a financiar los trabajos arqueológicos que se desarrollaron dentro de esas cavidades, que el propio soberano visitaría al menos en dos oportunidades y de las que Del Río y Breuil salieron para mostrar al mundo el espectacular conjunto de vestigios prehistóricos que habían permanecido allí escondidos durante miles de años.
Pero el vital soporte económico del príncipe soberano Alberto I no solo permitió la investigación de las cuevas del Monte Castillo, donde el mecenas dejó escrita esta leyenda para la eternidad: «Una de las glorias de España será siempre el haber contribuido de una manera tan brillante a establecer la verdadera historia de la humanidad». Además, fue crucial en el alumbramiento del primer estudio sobre arte paleolítico llevado a cabo en Europa, una publicación que sentó las bases del conocimiento sobre prehistoria y que, todavía hoy, se presenta como un referente para entender los 150.000 años de historia que nos preceden y que están escritos en los restos arqueológicos de la 'montaña sagrada', que es como se conoce al montículo que preside la localidad de Puente Viesgo.
Redactado por Hermilio Alcalde del Río, Henri Breuil y Lorenzo Sierra, aquel estudio se llamó 'Les cavernes de la région cantabrique' y fue, precisamente, el obsequio que el Gobierno regional le hizo a Alberto II de Mónaco durante la visita que éste realizaría el 16 de octubre de 2022 a las cuevas del Monte Castillo para conocer personalmente el lugar que deslumbró a su tatarabuelo y que también acabó deslumbrándole a él.
Impresionado por la belleza de las cuevas y de sus pinturas, el príncipe soberano de Mónaco, que con su presencia en Cantabria renovó los fuertes vínculos que atan a su familia con la región a través de la prehistoria, tuvo igualmente la oportunidad de conocer con detalle el proyecto del Centro de Arte Rupestre, que permitirá proyectar internacionalmente todo el patrimonio de arte rupestre de Cantabria y sus diez cavidades Patrimonio de la Humanidad.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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