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Luis López Lejardi y Juan López posan en el centro del Palacete flanqueando la pieza 'Formas vehiculares' del primero. Foto: Alberto Aja | Vídeo: Héctor Díaz

Luis López Lejardi y Juan López, un diálogo con arte

La muestra 'Doble-T' de los dos artistas de Maliaño propone, desde mañana en el Palacete, un juego de afinidades a través de sus creaciones

GUILLERMO BALBONA

SANTANDER.

Jueves, 23 de enero 2020, 07:49

Del paisaje industrial al espacio de arte. De los referentes temporales al encuentro generacional. De la construcción azarosa a la caligrafía de las formas. Del residuo y desecho a la arquitectura espacial. Dos artistas en un mismo espacio trazando similitudes y territorios y encrucijadas compartidas. Representantes de otras tantas generaciones que, pese a sus caminos diferenciados, comparten públicamente concepciones de la práctica artística y miradas sobre el entorno urbano. Luis López Lejardi y Juan López proponen un espejo creativo y sus correspondientes reflejos de lenguajes, formas, materiales y piezas a través de sus nuevas obras hasta componer una doble visión.

El espacio portuario del emblemático Palacete del Embarcadero, donde ambos artistas participaron del histórico calendario expositivo desde hace tres décadas, inaugura mañana su temporada 2020 con el diálogo entre los dos artistas de Maliaño. Ambos han convertido sus estancias en un cruce de afinidades e intercambios donde líneas, arquitectura y objetos configuran una singular sinfonía asociativa que prolonga lo industrial, la reconversión de los materiales y los vasos comunicantes.

LA EXPOSICIÓN

  • En datos Título: 'Doble-T. Abrir los ojos y ver una sola imagen'. Fechas: 24 de Enero-8 de Marzo 2020. Inauguración: Mañana viernes, a las 19.30 horas. Proyecto: Doble solo-show de los dos artistas de Maliaño, representantes de otras tantas generaciones. Obra nueva de los dos artístas: Esculturas, trabajo mural y dibujos.

  • Publicación Se ultima un catálogo con Lidia Gil, Angel Calvo Ulloa y el estudio de diseño de santander Mutta estudio.Se presentará en fechas cercanas a la clausura de la exposición en marzo.

Esculturas, trabajo mural y dibujos enmarcan los espacios delimitados o confrontados entre López Lejardi y Juan López, tío y sobrino, que comparecen en esta inédita muestra bajo el epígrafe 'Doble-T, abrir los ojos y ver una sola imagen'. El título hace referencia, por un lado, a la nomenclatura industrial presente en ambos, y el subtítulo alude al citado juego de la doble visión. «Una manera de contar esa idea de unir los dos trabajos y ver qué ocurre, ver que generamos entre los dos». Una publicación con textos de los críticos y escritores de arte Lidia Gil y Angel Calvo Ulloa y el diseño de Mutta estudio de Santander, verá la luz al final de la muestra.

En el caso de López Lejardi (Torrelavega, 1957) asoma la coherencia pero también la novedad de la experimentación y el juego con el espacio entre chapas y pintura industrial, pavés y cristal, aluminio, y chapa de coche, matrículas y señales. Ese juego entre el sentido de lo objetual y lo volumétrico, «fiel a un lenguaje personalísimo, persuasivo, conciso, tremendamente implacable y también demoledor, dentro del momento postmoderno caracterizado por la apropiación y el cambio o intercambio de sentido de los materiales y las confusiones (las buenas confusiones) que se establecen entre ellos», tal como ha subrayado Raúl Hevia. Y entre citas de Warhol, gana protagonismo el color y se presenta libre una poesía visual de tránsito, formas vehiculares y partituras.

En vertical, 'Cada día todo parece más otra cosa 1', pieza de Juan López (cemento sobre pladur). Al lado, 'Projected área'. Madera y presilla, 2019. Detalle (Helice).
Imagen secundaria 1 - En vertical, 'Cada día todo parece más otra cosa 1', pieza de Juan López (cemento sobre pladur). Al lado, 'Projected área'. Madera y presilla, 2019. Detalle (Helice).
Imagen secundaria 2 - En vertical, 'Cada día todo parece más otra cosa 1', pieza de Juan López (cemento sobre pladur). Al lado, 'Projected área'. Madera y presilla, 2019. Detalle (Helice).

Kounellis, Beuys o Mario Merz son referencias obligadas, mientras los objetos se reúnen para generar otros objetos desde los que proyectar nuevas ideas y plantear la circulación. Objeto escultórico y espacio escultórico vertebrados en torno a la idea de unión y de reunión de elementos.

Juan López (Maliaño 1979) recurre a restos de pladur o cemento gris, entre los materiales, además de una intervención mural, con los que vuelve a dejar huella de su querencia por la metáfora y la intervención específica en espacios dados, y esa ecuación tan subrayada en su trabajo de «ciudad, subjetividad y poder». El lenguaje, la caligrafía de textos e imágenes domina su mirada: «En los intersticios (en la fractura) que esta produce, anida la tensión entre lo privado y lo público y la reevaluación del espacio social». Como el propio artista deja claro en su declaración de principios: «La idea de 'quebrar' es esencial en mi práctica. Me permite vincular la objetividad del 'afuera' con la percepción individual».

'Doble-T. Abrir los ojos y ver una sola imagen' es también un guiño visual de referentes y lugares que alude a la percepción a través de los sentidos y, en concreto, se visualiza en las dos enormes grúas en forma de T de la fábrica de Equipos Nucleares, en Maliaño, que fascinaron siempre a ambos.

Lidia Gil, en este sentido, subraya el asombro ante esas dos «giganTes rojas, tras las que se enTreTejen las inquietudes creativas de dos singulares artistas unidos por mucho más que los lazos familiares». Juan López, que el próximo mes acude a ARCO con Juan Silió, y al que espera una nueva comparecencia internacional en México, «siempre estuvo curioso y atento a todos los objetos que su tío Luis recogía, transformaba y construía».

A juicio de Lidia Gil, «la obra de ambos tiene puntos de concomitancia muy notables. Los dos poseen un espíritu muy parejo que subyace en sus actitudes artísticas, algo que se pone ahora de manifiesto en esta muestra, un diálogo entre las obras de los dos artistas y rezuma resistencia estética contra la lógica dominante». Y define con claridad las dos individualidades en este encuentro: «Juan pervierte las convenciones establecidas respecto al lenguaje, que hace extensible al lenguaje arquitectónico, transmisor también de un orden hegemónico».

Luis lo hace «a través de la desarticulación de los objetos, que son transformados poéticamente en nuevos artefactos abriendo la posibilidad a otros significados, invitando al espectador al fértil juego de observar la realidad desde un prisma diferente y participar de forma activa en su configuración».

Ambos han crecido vinculados a realidades culturales nacidas del descontento, el paro y la falta de perspectivas. Angel Calvo destaca cómo en el caso de Juan, «esa conciencia derivó muy pronto en un vínculo con el arte, que en su caso llegaría asociado inevitablemente a la figura de Luis López Lejardi, su tío». Ambos visitaban las exposiciones del Museo de Bellas Artes, la galería Siboney y el propio Palacete del Embarcadero. «Aquellas tardes supondrían una suerte de ritual iniciático, que concretaría los intereses primeros, pero que al mismo tiempo definieron su sentido de pertenencia».

Ahora el Palacete acogerá, a modo de ventana emocional y creativa, las perspectivas y los relatos creativos que ambos artistas han custodiado en el tiempo a través de una mutua conciencia de su lugar en el mundo.

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