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«Patio en penumbra. / Los cristales se empañan/ con luces de isla». La luz y lo oscuro, el mar y el silencio atraviesan las 'Fugas fugaces' de la última entrega poética de Juan Antonio González Fuentes (Santander, 1964), que llega a los lectores en el ... umbral del nuevo año. El libro editado por Raúl Reyes, con prólogo –'El que viaja en el aire'– del poeta y escritor Marcos-Ricardo Barnatán, se suma a los poemarios publicados desde los noventa y entrelazados, biográfica y emocionalmente, con la intensa y muy diversa labor cultural y documental mantenida por el poeta santanderino. Investigador, antólogo, directamente editor literario, Premio de las Letras Ciudad de Santander en 2016, González Fuentes, Tono, se reencuentra con los lectores a través de un territorio, el del haiku, que ya sembró en otras ocasiones. El autor de 'Atlas de perplejidad' ya reunió en 'Monedas sueltas' sus haikus del periodo 2009-2013. Ahora el poeta, tras cumplir sesenta años, se adentra con su escritura en una esencialidad obligada no tanto por la forma elegida como por su búsqueda de un lugar para la palabra y la vida en diálogo constante.
Lo que escribe y lo que oculta, lo transparente y lo velado. Reúne así poemas de los últimos diez años con los que continúa esa tradición, «en la que la brevedad adquiere una gran contundencia lírica», como la describe Barnatán.
En el prólogo el narrador y ensayista argentino recuerda que la llegada del haiku a la poesía en castellano «es un fenómeno iniciado por los poetas modernistas latinoamericanos que a su vez se hacían eco de poetas franceses contemporáneos». Hay rastros de ese contagio en algunas composiciones breves de Antonio Machado y de Juan Ramón Jiménez, o en las seguidillas de García Lorca, «pero se concretan más tarde en las 'monedas, tankas o haikus' de Jorge Luis Borges y en las muy bellas traducciones de Octavio Paz».
En Juan Antonio González Fuentes a través de 'Fugas fugaces', que reúne poemas de la última década, se halla –destaca Barnatán– «una celebración de la palabra que contiene un sereno vigor, una calmada reescritura del sentimiento. Hay ahí una suerte de magia, en la que los primeros versos nos preparan discretamente para un sorprendente final. Y todo sin la necesidad de estructuras complejas ni de sofisticados lenguajes: sólo la desnudez de la palabra recuperada para ser otra vez esa fuerza primigenia que la creó».
«De un solo vuelo/ hace su largo viaje/lo que se olvida», escribe el poeta santanderino en su nuevo libro cuya cubierta está presidida por un dibujo del artista Eduardo Gruber.
Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Cantabria, como poeta González Fuentes ha publicado 'Además del final' (1998), 'La luz todavía' (2003), 'La lengua ciega' (2009), o 'Memoria (antología poética, 1989-2015)' (2015), entre otras. Ha editado y antologado obras de José de Ciria y Escalante, Julio Maruri, José Luis Hidalgo, Felipe Boso o José Luis Castillejo.
Entre otros títulos es coeditor de 'Espacio Hierro. Medio siglo de creación poética de José Hierro' (2001), 'María Zambrano, la visión más transparente' (2004), o sobre el último Premio Cervantes 'La gracia irremediable. 'Álvaro Pombo, poéticas de un estilo' (2013), 'Roberto Bolaño: estrella distante' (2017) o 'La otra figura del agua. Estudios sobre Gonzalo Rojas' (2018). En 2015 vio la luz 'Una epifanía escueta' un estudio sobre su poesía y poética.
Hace casi una década González Fuentes aseguraba que «la ventaja de escribir y vivir en la periferia es que en ella se puede construir el futuro del futuro». Ha dejado atrás un breve paso por la gestión pública y la política y. además de su habitual activismo cultural. está centrado en su labor ligada al Archivo Lafuente.
El autor de 'La lengua ciega' cree que «lo importante es crear una realidad propia en libertad. Y en esa misión «la poesía siempre es un elemento de carácter en esencia revolucionario».
En sus sesenta páginas de haikus, aunque la etiqueta encasilla y limita la verdadera dimensión de estos escritos, el poeta se despide con unas palabras que transparentan la esencia que cobija la escritura: «Me llega el eco,/ como un incienso santo,/ de mi silencio».
La poesía «como exploración a través de un uso del lenguaje ni dogmático ni normalizado».
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