Lynette Yiadom-Boakye: ningún ocaso tan intenso

Son retratos inventados. Relatos de ficción pictórica. En cada uno de ellos hay una pose melancólica, una distancia amable, una reconocible lejana cercanía. En enero Lynette Yiadom-Boakye protagonizaba su mayor exposición en la Tate Britain de Londres, a modo de retrospectiva precoz habitada por estampas de personajes ficticios. Ahora, desde esta primavera y hasta septiembre, el Museo Guggenheim Bilbao toma el relevo y presenta bajo el significativo epígrafe 'Ningún ocaso tan intenso' sus pinturas de personajes atemporales captados en momentos cotidianos de felicidad, camaradería o soledad. Sus exuberantes óleos retratan, con pinceladas sueltas, a personajes ficticios sobre fondos teatrales.

La doble faceta de la artista y escritora británica puede apreciarse en los imaginativos títulos que, más que explicar, acompañan a sus pinturas, invitando a la reflexión. La exposición reúne por primera vez una selección de más de 70 pinturas y dibujos al carboncillo realizados entre 2020 y el presente año por la artista y escritora. Las obras propician el descubrimiento del hilo conductor de la actividad de la artista: «Crear pinturas evocadoras que guardan relación con la experiencia humana».

Recientemente, retomaba los dibujos al carboncillo, que producen una sensación de inmediatez debido a su íntima escala y su aire de improvisación. En su visión conjunta certifican «la profundidad y el hábil manejo de los distintos soportes» por parte de la artista. Lynette Yiadom-Boakye (Londres, 1977) muestra «detalles, como la ropa o el vestuario, el calzado –o la ausencia de este– de sus figuras, que no corresponden a modelos reales, y no permiten situarlas en un espacio o tiempo concretos».

Además de explorar su entorno, se inspira en la literatura y la poesía, muy especialmente en los textos de James Baldwin, Okwui Enwezor y Toni Morrison, de tal modo que la muestra cuenta con una sala de lectura anexa. Yiadom ha preparado una lista de reproducción específicamente concebida para el proyecto del Guggenheim. Un escritor y cineasta, Kodwo Eshun, ha hecho asimismo sus aportaciones en el catálogo, donde se incluye un escrito de Yiadom, bajo el epígrafe 'Remando hacia el sur en busca de ayuda'.

Formada en el Saint Martins College of Art and Design, el Falmouth College of Arts y las Royal Academy Schools, dedica su producción a personajes que son ficticios y los presenta ajenos a referencias temporales y sobre fondos teatrales: su actitud o acciones, también su vestimenta, remiten a instantes cotidianos, a sensaciones de alegría o soledad, mientras los títulos de esas composiciones tienen que ver con la faceta de Yiadom-Boakye como escritora y, más que explicar sus trabajos, los acompañan proponiendo reflexiones a quien los contempla. La artista no trabaja con modelos, sino que las figuras son composiciones tomadas de distintas fuentes, como álbumes de recortes y dibujos, recuerdos y observaciones de la vida cotidiana.

El trabajo de Yiadom-Boakye se basa en su profundo interés por lo que se puede conseguir con la pintura, por su materialidad, el potencial del color y de la composición. Su interés por los aspectos materiales de la pintura la llevó de un meticuloso enfoque del trabajo con modelos vivos a realizar figuras de creación propia, lo que le dio libertad para pintar de forma más espontánea, con una menor preocupación por la precisión técnica.

La práctica paralela de la escritura se puede apreciar en los imaginativos títulos de las obras que, más que explicar, las acompañan. La artista resume así su relación con ambas disciplinas: «Escribo sobre lo que no puedo pintar y pinto lo que no puedo escribir».

Animales tales como aves, zorros, búhos y perros, que aparecen con frecuencia en su obra en vaga alusión a su condición de mascotas ―aun cuando algunos sean en realidad animales salvajes―, contribuyen a provocar una sensación de intriga.

Los cuadros invitan al espectador a pararse y observar cuidadosamente; a adentrarse en los imaginarios relatos visuales que teje la artista. Y esos poéticos títulos suyos de las obras invitan a la reflexión, «dejando un amplio margen a la imaginación de los espectadores».

La muestra se ha concebido, una década después de que resultara nominada al Turner Prize por una exhibición presentada en la sala Chisenhale de Londres (un año antes, en 2012, fue galardonada con el Future Generation Art Prize del Pinchuk Art Centre), expresamente para el Museo Guggenheim Bilbao en lo que representa la primera gran exposición en España de la artista de origen ghanés que en los últimos años ha expuesto, además, en la Serpentine Gallery, Haus der Kunst, Kunsthalle Basel, el New Museum of Contemporary Art, la Tate Britain, el MUDAM de Luxemburgo o el Moderna Museet de Estocolmo.

'Ningún ocaso tan intenso' (hasta el 10 de septiembre) convierte a la artista en la segunda más joven que logra una individual en este museo, solo después de Cristina Iglesias, que obtuvo la suya hace 25 años, y contribuye a ubicarla en un puesto estelar en la escena artística mundial. Yiadom-Boakye cerró hace apenas un mes la citada gran retrospectiva en la Tate Britain. En realidad esa era la muestra prevista en Bilbao en otoño de 2020, pero que la pandemia condicionó los planes. La revista ArtReview considera a la pintora una de las personas más poderosas del mundo del arte. En esa playlist que acompaña en paralelo a su muestra incluye referencias que van desde Miles Davis a Nina Simone, «una música con la que puedo trabajar, porque lleva mi mente a direcciones interesante». Además de las influencias literarias citadas, el cine también es un asidero para su pintura. Almodóvar, Fassbinder, Claude Chabrol, Charles Burnett o Michael Haneke son citas recurrentes para su inspiración.

En unas declaraciones con motivo de la muestra en Bilbao, la artista matizó el concepto de intimidad y privacidad que va asociado a sus cuadros: «La intimidad es un elemento complejo. No puedes planificar o preparar el lenguaje de la intimidad y las relaciones. Así que no puedo describir cómo lo hago, porque para mí desafía las palabras, es algo que siento y que no puedo planear». La comisaria de la muestra Lekha Hileman Waitoler incide en la dualidad creativa de la artista. «Un ejemplo, es el juego que hace con los poéticos títulos de las obras y de los textos que las introducen». Sus obras son óleos sobre lienzo o lino rugoso que retratan a personajes sobre fondos teatrales, la inmensa mayoría de ellos con figuras y fondos en tonos oscuros. La artista encuentra más difícil dibujar que pintar, «porque cuando te acostumbras al color dejas de pensar en la línea, y volver al dibujo requiere un estado mental diferente; además, soy muy impaciente, y para dibujar hay que bajar el ritmo, no tener tanta prisa», explicaba en una entrevista realizada para Vanity Fair, con ocasión de la cita de Bilbao. Los retratos tienen una lectura libre, asegura la artista, invitan al espectador a pararse y observar cuidadosamente, a adentrarse en los imaginarios relatos visuales que teje la artista. En 'Canal de la paz', (2021) una mujer –¿o es un hombre?– tiene su mano sobre la cabeza de otro. ¿Pero le está acariciando, es un gesto de ternura, o le está regañando? «Todo depende de dónde se sitúe el espectador, de su propia interpretación», confiesa la artista.

Lynette Yiadom-Boakye juega también con la ambigüedad en el género: «Para mí no es importante si son hombres o mujeres, hay hombres vestidos con ropa de mujer y mujeres que parecen hombres».

Lo que sí subraya es que todos sus personajes imaginarios son negros: «Representar solo sujetos negros tiene un sentido político, pero para mí es algo natural, no me gusta pintar víctimas. El compromiso político es más bien en la forma en que realizo mis pinturas. Además, todo en la vida es política».

Esta es la primera de las tres exposiciones que dedicará el Guggenheim a la obra de otras tantas mujeres artistas en esta temporada: junto a la propia Lynette Yiadom-Boakye, la japonesa Yoyoi Kusama y la alemano-venezolana Gego Gertrud Goldschmidt.

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