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Estreno en Netflix ·
Todo lo que en la novela de Gabo es materia de asombro (las etiquetas vinieron después), en la traslación visual el atrevimiento es mera ilustraciónSecciones
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Estreno en Netflix ·
Todo lo que en la novela de Gabo es materia de asombro (las etiquetas vinieron después), en la traslación visual el atrevimiento es mera ilustraciónSe da por hecho que algunos títulos de intensa resonancia literaria aunque lo merecen siempre, no pueden gozar de una traslación visual a su altura. Ahí entran los tópicos: el valor del atrevimiento, la honestidad, el respeto. Sí, pero había necesidad de afrontar el desafío. ' ... Bajo el volcán' de Malcolm Lowry, 'Nostromo' de Conrad, 'Crónicas marcianas' de Bradbury participan de lo dicho. Hay muchos ejemplos y, ante los retos, unos no llegaron u otros simplemente se pasaron. Los antecedentes con la obra de ese descomunal escritor y periodista que era Gabriel García Márquez, de 'Relato de un náufrago' a 'El amor en los tiempos del cólera', no auguraban buenas señales a la ambiciosa y resultona empresa de adentrarse en 'Cien años de soledad', una de las obras mayores de la literatura en español, encasillada hasta el perjuicio en eso llamado realismo mágico que muchas veces no es ni una cosa ni otra. Otras obras nunca menores del narrador colombiano perdieron su identidad en las pantallas.
Año 2024
País Colombia
Dirección Rodrigo García, Alex Garcia Lopez, Laura Mora Ortega
Guion José Rivera, Maria Camila Arias, Camila Bruges, Albatros González, Natalia Santa
Reparto Diego Vásquez, Marleyda Soto, Claudio Cataño, Moreno Borja
Género Drama
En la mayoría de los casos, a excepción de algunos cuentos, el material de asombro de su escritura se derrama por los márgenes de los planos, o bien nunca encontró un creador paralelo, tan luminoso, salvaje, lúcido e inmerso en la paradoja de ser desatadamente preciso. El desembarco de 'Cien años de soledad' como ficción seriada, neto producto Netflix, solo resbala por la superficie, entre lo previsible, sin conciencia de lo inabarcable, con carga y recarga ilustrativa, aunque exento de esencialidad. Todo se enuncia, incluyendo el apoyo en la voz que rescata fragmentos, pero no hay hondura y la monumentalidad queda traducida en retórica visual, en un cuidado que suena a veces impostado, carente de esa ansiedad vital y entraña pasional con la que se cuenta el mundo a través de la epopeya onírica de los Buendía.
Hay buenos intérpretes pero la envoltura parece un gasa prefabricada pensada para una mirada polivalente y poliédrica de espectadores. El ritmo se diluye en la construcción, de tal modo que las claves emocionales y las existenciales de esa inmensa construcción que edifica la novela, se distancian. Lo fantástico en lo cotidiano no encuentra su sitio. Ausencia de riesgo, renglones trasladados a imágenes envasadas y un itinerario donde prima el costumbrismo de salón, aparente, sin la poética, la estilizada luz interior que posee el libro, huérfano aquí de imágenes poderosas que revelen su aliento profundamente humano.
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