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Hace ya quince años que artistas como Velázquez, Tintoretto, Tiziano, Rembrandt, Murillo, Clara Peters, Van Dyck o Bernin dialogan en el interior de una carpeta. Un portafolio en el que otro artista, José Gallego (Cosío, 1953), les va metiendo según les va dibujando. Se trata ... del proyecto más personal de este pintor cántabro, afincado en Alicante, con el que invita al espectador a explorar la complejidad de la identidad y la condición humana. Lo hace por medio de los dibujos, ochenta en total, de los autorretratos de los artistas más destacados de los siglos XVI y XVII, un periodo que él considera «el más importante de la historia del arte por la gran cantidad de cosas que ocurrieron». Y, aunque nunca pensó que todos esos dibujos, hechos con grafito en un formato de A4, iban a salir de esa carpeta, lo cierto es que ahora dialogan en el EspacioMeBas del Museo de Arte de Santander (MAS) en una nueva exposición que lleva por título: 'Dibujos transitivos' y que permanecerá abierta hasta el 15 de enero de 2025.
La admiración de José Gallego a esos grandes maestros va más allá del mimo, cuidado y calidad con los que los ha dibujado. Durante la presentación de la exposición –en un acto en el que estuvo acompañado por la concejala de Cultura Noemí, Méndez, y el director del MAS, Salvador Carretero– hablaba de todos con una gran pasión. De todo lo que significaron para los artistas que les precedieron y, sobre todo de todo lo que le han aportado él mismo. Así, explicó que aunque era conocedor de su admirado y maravilloso legado pictórico, nunca se había detenido a ver su rostro o su mirada. La idea de ahondar en este vacío empezó frente al autorretrato de Velázquez durante una visita a un museo. Después, se topó con las miradas de Murillo y Fabritius. Y así fueron surgiendo y almacenándose en su memoria estas y otras miradas, un rimero de sensaciones plasmadas en estos dibujos ejecutados con brillante destreza.
Fue Salvador Carretero, el que le convenció para que todos estos autorretratos formaran parte de esta exposición que continuarán esa hipotética tertulia fuera del portafolio y en las renovadas paredes del MAS y ahora, tras verlos expuestos, Gallego reconoce que «es su sitio porque aquí además de convivir se miran y nos miran» y hasta se los imagina dialogando con los otros artistas de la colección permanente del Museo. Pero, ensoñaciones aparte, esta exposición que supone el regreso de Gallego al MAS destaca por su forma de prescindir de los elementos accesorios, acentuando el estudio psicológico de cada uno de los protagonistas. Queda algún sombrero, algún collar y fragmentos de la vestimenta, pero lo principal es concentrar toda la atención en el rostro y en la mirada.
Detrás de cada uno hay un trabajo de investigación tanto del maestro como de su obra, muchas visitas a museos y, sobre todo una gran admiración y respeto por todos ellos. Y sí de algo se ha dado cuenta Gallego, un pintor esencial, casi metafísico que aborda la pintura como un modo de conocimiento de la realidad, es que «el trabajo de investigación histórica en el mundo del arte está aun por hacer. Conocemos pocos nombres de los muchos que hay» y cómo no, casi todos de hombres.
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