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Las maderas parecen postularse cuando Carlos Armiño (Tartalés de los Montes, Burgos, 1954) pasa a su lado. Es un artista de formas y volúmenes, ... pero, sobre todo, de sensaciones y expresiones. Durante los últimos meses ha protagonizado una muestra singular que ha copado las dependencias públicas -vestíbulos, pasillos y salones- del Hotel Real de Santander (Eurostars). Sin ser del todo una retrospectiva, la muestra se ha configurado como el paisaje representativo del escultor afincado en Cantabria, donde desarrolla una intensa e incansable labor. La diversidad en su mirada sobre la naturaleza, el juego de lenguajes entre arte, artesanía, diseño e interiorismo, constituyen algunas de sus señas de identidad. «El artista es un observador de la vida siempre en guardia», apunta Armiño quien casi de forma natural se introdujo en el mundo del arte. En la década de los 70 comienza su incursión creativa a través de la pintura.
Autodidacta, sin descartar ninguna referencia del entorno hiperpoblado de información, desde hace casi un cuarto de siglo vive y tiene instalado su taller en una antigua casona de labranza, rehabilitada por él, junto a Peñacastillo. Aunque ha expuesto con galerías cántabras y ha participado en Artesantander, revela su escepticismo sobre el mercado: «Prefiero gastar la energía creando, que ganándome los favores de la 'élite artística'».
-¿Qué sensaciones ha obtenido al exhibir su obra densa, plural, casi inabarcable, en una exposición como la del Hotel Real?
-Satisfacción. Presentar obra en espacios no específicos para exposiciones es un desafío, un claro reto. El inconsciente analizó el lugar y eligió la obra y el posible diálogo entre las piezas. Las obras en cada espacio se manifiestan de forma diferente. Una muestra consiste es fundir en una sola idea todas las piezas,
-¿Sigue existiendo un cierto rechazo o prejuicio con respecto a la escultura? ¿Cuesta más a un espectador medio que le entre por los ojos?
-Más que rechazo, es menos frecuente la exposición y posesión de escultura que de pintura. Los que desean tener escultura han empezado por óleos u obra gráfica.
-¿Diría que es usted un médium entre la naturaleza, la materia y la vida?
-Sí, soy un elegido para que perdure cierto espíritu o esencia mística de la naturaleza, coger una piedra que lleva siglos al lado de un camino inerte y trasformarla en un sentimiento humano. Creo que es, como decir, que se sentirá orgullosa. También un médium con la sociedad. La historia se escribe con arte (arte universal).
-¿Cómo elige una determinada madera en un momento dado? ¿Lo pide la forma, la expresión, la oportunidad?
-Las maderas son colores, sensaciones muy variadas, ligereza, calidez , sobriedad, vigor, tienes que aprovechar su aptitud y también su forma.
-¿Es de suponer que el trabajo de taller proporciona la verdadera dimensión del hecho artístico?
-El boceto (o bocetos) es muy importante, pero el verdadero diálogo es en vivo y cuando puede ocurrir el hecho artístico. Es el ajuste preciso para que arranque el motor y comience a producir energía.
-¿Trabajar con las manos, malear la materia (piedra, madera, bronce...) rompe las fronteras entre lenguajes y etiquetas?
-Las manos hablan todos los idiomas universales. La música, la pintura y, por supuesto la escultura (también hablan lenguas desconocidas. Pero llega a ser tan cotidiano el uso de las manos que no te das cuenta de si tienes algo entre ellas. El pensamiento directo hace lo que tiene que hacer.
-¿Se deja influir? ¿Cómo vincula su expresión con la actualidad, el presente y las inquietudes de hoy?
-Aquí la pregunta va dirigida al mundo más consciente. Procuro que no. El inconsciente es libre y va por su cuenta. Todos somos hijos de la época que nos ha tocado vivir. La arquitectura acoge a la escultura y tiene que dialogar con ella. El artista es un observador de la vida siempre en guardia.
-¿Cómo define su obra?
-Una consecuencia de mí mismo y de los tiempos, lenguaje sencillo y universal, siempre próximo a resolver el misterio mágico que intentará descifrar el espectador. Ese es el juego. Provocar el deseo de entender lo mágico.
-Pese a su larga trayectoria, con una creación sólida y de gran diversidad, se ha mantenido en la periferia del mercado. Subastas, espacios al margen del galerismo...¿Cree que hay una línea oficial marcada difícil de atravesar? ¿Falta riesgo a la hora de aceptar determinadas propuestas?
-He trabajado con galerías. En su momento era la forma principal de difundir el arte, después quisieron manipular demasiado a los artistas, ahora en su mayoría no funcionan. El mundo de las subastas es temido por las galerías porque saca la verdad de la 'burbuja del arte' que ellas crearon. Mi experiencia con las subastas en París es muy emocionante, estar en una sala y que tus obras aparecen en pantalla, incertidumbre total, hablan por sí solas y nace el deseo y la puja de varias personas, momentos vibrantes. A ti no te conoce nadie, más que por el catálogo. Las nuevas propuestas no existen, se repite lo que hacen todos los gestores culturales, simplemente para no equivocarse solos, es gente informada sin verdaderas inquietudes. (no se puede pedir peras al olmo).
-¿Hay siempre una frontera inasible entre el diseño, la decoración y el trazo creativo funcional?
-La frontera es aquí. Es 'elitismo provinciano'. ¿Que es la arquitectura? Escalinatas. Panteones. Fuentes. ¿No es arte? ¿No es útil? Hace unos años hice una exposición con '30 Sillas' mías para sentarse y contemplar '30 Cuadros' de artistas reconocidos. Vista la exposición nadie se atrevió a decir qué era más que qué, quién era más que quién.
-¿Cuándo considera que una creación está concluida?
-Seguro estoy pocas veces, Pero en eso consiste una parte importante de la profesión, en saber decir adiós a las obras y los defectos te los perdonas pasados unos años. Otras veces las apartas sin acabar por impotencia. Algún día encontrarás la solución fácilmente.
-¿Comparte con Chillida o con Pablo Gargallo la idea de que la oquedad de la pieza, la presencia de la ausencia, es lo verdaderamente esencial?
-El espacio interior crea la escultura y el exterior, 'el lugar'. Ya ante el gótico muchas veces no sabes si estás viendo el hueco o la piedra. El agujero es un gran negocio porque vendes aire y pesa poco para moverla (caso del hormigón y fundición).
-¿Qué balance como artista hace de su estancia en Cantabria? ¿Echa de menos cierta integración?
-Cantabria no es fácil artísticamente. He trabajado con varias galerías de aquí y he participado unas cuantas veces en Artesantander pero casi toda la obra vendida se ha ido fuera. Prefiero gastar la energía creando que ganándome los favores de la 'élite artística' y, además, la clase política en general le da poca importancia al arte. Tampoco me causa malestar la incomprensión artística pues es un problema de fondo, de «país». La exposición del Hotel Real ha mostrado y enseñado las diferencias de apreciación al ser contemplada por franceses , ingleses, alemanes...que por nosotros.
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Ana del Castillo
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