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«Por eso/ y con un ruido que no es de otras veces/ en la bahía ha anclado/tu melena enmohecida/violín para los peces/y para los suicidas». Antes de que el poema 'Primavera' sirva de pórtico de 'Manuel de Espumas', asoma la dedicatoria ... de Gerardo Diego: «Sobre la tumba inesperada de José de Ciria Escalante, amigo indeleble, estos versos que él amaba, hoy con voluntad de flores». Verso libre, libro exento de puntuación, vanguardista pero sin ánimo de experimentación, emocionante. Así discurre la escritura de uno de esos poemarios brillantes y únicos que siembran la pasada centuria de la poesía española.
En este 2024 se cumplen cien años de la primera publicación de 'Manual de espumas' del poeta santanderino. Obra considerada una de las creaciones vanguardistas más amables que se dieron en esos primeros años de osadías, «cuando todo era especialmente confuso y alegre, entretenido y estimulante» Juan Marqués subraya que «alguien como Diego, tan lector y todavía tan joven, tan activo y tan inquieto, con tantas legítimas ganas de decir cosas y de llegar a los sitios desde los que poder decir más, supo escribir un ramillete de poemas que demuestran que la afinidad por las nuevas corrientes podía adoptar un tono casi ingenuo, que la ruptura formal no implicaba necesariamente el fin de la inocencia, que se podía estar al día en lo estético y a continuación, para entendernos, asistir a misa».
Edición 'Manual de espumas'. Fundación Gerardo Diego / Papeles Mínimos, 2024.
En datos. 'Manual de espumas'. Autor: Gerardo Diego. Prólogo de: Juan Marqués. Publicación: Fundación Gerardo Diego y Papeles Mínimos, con la colaboración del Ayuntamiento de Santander y de la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria. Págs.: 123. Incluye álbum iconográfico.
Dos confesiones del poeta que urdió las raíces del 27 enmarcan su Manual: «Es mi libro clásico dentro de la poética creacionista». «Yo lo veo todavía como mi momento Garcilaso, como algo idílico, y profunda, delicadamente humano».
Para conmemorar el Centenario de 'Manual de espumas', el segundo libro de vanguardia del poeta santanderino, su Fundación publicado, junto con la editorial Papeles Mínimos, a las órdenes de Imanol Bértolo, una edición conmemorativa con objeto de «facilitar la presencia en bibliotecas y librerías de este título clave en la poesía española de vanguardia». Una edición en semifacsímil y con álbum iconográfico de imágenes.
Gerardo Diego, que nació y pasó su infancia en la calle Atarazanas, muy cerca de de la bahía, dedicó su infancia a la observación con el catalejo de los grandes barcos de mercancías, los veleros, las pequeñas barcas de pescadores, las gaviotas, las nubes, «todos los elementos del escenario marino fue su primera educación estética, al ritmo de la música del piano familiar que tocaban sus hermanos mayores». Más adelante se sucedieron otras enseñanzas: la deslumbrante visión de los Ballets Rusos de Diáguilev, las imágenes creacionistas de Vicente Huidobro y los cuadros cubistas de Juan Gris. «Todo esto es 'Manual de espumas'», según subrayan ahora los responsables de evocar el libro.
Diego, académico desde 1943 y ganador ex aequo con Jorge Luis Borges, del Premio Cervantes, firmó 'Manual de espumas' en su juventud. Era el cuarto que publicaba su autor (nacido en 1896), comenzó a circular en realidad a principios de 1925, pero fue a finales de 1924 cuando por fin se imprimió, tras al menos dos años de «frustrantes peripecias editoriales», pues veintipico de los treinta poemas que finalmente formaron y forman el libro se escribieron en la primavera de 1922.
El poeta, crítico y editor Juan Marqués, doctor en Literatura Española por la Universidad de Zaragoza, que preludia esta edición conmemorativa, recuerda que es bien sabido que «el calendario de la creación pocas veces coincide milimétricamente con las preferencias o las necesidades de los editores, pero en este caso Diego, por mucho que se impacientara, salió ganando, ya que se produjo un buen disgusto con el primer editor que aceptó el Manual, el poeta Pedro Garfias, pero fue, al cabo, un disgusto muy positivo, pues hizo que, por una carambola fácil (y tras una intervención de Juan Larrea, íntimo amigo de Diego), finalmente pudiera ser colocado por José Moreno Villa en la crucial colección 'Cuadernos Literarios'».
Diego, «si tenía algo de agitador, lo tenía estrictamente en el ámbito del verso», precisa. Cuando el libro vio la luz no era ya un completo desconocido, «pero al año siguiente, gracias a 'Versos Humanos', lograría un Premio Nacional bastante estrafalario -le dieron el de teatro, ya que había otro premiado en poesía, 'Marinero en tierra', de Alberti, y ninguna obra dramática merecía excesiva consideración...- y enseguida legaría toda la operación del 27, en la que Diego tuvo un lugar estratégico principal, algo que se refrendaría con las antologías de 1932 y 1934.
'Manual de espumas' es, a juicio de Marqués, «el libro de un buen chico, un libro muy despierto, muy madrugador, muy audaz en sus propuestas (y por eso a Diego le convenía que saliera cuanto antes, adelantándose a otras iniciativas de renovación lírica), pero es también un libro lleno de bonita ingenuidad, de inocencia genuina».
En el caso de Diego, opina, «la vanguardia no fue una guillotina sino una piscina de bolas, no una proclama revolucionaria sino un bondadoso chiste de color local pero de vocación universal».
A propósito de este centenario, Marqués reflexiona sobre la figura y el legado de Gerardo Diego: «Un poeta muy fecundo, demasiado, y se diría que sufría de esa ansiedad editorial que aqueja a tantos escritores de versos. Pero al echar la vista atrás hacia su obra, lo cierto es que el 'Manual de espumas sigue destacando como un libro muy especial'».
Y va más allá al apuntar que habría libros «mejores, o más importantes, pero como a partir de ahora todos los años, hasta dentro de cincuenta, va a ser el centenario de algún libro del santanderino, es importante recalcar que celebrar el de éste era algo oportuno, por su curiosa calidad y por su alcance».
Hay que recordar que la actividad literaria del poeta comenzó a una edad muy temprana tras publicar en 1918 su primera obra, el cuento 'La caja del abuelo', que precisamente vio la luz en El Diario Montañés.
El pasado año la número 928 de La Caja de las Letras del Instituto Cervantes dio cabida al legado del poeta de 'El romancero de la novia'. Publicaciones y materiales de archivo, entre fotografías, mecanoscritos, invitaciones y programas, configuraron el inventario de lo depositado en la institución. Y entre lo más llamativo, la primera edición de 'Manual de espumas'.
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