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Cuando estaba en Rumanía, en un acto promocional de sus libros, traducidos también en aquel país, Manuel Vilas subió a lo alto de una torre ... y desde sus 60 metros de altura pensó: «Qué buen lugar para suicidarse». Y eso hizo. Al menos en la ficción. «Es la fantasía de las alternativas en la mente del escritor», explicó ayer en la Torre de Don Borja. El autor aragonés acudió al espacio para conversar sobre literatura, educación, objetivos vitales, política internacional y tortilla de patatas. Sí, eso también. Pues «mi máxima alegría en este mundo es probar tortillas de patata», bromeó recordando su infancia y una madre que hacía, claro, la mejor del mundo o, al menos, de Barbastro, su pueblo natal.
Vilas, que conoció Santillana en uno de los Encuentros y Maestros, está a medio camino entre su último trabajo, 'El mejor libro del mundo', en el que se ha atrevido a decir «cosas que no dije antes», y el ensayo sobre Kafka, un autor que le fascina, que publicará en los próximos meses.
Un escritor, explicó «no elige nada; se dedica a estar en permanente atención a lo que ocurre». Una de sus actividades predilectas, por encima de museos o monumentos, es observar a las personas.
Cuando el libro llega su destino, «el lector siempre tiene razón», una conclusión a la que ha llegado tras muchos años. «Si a alguien no le gusta, la culpa es tuya». En 'El mejor libro del mundo', Vilas desgrana filias y fobias que asaltan a los escritores, desmitificando una profesión que es como las demás. Entre los miedos recurrentes, dos; no encontrar su libro en las estanterías. «No es vanidad, es el círculo literario que no se ha cerrado y te rompe el alma, porque somos rehenes de nuestros lectores». y el otro, que falten justamente eso, lectores.
Ateo «gracias a Dios y a Buñuel», profesor de instituto que aprendió mucho de sus alumnos y ganador de docenas de apuestas con aquellos que no creen que viaja a todas partes con una báscula, Vilas aspira a «transmitir pasión y encanto con sus trabajos» y defiende las columnas en prensa, como las suyas en las cabeceras de Vocento, como una forma de «participar en la sociedad».
Una sociedad que, hoy por hoy, le asusta si mira a Estados Unidos, donde vivió durante 4 años. Considera que Trump ha roto los «escasos límites» que tenía en 2016 y «desprecia» la Unión Europea «una cuestión que afecta al entramado cultural de Occidente al negar la semilla fundamental de ese país; la cultura Europea».
Ante un nutrido público compuesto de editores, poetas, gestores culturales, fotógrafos, maestros...Vilas hizo gala de un humor directo, sencillo, eficaz, cumpliendo con la apuesta de «entender la vida como una comedia amable».
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Ana del Castillo
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