La marea de creatividad vuelve a Sianoja

Apenas llevan tres días juntos y los siete participantes de la nueva edición de Sianoja parecen conocerse de toda la vida. Seis creadoras y un único creador que comparten estudio por una semana en un enclave privilegiado, frente al mar en los salones el Hotel Torre Cristina de Noja. Al menos eso repiten cada uno de ellos que el lugar no puede ser más inspirador y que la posibilidad de convivir durante siete días con otros artistas es muy enriquecedor. Lo cuentan sin dejar de pintar, de coser, de recortar, de dibujar y compartir vivencias. Natalia Auffray, creadora franco-española multidisciplinar; Elisabeth Bell, pintora francesa; Lika Shkhvatsabaia, pintora de Georgia; Basia Grzybowska Flores diseñadora gráfica, ilustradora, pintora y profesora de Polonia; Sara Calivi, de Santander, artista especializada en grabado, técnicas de estampación y diseño gráfico; Isabela Lleó, de Madrid, pintora, escultora y grabadora. Y, finalmente, Iván Araujo, de Madrid, pintor, grabador y escultor, comenzaron a trabajar el pasado lunes con la mirada bien atenta a todo lo que ven alrededor.

Forman parte de la que ya es la veintidós edición de un simposio que fundó y dirige el galerista Manolo Sáenz-Messía y que ya es el segundo evento artístico más veterano de Cantabria tras Artesantander.

A la posibilidad de que el público contemple como trabajan estos creadores se suma mañana, viernes, una conferencia que lleva por título: 'El horror invisible' a cargo de Javier Rubio Nomblot, colaborador en varias publicaciones, profesor, conferenciante, comisario y uno de los críticos invitados en esta edición de Sianoja. Su charla dará comienzo a las 20.00 horas, en los salones del hotel, con entrada libre hasta llenar el aforo.

«Estoy utilizando nuevas texturas para preparar los fondos del cuadro que estoy pintado y me estoy dejando guiar por la situación, los estímulos que recibo, el paisaje, la naturaleza y mis raíces cántabras. Aquí me siento en casa», explica esta artista santanderina afincada en Madrid sobre la obra que está preparando durante esta residencia artística en la que siempre ha soñado participar. Según cuenta ella misma se puso en contacto con el organizador de Sianoja para ver como podía formar parte de esta experiencia «porque siendo de aquí, de Cantabria, lo conocía desde fuera, era consciente de su importancia y siempre he fantaseado con la idea de venir algún año», así que está disfrutando por partida doble porque en estos tres días «se han superado mis expectativas. Es súperenriquecedor poder conocer el trabajo de otros artistas y ver como lo realizan. La estimulación llega por todas las partes. Trabajar junto a ellos me aporta mucho», asegura. También destaca las otras actividades que se realizan en Sianoja además de pintar sus propias obras. «Acabamos de ver la exposición de Iván Araujo en Espiral que me ha ayudado a entender mejor su obra», pero sobre todo, se queda con la convivencia «la mezcla de idiomas» y los lazos de amistad que se están creando.

El artista madrileño Iván Araujo no quiso desaprovechar la oportunidad que le brindó Manolo Saénz-Messía para participar en esta edición de Sianoja. «Ya hemos trabajado juntos en anteriores ocasiones pues he participado en varias muestras colectivas en su galería, Espiral, que ahora además acoge una exposición temporal de mi obra», explica. La experiencia, según señala, está siendo «muy agradable y enriquecedora» fundamentalmente porque le está permitiendo compartir horas de trabajo con un grupo de artistas «estupendas de las que estoy aprendiendo mucho». En ese estudio 'compartido' trabaja en una pieza grande que está en consonancia con la obra que viene realizando últimamente. Una abstracción con rasgos expresionistas que llena con su imaginario que tiene que ver con un mundo metafísico y de juego.Pintar esta obra está siendo un reto para él porque está utilizando nuevos materiales y porque acostumbra a trabajar mucho sus cuadros y teme que en una semana no le de tiempo a tener el resultado deseado, «pero lejos de una dificultad me parece un forma de crecimiento». ¿Y cómo definiría Sianoja? «Como un estudio muy propicio para la investigación y una convivencia muy nutritiva en un contexto ideal para dejar que la creatividad fluya y tener encuentros inesperados».

Las tonalidades del paisaje de Cantabria, sobre todo los de la costa, tienen a Isabella Lleó completamente fascinada. Tanto que estos colores son precisamente la principal inspiración para la obra que está preparando durante estos días. «Si pudiera me quedaría a vivir aquí, me encanta la lluvia pues me ayuda a recogerme y trabajar de una manera más íntima», asegura mientras pinta su cuadro. Insiste que lo que ahora vemos no será el resultado definitivo, pues suele seguir un proceso de elaboración bastante lento que realiza pintando capa sobre capa. Lo que sí tiene claro es que será una interpretación del paisaje en clave geométrica, siguiendo un poco la línea que ya mostró no hace muchos meses en Lille (Francia). Sobre la experiencia de Sianoja asegura que es «maravillosa y muy interesante porque estamos viviendo un intercambio artístico espectacular en el que no faltan las risas». Ha tenido más experiencias de este tipo en otras residencias y reconoce que la posibilidad de trabajar codo con codo con otros creadores es mucho más enriquecedor que la soledad del estudio porque ««siempre fluye algo de la otra persona». Para ella este simposio está siendo «un encuentro maravilloso entre artistas organizado con muchísimo cariño y una experiencia irrepetible».

Tras el vidrio donde esta artista polaca ha colocado su caballete la piscina del hotel donde se celebra Sianoja y la playa de Ris componen un paisaje que no puede dejar de contemplar. «Estoy viviendo una experiencia increíble y muy enriquecedora porque estoy acostumbrada a trabajar sola en mi estudio y esto está siendo para mí una gran lección», dice. El paisaje le parece muy inspirador y por eso estos días pinta una obra grande y tres pequeñas en las que intenta reproducir todas las emociones que está viviendo. Como la de poder trabajar codo con codo con otros artistas y conocer sus experiencias. Reconoce que está en Cantabria casi por casualidad, porque la invitación de Sianoja era en primer lugar para otra artista también polaca muy amiga suya que «con todo el dolor del mundo no podía venir este año. Entonces la organización me ofreció su puesto y no puedo dejar de pensar la suerte que he tenido», explica.Una fortuna que ella agradece a la organización, «que está haciendo todo lo posible y más para que estemos a gusto. De sus compañeros de experiencia se queda con su alegría y generosidad a la hora de compartir y, si tuviera que definir Sianoja diría que es»: «Un tiempo muy inspirador que me encantaría que todos los artistas pudieran vivir».

Algo le está pasando a esta artista francoespañola en Noja porque sus colores habituales (tierras y grises) no aparecen en su nueva obra. «Debe de ser por el cambio de luz y por este paisaje tan espectacular, pero de repente el rosa intenso emerge por encima del resto», explica. Al tiempo que confecciona una tela que tal vez utilice porque reconoce que desde que ha llegado «también es verdad que estoy dando palos de ciego. Estoy trabajando con dos lienzos y utilizando unos carteles viejos que les he dado una imprimación, pero sobre todo estoy probando distintos materiales para ver como queda», asegura. Esas dudas se la disipan cuando habla de la experiencia, un «regalazo» según señala que le permite trabajar con artistas estupendas y disfrutar de un lugar inigualable. «Conocía los trabajos de algunos de mis compañeros pero no a las personas, así que poder estar con ellos, compartir sus experiencias, es para mí un gran placer». Aunque todavía es muy pronto para asegurarlo está convencida de que Sianoja va a dejar huella en su obra futura: «Creo que a largo plazo el paso por Noja llevará a una transformación en mis trabajos». Del simposio, además de los mimos y las atenciones de los organizadores, se queda con lo que para ella es más importante: «Es un gran amplificador de la mirada».

En el año 2015, Elisabeth Bell formó parte de este mismo simposio, un encuentro que se celebró entonces en el Palacio de Albaicín y que le resultó «muy enriquecedor». Tanto que no ha dudado en volver a aceptar la propuesta de Manolo Saénz-Messía y compartir experiencia por una semana «con artistas de distintas generaciones y miradas artísticas muy diferentes a la mía que me hacen crecer».

Comparte sala y conocimientos con sus seis compañeros pero. como todos ellos, tiene su propio método de trabajo. Este año ha encontrado la inspiración en las rocas de la playa y cada mañana, antes de entrar en el estudio, las recorre con cuaderno y lápiz en mano para tomar apuntes. Le gustan esos momentos en los que se siente más libre que nunca. Luego esos dibujos pasan a ser pintura y de nuevo dibujos en una especie de ritual artístico o «batalla que me comunica todo el rato con el exterior, con el dibujo, con la pintura y conmigo misma».

Luego tras pasar varias horas trabajando aprovecha para dar otros paseos junto a la playa porque no quiere desaprovechar ningún momento de esta oportunidad y de esta tierra. Pero eso no la quita de compartir buenos ratos con sus compañeros aunque tengan que hablar en distintos idiomas. «Es un incentivo que compensa todo el esfuerzo», dice.

Recibió encantada la invitación de Sianoja para participar en esta edición, «pero ni por asomo me podía imaginar lo que me iba a encontrar. Es una maravilla trabajar en este entorno y con estas artistas tan magníficas. Estoy muy feliz», asegura esta creadora georgiana que lleva ocho años residiendo en Madrid.

Es felicidad que afirma tener la está reflejando en la obra que está preparando y que «nace de todo lo que me está aportando la naturaleza de Noja», un paisaje que le ha llevado a juntar trazos figurativos y abstractos en los que predomina el mar y el tiempo como temática principal.

Esta pintura, explica, tiene relación con lo que ha venido realizando hasta ahora. «Mi obra se puede encuadrar en el expresionismo abstracto, pero también realizo bastante obra gráfica», explica.

Si tuviera que elegir que es lo que más le inspira estos días se queda con el ruido del mar cuando golpea las rocas, un sonido que le llega cada vez que da una pincelada en el estudio que comparte con el resto de compañeros. «Estos días son un regalo», afirma, y no solo por las horas que comparte con los otros residentes. «También porque todos los que forman parte de la organización nos están tratando de lujo», concluye.

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