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La compra por parte del museo del Prado de un lienzo de María Blanchard (Santander, 1881- París, 1932) «está aprobada por el Ministerio de Cultura» y «se atiene a la legalidad», según destacan desde la pinacoteca. La adquisición no vulneraría así el decreto que estableció ... como difusa frontera entre las colecciones de ambos museos el año 1881, el del nacimiento de Pablo Ruiz Picasso. «No hay confrontación con el Reina Sofía, y mucho menos guerra», reiteran fuentes del Prado tras el gran revuelo por una compra que sí causó «sorpresa» en el Reina Sofía, que supo de ella cuando ya estaba cerrada.
Cuando Miguel Falomir tomó el timón del Prado en 2017 dejó claro que no reclamaría el 'Guernica' para la pinacoteca. «No me interesa en el Prado», dijo sobre el universal lienzo de Picasso por el que sí tenía un vivo interés su predecesor, Miguel Zugaza, que quería el 'Guernica' en el Salón de Reinos. Un empeño que le acabó costando la dirección del Prado tras tensar la cuerda con el Reina Sofía.
Una tensión que reaparece con la compra por parte del Prado de 'La Boulonnaise', obra pintada en 1929 por Blanchard, figura esencial del cubismo, y que se sitúa en la fina frontera temporal que separa la colección del Prado de la del Reina Sofía, consagrado al arte moderno. Este límite fue fijado en 1995 mediante un decreto en vigor que establecía el nacimiento de Picasso, en octubre de 1881, como divisoria entre ambas instituciones. Las obras anteriores a esta fecha son 'patrimonio' del Prado y las posteriores, del Reina. Recuerdan desde el Prado que Blanchard nació siete meses antes que Picasso, por lo que la adquisición del cuadro «no entraría en conflicto con Real Decreto de 1995» sobre el que además «hay varias excepciones».
Reiteran que la compra del Blanchard contó con el beneplácito de Cultura y es «plenamente legal». Falomir elude, sin embargo, hablar del debate y no lo hará hasta que El Prado exponga la pintura a finales de marzo, cuando muestre las adquisiciones del legado de Carmen Sánchez, que hizo posible la compra de la tela de la discordia. El Prado la compró por 70.000 euros gracias a la herencia de esta profesora que donó al museo 800.000 euros para adquirir y restaurar obras.
La compra causó «cierta sorpresa» en el museo que dirige Manuel Borja-Villel, donde aseguran que tampoco hay «malestar ni confrontación» con el Prado. Destacan, sin embargo, que Blanchard es una «figura esencial» para el Reina Sofía que tiene en su colección 15 obras de la pintora, de las que expone cinco en sus salas.
El museo dedicó en 2012 una gran retrospectiva a la artista cántabra y coeditó el catálogo razonado de sus obras en el que no figuraba 'La Boulonnaise'.
La comisaria fue María José Salazar, que rehúsa pronunciarse sobre la polémica. Sí lo hizo Alfredo Pérez de Armiñán, experto que participó en la redacción del decreto en 1995 y que declaró a 'ABC', diario que adelantó la compra, que la tela debería ir «sin dudarlo» al Reina Sofía y que la compra del Prado es «un error terrible». También cree que su lugar es el Reina Sofía Eugenio Carmona Mato, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga y experto en la pintora cántabra, aunque señala «la dificultad de delimitar la historia con una frontera». Opina, con todo, que la obra de Blanchard tiene más sentido en el Reina Sofía donde las vanguardias «son el punto de partida de su discurso y no el final».
El cuadro de Blanchard encajaría en la reordenación del Prado que anunció Falomir y en la que se incrementará la presencia de creadoras. Unas artistas secularmente marginadas en el museo, que tiene obras de 69 mujeres y de 4.928 hombres.
María Blanchard es la gran dama del cubismo español, por más que retornara a la figuración. Se marchó en 1909 a París para estudiar con Anglada Camarasa, María Vassilieff y Kees van Dongen. Se codeó allí con Picasso, Juan Gris, Diego Rivera o André Lothe, que la acogieron en el grupo de los vanguardistas. En Francia obtuvo el reconocimiento que se le negaba en España, adonde no regresaría. Como Frida Kahlo, la grave cifoescoliosis que deformó su espalda marcó su vida. «Su paso por el cubismo produjo las mejores obras de este, aparte de las de Picasso», dijo de ella Rivera, genial pintor mexicano a quien amó sin ser correspondida.
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