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Traducida a más de veinte idiomas, con éxito desde Italia a Polonia y con un millón de lectores, María Oruña presentó su primer libro en ... el Ateneo de Santander, hace ya una década. Este viernes ha regresado con el último, 'El albatros negro' (Plaza&Janés), recién publicado, para presentarlo, acompañada por el director de la entidad, repleta para la ocasión, Manuel Ángel Castañeda y el crítico Javier Menéndez Llamazares.
Una historia en la que «hay indianos, hay piratas, un misterio y un chico de Santander que acaba en Coruxo», detalló Menéndez Llamazares sin destripar el argumento de una novela que se adentra en el género de aventuras. Ese chico, de ascendencia santanderina, termina en Vigo, como protagonista de la novela y «tendrá que desentrañar crímenes», como explicó la autora, «descubriendo que el océano Atlántico es el eje entre los siglos» que contempla el relato; del XVII al XXI.
«Es muy deliberado el guiño a Stevenson o Verne» reconoce la gallega a la que le gusta describir a los personajes «con diversas técnicas». Los diálogos, el narrador neutro, la acción… «Contrastes que voy encontrando en la vida real», dijo. Defiende que una novela tiene que tener capas; la ambientación, el lenguaje, la credibilidad de lo que se cuenta, cómo se sustentan los personajes; «Un compendio de muchas cosas, no puede ser solo desentrañar quién es el asesino».
En su vida, nada nostálgica, «un poco bipolar», que combina soledad y atención a los medios en cada fase, publicar un libro por año «es una barbaridad» y más «con una promoción con la que yo hago», que son cuatro o cinco meses al año en España, más lo que se añade en Europa o Latinoamérica. Viajes en los que a veces le acompaña su familia, como en este a Cantabria, algo que celebra «porque el hotel es algo muy solitario».
«Soy el resultado de mis lectores, son los que me han traído hasta aquí», defendió. En las firmas «se cristaliza algo que es solo imaginario cuando escribo», indicó la escritora, que mantiene un contacto constante con ese público al que escucha con atención. «Intento aprender y mejorar constantemente».
Respecto a los premios, sin «titulitis» a los que no da mucha importancia, reconoce que para ganar «hay que jugar para ganarlos», algo que no hace, pero con ellos o sin ellos, «si el libro no es bueno, en dos meses está fuera», por eso, «confío en mis historias y codicio hacer que perduren».
Acostumbrada a despedirse de una novela cuando la termina y «pasar a otro mundo» con facilidad, encasillada por el mercado, en cierto modo, en la novela de misterio, ya sabe cuál será su próximo trabajo en el que ya está trabajando y del que no dio pistas, si bien adelantó riendo: «Muere alguien».
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