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Iñaki Esteban
Martes, 10 de mayo 2022, 10:05
Andy Warhol insistía en quitarse importancia como artista. No creaba imágenes. Las pirateaba de los medios, de la publicidad y de los objetos de la sociedad de consumo, aunque les diera un tratamiento reconocible a primera vista. Lo valioso estaba en la fama y el ... dinero, no en cosas superficiales como su propia pintura. «No hay ningún significado detrás», repetía. Sin embargo, desde su muerte en 1987, los museos y el comercio del arte no han dejado de mimar tanto su figura como su producción industrial en su taller, The Factory. Se han censado unas 8.000 obras a las que se puede atribuir su autoría y cada una de ellas sigue subiendo en cuanto a su valor.
Christie's subastó ayer en Nueva York uno de sus cuadros por 184 millones de euros (195 millones de dólares), lo que marca el récord en cuanto a las obras del siglo XX vendidas en subasta y se quedará en el segundo puesto de la clasificación absoluta, por detrás del controvertido 'Salvator Mundi' de Leonardo. La precisión «en subasta» es para subrayar este factor porque otras obras de Willem de Kooning, Jackson Pollock y Mark Rothko han superado esas cifras en transacciones privadas. El récord de Warhol en subasta está de momento en los 105,4 millones de dólares de 'Silver Car Crash (Double Disaster)' de 2013.
La obra se titula 'Shot Blue Sage Marilyn', mide aproximadamente un metro por un metro y forma parte de una serie de cinco ejemplares en distintos colores. ¿Qué le hace tan especial a esta Marilyn de 1964? Primero, el tema del retrato, la actriz estadounidense, el fetiche del artista. «No, no creo que esté representando a uno de los 'sex symbols' de nuestro tiempo. Es bella, eso es todo», dijo Warhol sobre su predilección por Marilyn Monroe.
No, no era del todo cierto. El pintor de las estrellas y de la gente rica, previo pago, era también un autor de tragedias, como demuestran sus series de accidentes de coche y de sillas eléctricas.
Marilyn era mucho más que un cuerpo. Representaba la cara B de la fama y el dinero. La muy amada mujer sufrió violencia de género y se suicidó en 1962 con barbitúricos. Todo está en el trasfondo de la obra que se subastará hoy, basada en la publicidad de la película 'Niágara'.
Además, el cuadro es una obra tiroteada y no hay muchas en la historia dentro de esta categoría. La 'performer' Dorothy Podber estaba de visita en The Factory, vio la serie y le preguntó a Warhol si podía «disparar». 'Shoot' en inglés vale tanto para disparar una pistola como una cámara fotográfica. Al artista ni se le pasó por la cabeza que Podger podría tirar con bala. Pero lo hizo, intentando agujerear los entrecejos, según el 'fijo' de la Factory Billy Name.
Solo uno de los cinco cuadros quedó sin marca de bala. El pintor de la peluca albina reparó el resto. Pero más allá de los daños, el suceso conserva un alto valor simbólico, y por tanto monetario. También a él le tirotearon en la Factory, en 1968, lo que le dejó al borde de la muerte. Warhol y Marilyn unidos por las heridas de bala: una historia con encanto para ricos coleccionistas.
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