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Como en otras ocasiones (no siempre) el jurado del premio Cervantes ha otorgado el galardón más prestigioso de las letras españolas a uno de esos escritores que forman parte del canon literario de las últimas décadas. Por fin Álvaro Pombo recibirá el premio, y no ... porque no lo haya merecido desde hace años. En esta convocatoria, su candidatura por la Real Academia Española era unánime. Y varios críticos notables habían solicitado para él el galardón, que culmina una obra mayor, una trayectoria poética, novelística y ensayística original y profunda, con una singular coincidencia entre crítica y público. Su trayectoria es de las más extensas y prolíficas entre los autores en castellano, con casi medio siglo de publicaciones, acompañada por una extraordinaria bibliografía crítica nacional e internacional.
Acaso no sea muy conocido –pero se trata de un dato extraordinariamente relevante– que Pombo tiene dieciocho obras traducidas a un total de trece idiomas: francés (con 10 obras traducidas), neerlandés (7), alemán (6), inglés (4), portugués (3), rumano (3), ruso (2), sueco (2), italiano (2), griego (1), noruego (1), polaco (1) y serbio (1), convirtiéndose sin duda en uno de los escritores españoles más traducidos. Entre sus once novelas traducidas (no tenemos en cuenta por tanto relatos cortos o poesía), destacan las diez traducciones de 'Donde las mujeres' y las siete de 'El héroe de las mansardas de Mansard'. La Feria de Frankfurt de 1985 le dio a conocer en el ámbito internacional. El autor fue entonces, para Herralde, su editor en Anagrama, «la vedette internacional incuestionable, algo que no había sucedido jamás en la historia de la edición española».
Pombo ocupa un lugar un tanto excéntrico en la literatura española, por formación, influencias y resultados creativos. Cuando en 2002 fue elegido académico de la RAE, su director, Víctor García de la Concha, le valoró como «un novelista que ya está en el canon, un hombre que no está encasillado en ningún movimiento. Es él; sólo se parece a sí mismo». Figura hace tiempo en las historias de la literatura contemporánea como uno de los nombres propios de la renovación novelística en España a partir de los setenta, con títulos tan relevantes como 'Relatos sobre la falta de sustancia' (1977), en los que se adelanta, por ejemplo, al concepto de «levedad del ser», de Milan Kundera.
El autor santanderino ha creado aquello que es definitorio de los grandes escritores, un mundo literario propio, una voz única, personal y distinguible. Para él, la literatura no es sólo asunto de forma y estilo, sino de ideas. En su obra se articula la crítica hacia una burguesía decadente, la indagación en las relaciones afectivas y sexuales y la reflexión sobre la identidad humana: sus personajes se muestran desde su interior y en las intimidades de su conciencia, afectados por sentimientos a menudo ocultos, reprimidos o impostados. A través de la llamada 'psicología-ficción' se produce el encuentro entre la fenomenología y el conocimiento del individuo y su contexto. Entre sus temas recurrentes están las relaciones padres-hijos, la homosexualidad, la ausencia de amor o la soledad, siempre con un tratamiento filosófico, profundamente observador, a veces metaliterario, mediante una lengua trabajada y a veces reinventada, rica en oralidad y lirismo.
Aunque la poesía es la parte menos conocida de su producción, en modo alguno es menos relevante que su prosa, tanto por su singularidad expresiva como porque aparecen en ella temas esenciales de su pensamiento: el problema de la existencia y la trascendencia, el aislamiento interior, el sentimiento de culpa, las limitaciones humanas. Para Ernesto Calabuig, es su poesía «la que mejor nos aclara desde dónde escribe». Masoliver señala que, «aislada de las grandes tradiciones, la poesía de Pombo representa una de las más originales aventuras y una de las más intensas desdramatizaciones de la condición humana».
Asimismo, como es bien sabido, Pombo es un personaje 'mediático', conocido por sus intervenciones televisivas y radiofónicas, su chispeante gracia y su fina inteligencia, de ahí que pocos escritores actuales en España tengan una hemerografía tan amplia y variada, con numerosas reseñas, notas de prensa y entrevistas. Aparte de sus valores literarios, debe destacarse la implicación de Pombo con su tiempo, a través especialmente de sus artículos periodísticos y de una obra de ficción que no rehúye temas candentes a los que aporta su pensamiento desde su perspectiva de cristiano, filósofo y homosexual. Así, por ejemplo, en 'El cielo raso', uno de los temas es la renovación que la Teología de la Liberación ha supuesto para el cristianismo: una teología verdadera disuelve muchos de los problemas morales planteados tradicionalmente, por ejemplo, sobre la homosexualidad. En otra novela, 'Contra natura', aborda la homosexualidad masculina en diferentes generaciones.
Como ensayista, Pombo, formado en Filosofía, ha abordado en sus artículos problemas de honda trascendencia como la creación literaria ('La creatividad literaria') o la idea de Dios ('La ficción suprema'). Ha sido además coherente con sus influencias literarias, apadrinando en España la publicación de varias novelas de su admirada Iris Murdoch.
En definitiva, los motivos se acumulan en la justificación de este premio Cervantes para Álvaro Pombo, escritor santanderino, inglés, castellano y madrileño. Desde hace más de medio siglo, un hombre para las letras, que sigue mirando al mar, fabulando con su infancia, reviviendo sus lecturas de Eliot, Sartre y Rilke, construyendo un mundo propio desde el que interpretarse. Un escritor, ya, merecidamente, del exclusivo club de los Cervantes.
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