Marivi Ibarrola: Yo disparé en los 80

Es mucho más que una muestra sobre la Movida. Son imágenes muy habitadas en las que confluye la crónica, lo generacional, los sonidos de fondo, escenas y escenarios y un poliédrico retrato colectivo en el que la época, las inquietudes, la creatividad y, especialmente, la música atraviesan el gesto, lo imperecedero de una atmósfera y de un tiempo. Bajo el epígrafe 'Yo disparé en los 80', a modo de álbum representativo, asoman testimonios, espejos y una sucesión de trayectos cruzados donde afloran nombres, espacios y el rastro que construyó una banda sonora generacional con varios himnos en los registros. PHotoEspaña 2023, en su extenso programa expositivo que oficialmente abarca de junio a septiembre y que se extiende por otras sedes, como el caso de Santander en su quinta edición, a lo largo de septiembre y octubre, cuenta con muestras previas como la inaugurada el pasado mes de abril en Madrid. La fotoperiodista Marivi Ibarrola «se movió como pez en el agua entre escenarios y salas de conciertos para capturar la intensidad del Madrid de los 80». Hace una década publicaba un libro con las imágenes que recorrían los microuniversos de ese tiempo.

Los artistas y personajes emblemáticos de aquello que acabó llamándose La Movida Madrileña: Antonio Vega, Radio Futura, Alaska, Loquillo, los hermanos Urquijo de Los Secretos, Gabinete Caligari, Siniestro Total, Glutamato Ye-Yé, La Frontera, Aviador Dro o Los Pistones, entre otros muchos, asomaron entonces y forman parte ahora de la exposición. En este sentido, 'Yo disparé en los 80' está concebida como «un viaje fotográfico, a partir del archivo de Ibarrola, que recorre la escena musical y cultural de aquellos intensos y juveniles años. Desde la visita de Andy Warhol a Madrid, el concierto mítico de Derribos Arias en la Escuela de Caminos o las noches del Rock-Ola, hasta el plató de La Edad de Oro o el último concierto de Eduardo Benavente con Parálisis Permanente, dan forma a un retrato coral del Madrid de esa década. Ibarrola inició su carrera como fotoperiodista a comienzos de esa década y capturó con su cámara una generación de artistas que transformaron la cultura joven española. Sus fotografías ilustraron publicaciones como Rock Espezial, Ruta 66, Muskaria, Rockdelux, también medios de prensa como Diario Vasco, Diario 16, revistas míticas como Interviú, Madrid Me Mata, Tintimán y multitud de fanzines.

Con el don de la ubicuidad y a través de lo que ella misma llama 'rock peatonal' (a pie de calle), Marivi supo conectar con la escena cultural más underground del momento. Como periodista y fotógrafa estuvo allí y supo captar la esencia de cada personaje en momentos cargados de enorme espontaneidad. Cámara en mano – ciencia manual y analógica y sin iluminación por aquel entonces– y siendo una de las poquísimas mujeres fotorreporteras, su obra «plantea un recorrido libre» por la ciudad. En el citado libro, que en su día fue editado por la división literaria del sello musical Munster Records (Munsters Books), recoge una selección de su archivo personal y es un cercano retrato de un período intenso y esencial en el devenir de la escena musical y cultural española de los últimos treinta años. Cada una de las fotos, en su mayoría inéditas, va acompañada de un texto escrito por gente partícipe de aquellos años: Diego A Manrique, Alaska, Loquillo, Patricia Godes, Jaime Urrutia, Ignacio Juliá, Cristina Lliso, Germán Coppini, Santi Carrillo, Julián Hernández, Josele Santiago, Sabino Méndez, Jaime Gonzalo, Mikel Erentxun…

El listado de grupos y personajes retratados que aparece en la obra es ingente: de Ángel y las Guays, RIP, Hertzainak, Odio, Basura, La Polla Records, Eskorbuto, The Nativos, a Alphaville, a Los Monaguillos, Los Coyotes, The Damned, Malevaje, pasando por Pata Negra, Burning, La Orquesta Mondragón, Kike Turmix, Alberto G. Alix o Rossy de Palma. La Movida Madrileña, subversiva o no, es una referencia obligada en cualquier crónica de las últimas décadas del siglo XX, en especial las que discurren tras la muerte del dictador. La muestra, que se exhibe en el Espacio Serrería Belga, reúne ejemplos emblemáticos, nombres imprescindibles y exponentes que contextualizan lo simbólico de un periodo. Es, por ello, una fotografía periodística, que sirve de crónica y de reflejo de una serie de hechos sociológicos. La transformación de la cultura joven española, el antes y después social y el retrato de la escena musical española. Son 54 fotografías de la Movida y mucho más.

En Santander, a través del Archivo Lafuente, en pleno verano de la pandemia, se exhibió desde la aportación de un testigo excepcional –el influyente periodista musical Jesús Ordovás– la muestra 'Esto no es Hawaii'. Una cita sobre algunos de los grandes hitos de la Movida madrileña desde la trastienda y hasta la primera fila del movimiento (el primero plenamente pop de la historia de España). Y otra cita importante del Archivo Lafuente fue la que reflejó la explosión cultural, de libertad y de reivindicación urbana de la Movida Madrileña a través de algunas de las publicaciones míticas de Miguel Trillo, quien convirtió en los años 80 a los personajes anónimos en su objetivo primordial: Rockocó, Callejones y avenidas y Madrid, las calles del ritmo fueron fanzines con los que el autor «trazaba un intento de representación de una sociedad que ha evolucionado desde la humana necesidad de pertenencia al grupo».

Marivi Ibarrola (Nájera, La Rioja, 1956) ha confesado a menudo que tiene el ojo pop y que su pasión siempre ha sido y será la fotografía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid en unos años de contracultura, en los que triunfaban Derribos Arias, Los Secretos, Radio Futura, Golpes Bajos u Obús, tuvo a punto el objetivo y el punto de mira oportuno para ir llenando sus maletas de imágenes que han reflejado conciertos, públicos y esa trastienda que sin saberlo estaba haciendo historia social y cultural. «No solo era música, la Movida era mucho más», ha subrayado en ocasiones. Las vestimentas, las propias letras de las canciones, las tribus asociadas a cada terreno musical acotado, las exposiciones, los locales de moda, la pintura, el diseño de las portadas de disco, los fanzines y las revistas. A su juicio, tras el movimiento de esos años hubo mucho más, muchísimo más que a lo que siempre se ha reducido la Movida. «Era una mensaje ante la vida, una forma de estar, un camino por el que andar». Ibarrola cree que sus fotografías dejan claro que los ochenta fueron más que ese aire de frivolidad y banalidad. Ella se adentró en la fotografía a través de amigos, caminó por el arte conceptual, el periodismo gráfico algo más enlatado y otros campos, «pero siempre con el estilo, el arte y su mirada pop». En sus intervenciones estos días a través de PHotoEspaña o desde tribunas madrileñas, Marivi Ibarrola refiere que más que de creación ella observó una «actitud dominante en los protagonista de aquella época».