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Hay una Maruja Mallo más aparente: la anticonvencional, rebelde, inteligente, también divertida y versátil. Detrás está la artista de técnica intachable, perseguidora y exploradora ... que transgredió desde el arte hasta generar las dimensiones de una mujer moderna. Esta artista surrealista, singular y fascinante, trazó una trayectoria única, desde el realismo mágico a las configuraciones geométricas y fantásticas de su ultimo tramo creativo. Pero, sobre todo, como subraya Manuel Segade, director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la artista gallega representa «el imaginario de la generación del 27, la artífice que produjo «su cultura visual». Proyecto artístico y proyecto vital encarnados en una iconografía propia y ajena. En lenguaje coloquial, del pueblo, como hubiese dicho la propia Mallo, la artista estuvo en 'todas las salsas'. Epicentro y activista, crítica y creadora. 'Máscara y compás', como reza el epígrafe de la exposición que hoy abre al público el Centro Botín, en coproducción con el Reina Sofía, en la que se postula como la retrospectiva más completa a través de sus Pinturas y dibujos de 1924 a 1982.
La muestra 'Maruja Mallo. Máscara y compás. Pinturas y dibujos de 1924 a 1982'. Hasta septiembre. Centro Botín, coproducida con el Reina Sofía. Un centenar de pinturas y dibujos.
Aportaciones Incluye obras de museos nacionales e internacionales y numerosas colecciones privadas. Además de documentos, fotografías y escritos de la propia artista conservados en el Archivo Lafuente.
Un proyecto que ha conllevado una ardua labor de localización e investigación, dado lo dispersa de la obra de Mallo. Su exhibición, ahora en Santander y desde el otoño en Madrid, respeta las series (con sus respectivos elementos complementarios) que edificó la artista y el orden identitario de su trayectoria creativa: la mujer, la transgresión, el humanismo revolucionario, los significados, también equívocos, tras la obra de una persona libre. La propuesta expositiva que, con un criterio arquitectónico, ha transformado la gran sala del Centro Botín, atemperando la luz, reúne más de cien obras entre pinturas (84) y dibujos, que permitirá redescubrir a Maruja Mallo, ofrecer nuevas lecturas y abrir un definitivo camino para resituar a la artista que fue figura central y cuya dimensión «nunca se agota», tal como destacó Patricia Molins, comisaria y auténtica maestra a la hora de reinterpretar a Mallo más allá de lo meramente biográfico.
El objetivo del proyecto es saldar la «deuda histórica» que mantiene el arte con Mallo. El proyecto responde a ese «deber fundamental», según recalcó Segade. El director del Reina se refirió a la pintora como epicentro de esa Edad de Plata en el que Mallo hizo a «la mujer protagonista» y encabezó a su vez «una Edad de Oro femenina no reconocida». Creó, asimismo, «una épica femenina» inexistente en épocas anteriores, en las que el imaginario había sido acaparado por hombres.
La exposición, entre sus singularidades, pone el foco en las obras producidas durante su exilio en Buenos Aires y sus viajes, a partir de 1937, por el Pacífico, Uruguay y, sobre todo, Brasil, donde conoce paisajes y poblaciones que le fascinan por su variedad física y su sincretismo cultural y racial. A partir de este momento, se propone «crear un método sistemático de representación de una nueva humanidad».
El itinerario que propone la exposición santanderina testimonia la diversidad iconográfica de la artista. En el trayecto destaca la serie 'Las Verbenas' (cinco escenas) que se presentan por primera vez de forma conjunta -aunque una de las piezas se halla ahora en la muestra de la Fundación Mapfre en Madrid- desde que se expusieron en 1928 en la Revista de Occidente. El itinerario comienza con su paso por la Academia de San Fernando, donde Mallo estudia con profesores como Chicharro o Romero de Torres, cuya huella postimpresionista está presente en sus primeras pinturas.
Y la pluralidad queda compartimentada en sus series como 'Cloacas y campanarios', 'Arquitecturas minerales y vegetales', sus 'Naturalezas vivas', 'La religión del trabajo' y sus 'Máscaras'.
En el juego de espacios que la Fundación ha diseñado para mostrar la obra en el edificio de Renzo Piano, la sala que mira a la bahía (siempre consideró al mar «como el origen de la vida») contiene retratos fotográficos de la artista, más la escenografía de 'Clavileño', las imágenes de las maquetas del escenario y los figurines, acompañadas de una réplica del teatrillo. La huella de lo teatral fue un factor inherente a la pintora. La heterogénea producción de la maga, genial y visionaria Maruja Mallo (Viveiro, 1902- Madrid, 1995), pintora, escritora, ceramista, capaz de romper moldes en terrenos adscritos al ecologismo y feminsmo, «difuminó los límites entre lo popular y lo vanguardista, entre estética y política». La universalidad de las aspiraciones humanas; la consideración del mundo como un sistema ecológico interrelacionado que debe ser preservado; y el poder del arte para revelar aspectos desconocidos de la realidad, son ejes fundamentales de su obra. Revive a través de la más importante muestra dedicada a la artista, agitadora que aportó su genio a la generación que luego la ignoró como sucedió con María Zambrano, Rosa Chacel, o Concha Méndez.
«Es flagrante que se hubiera hecho una muestra como esta. Mallo no era una locatis que se pintara como una puerta; ella misma era una obra de arte que fascinaba e los años, veinte y fascina ahora», apuntó Molins. Mallo -su verdadero nombre era Ana María Gómez González- «de curiosidad insaciable, logró reflejar las preocupaciones de su época y anticiparse a muchas de las que nos inquietan hoy, imaginando un mundo más justo, inclusivo y sostenible y da respuesta a y todos los desafíos». En los trayectos se revelan «desde los escenarios de los barrios populares de Madrid a las tierras del extrarradio, para acabar en el cosmos, el no lugar por excelencia, profundizando en la cadena que une al ser humano con lo más lejano». Además, «creó algunas de las imágenes más inclasificables y fascinantes del siglo XX y de absoluta actualidad, anticipando los conflictos raciales, de género, ecológicos e identitarios que hoy nos preocupan», según Molins.
La exposición cuenta con obras de colecciones del Reina; el Art Institute of Chicago; el Centro Pompidou, el Nacional de Artes Visuales de Montevideo; el Museo Benito Quinquela Martín y el Museo de Arte Latinoamericano, ambos en Buenos Aires; el Museo Patio Herreriano, en Valladolid; el Museo Provincial de Lugo, entre otros, así como numerosas colecciones particulares. En Madrid la muestra mantendrá un formato y un criterio idénticos pero será más amplia, dadas las posibilidades del espacio, y atenderá a la parte documental de la artista, conservada por el Archivo Lafuente. Ese fondo Maruja Mallo, que hoy ya pertenece al Museo Reina Sofía, está compuesto por más de 750 ítems entre los que hay cientos de obras originales, fotografías (años 40), correspondencia, libros y catálogos (años 20-70), y finalmente, artículos de prensa relacionados con la vida y la obra de la artista.
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