Secciones
Servicios
Destacamos
La creación y dirección del Coro Campesino Voces Cántabras (1924), el pensamiento musical plasmado en sus escritos y el que realizó como etnógrafa en su labor de recopilación y armonización, «imbricando lo académico y la transmisión oral», constituyen los pilares de una investigación ingente en torno a la figura de Matilde de la Torre como pedagoga y recopiladora a nivel musical. Zaida Hernández-ÚrculoRodríguez (1979), investigadora y profesora de la Universidad de Cantabria, licenciada en Historia del Arte y en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad de Oviedo, es la autora de este trabajo que tiene su origen en 2009 y que se plasma ahora en un volumen, junto a un CD y DVD, que ahonda en Matilde de la Torre (1884-1946), la escritora, etnógrafa, docente y diputada cántabra en el Congreso de los Diputados (1933 y 1936). Una figura cuyo activismo y pensamiento político, que desarrolló en el entorno local, regional y después estatal, así como su magisterio al frente de la Academia –siguiendo los preceptos de la Institución Libre de Enseñanza– marcaron su labor. La obra, editada en la Colección Carlos Martín Ballester, tendrá su puesta de largo en el palacete Conde San Diego de Cabezón de la Sal el próximo miércoles, día 24, con la presencia de la autora y las intervenciones de Víctor Reinoso, Margarita Revuelta y Carlos Troyano. En Santander la obra será presentada en el Ateneo el próximo de junio.
La investigación de Hernández-Urculo configura un reflejo de ese legado a través de la citada huella del Coro, del pensamiento musical de Matilde de la Torre y su acción. La filmación y los audios contenidos en el CD y DVD fueron grabados en 1932 por el etnomusicólogo Kurt Schindler junto con el Centro de Estudios Históricos y la Universidad de Columbia, constituyendo hasta el momento los únicos documentos directos que atestiguan su trabajo: el resto desapareció tras su exilio a México en 1940. El proyecto tiene su construcción a través de cerca de 400 páginas, con profuso material fotográfico y documental, «en gran parte inédito», en el que se analiza su figura a través de su pensamiento musical. Prologado por Joaquín Díaz, contiene un CD con 20 grabaciones (procedentes de los fondos de la Biblioteca Tomás Navarro Tomás del CSIC) y un DVD con una filmación inédita de las danzas de Cabezón de la Sal, Ruiloba y Llanes, realizada en 1932. Esta incursión en el legado musical de Matilde de la Torre tiene como punto de origen la Ronda Salines, de Cabezón de la Sal. Ese estudio inicial empieza a «crear el hilván del legado musical de Matilde: un hilván siempre se puede corregir antes de coser, y es en realidad lo que es una investigación, cortar un patrón hecho con datos que se corrigen con la aparición de los nuevos», apunta.
En su intensa y activa incursión en la documentación archivística, gráfica, audiovisual y de fuentes orales, destaca la labor de las fuentes orales –Gabriel Morante Portugal, Jaime Pérez Posadas, Mariano Alfonso González o Marisa Fernández Sánchez– y de aquellos que han conseguido trabajar directamente con las fuentes orales coetáneas o descendientes directos, como José Hernández Úrculo.Las fuentes que aprendieron por transmisión de lo oral y de «las vivencias musicales y personales de aquellos que estuvieron junto a Tilduca son testimonios claves para contrastar y dilucidar muchos de los datos que están en el libro, y que, sin ellos, sería prácticamente imposible conocer». La estructura de la obra ha tratado de establecer algunas claves basadas en su pensamiento musical y cómo lo desarrolló a través de la creación de la Academia Torre y del Coro Campesino Voces Cántabras en 1924. Matilde creó las bases pedagógicas muy influenciada por la Institución Libre de Enseñanza, a su vez vinculada a las corrientes europeístas que propugnaban la enseñanza reglada del aprendizaje: «La escuela educa, pero el arte, crea», decía en uno de sus discursos. Su pensamiento se plasma también a través de los numerosos artículos que dejó escritos en El Cantábrico: 'Semicorcheas folklóricas', 'Orfeónica' o 'Pentagrama'.
Zaida Hernández-Urculo refiere que en el trabajo se integra numerosa documentación inédita que «ayuda a tejer la historia del legado de Matilde, porque ella misma fue quien bebió de las fuentes orales para crear el Coro Voces Cántabras, las cuales coreografió, (re)construyó y modificó para adaptarlas al escenario o a la idea que quería reflejar». El apogeo vino a partir de 1929, cuando la figura de Matilde y del Coro Campesino empiezan a tomar una mayor relevancia en el discurso folclórico de aquel momento.
En ese año será –destaca la autora– cuando acudan a la Exposición Internacional de Barcelona (1929) y, posteriormente, participen en los cursos de verano de Santander para extranjeros, de los que surgirá la vinculación con la English Folk Dance Society, y los investigadores Douglas Kennedy y Violet Alford, y que mantendrá durante años. Esta ligazón lleva al Coro y su proyecto a Londres con grandes dificultades, actuando en el Royal Albert Hall en enero de 1932. Ese año también será clave para el Coro: «En agosto de 1932 el etnomusicólogo Kurt Schindler viaja desde la Universidad de Columbia con una grabadora y unos discos de aluminio realizados exprofeso por un equipo de ingenieros de la Fairchild Aerial Company para grabar los dialectos y las canciones folclóricas (folk songs) de España y parte de Portugal. La maleta viaja hasta la casa de Federico de Onís, en Madrid, y espera la llegada de Kurt Schindler, que recorrerá ese verano el norte del país junto con Eduardo Martínez Torner y Menéndez Pidal».
Llegan a Cabezón de la Sal el 15 de agosto y realizan grabaciones en dos localizaciones: Casar de Periedo y Ruiloba. En ambos lugares graban audio y vídeo, y los documentos que atestiguan su paso por Cantabria «son únicos en la más extensa de las acepciones, puesto que de la filmación solamente se conoce la copia restaurada por la Biblioteca Tomás Navarro Tomás del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, en Madrid», apunta la investigadora. El proyecto de Matilde de la Torre y la actividad del Coro «decaen a partir de su entrada como diputada en el Congreso en 1933, aunque la documentación inédita encontrada, revela que mantuvo muy activa la faceta musical tratando de crear la Sociedad Folklórica junto a Martínez Torner, en plena Guerra Civil».
La música acompañó a Matilde a lo largo de toda su vida, como refleja la lectura de documentación pero, sobre todo, los testimonios directos. Una imagen que lo ilustra es la de la biblioteca de su casa, escuchando a su madre tocar el piano, extraída de su propio testimonio y que recordaba en plena Guerra Civil.
Máster en Música, Comunicación e Instituciones en la España Contemporánea, Zaida Hernández-Úrculo obtiene una beca de Investigación Severo Ochoa que le permite trabajar en la Universidad King's College de Londres (con Emma Dillon) y en la de Birmingham (con Anthony Clarke). Ha participado en diversos grupos de investigación de la Universidad de Oviedo, en proyectos del Laboratorio de Sonido de la EPI de Gijón y de la Biblioteca Tomás Navarro Tomás (CSIC), y en numerosos congresos y seminarios de divulgación científica; además de impartir conferencias y escribir artículos y libros. El libro se estructura a través del retrato de Matilde de la Torre y la música, lo folclórico y los orfeones, la etapa de esplendor del Coro, el patrimonio sonoro y fílmico y el epíligo musical que incluye, entre otros apartados y reflexiones, una mirada al papel de la mujer en la música tradicional cántabra. En la labor de recopilación del patrimonio, sostiene Zaida Hernández-Úrculo, «también deben consignarse otros nombres que, junto al de Matilde, contribuyeron –con sus luces y sus sombras– a la recopilación, mantenimiento y difusión del patrimonio inmaterial de Cantabria desde finales del XIX hasta mediados del siglo XX, entre los que se encuentran Amós de Escalante, Ramón Ortiz de la Torre, Delfín González, Nemesio Otaño, Jesús Cancio, Ramón Menéndez Pidal, Eduardo Martínez Tomer, Marcelino Menéndez Pelayo, Kurt Schindler, Sixto Córdova o Ramón Laza. Sin su labor, la pérdida de este patrimonio –o al menos el testimonio de su existencia– habría sido irreparable».
El trabajo, ahora plasmado en la publicación, se ha basado en fuentes bibliográficas, documentales, hemerográficas, gráficas y orales «tratando de dar una visión lo más objetiva posible». La recopilación de los artículos de prensa regional, nacional e internacional, a través de los cuales se ha intentado condensar la trayectoria periodística de Matilde de la Torre, ha sido «una de las claves para entender e imbricar el trabajo etnomusicológico realizado», subraya la autora. En su elaboración, han sido clave las fuentes orales, recogidas entre 2009 y 2021, que «han ayudado a resolver aquellas cuestiones que la documentación archivística no puede esclarecer».
La investigadora resalta en sus reflexiones que Matilde de la Torre «se enfrentó a una sociedad poco habituada a tener cabezas pensantes vestidas de mujer. Culta e implacable en su pensamiento político, el golpe militar de 1936 le obligó a llevar su coherencia ideológica hasta sus últimas consecuencias: el exilio». La participación en la política como diputada en el Congreso, así como la dirección que asumió del Coro Campesino o la participación activa en su formación, dan a conocer, junto con sus escritos –señala Hernández-Úrculo– «a una persona que se acostumbró a adquirir compromisos sociales que muy pocos estuvieron dispuestos a respaldar».
El trabajo abordado durante los últimos 13 años pretende de este modo «conectar su faceta política y cultural», con una labor esencial de documentación y de campo. Por ejemplo, ha permitido conocer que en el corpus organizativo del Coro Campesino incluyó a los coralistas que incluso constituyeron parte de la Junta Directiva. Asimismo, algunos cargos docentes y técnicos fueron ejercidos por mujeres: «Matilde asumió la dirección de los Coros Campesinos en general, María Aguirre Gómez fue la Directora de las Danzas infantiles de niñas, que formó parte de las Danzadoras guiantes (sic) junto a Josefina Aguirre y Josefina Vélez».
En la investigación se destaca que la labor pedagógica que ejerció Matilde estuvo directamente relacionada con su pensamiento político y con una influencia directa del doctor Madrazo. A juicio de la profesora, su labor musical «coadyuvó al proceso de construcción de la identidad local, que pasó a ser regional, puesto que algunos de los bailes que interpretaron han quedado en la memoria colectiva de Cantabria».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José Antonio Guerrero | Madrid y Leticia Aróstegui (diseño)
Rafa Torre Poo, Clara Privé | Santander, David Vázquez Mata | Santander, Marc González Sala, Rafa Torre Poo, Clara Privé, David Vázquez Mata y Marc González Sala
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.