Califica de «extraordinarios» a los seis pianistas que alcanzaron la final del Concurso Internacional de Santander. Y a sus interpretaciones, como «un verdadero regalo». Su apoyo al piano, desde que fundara el certamen en 1972, lleva camino de cumplir medio siglo. A través de la ... Fundación Albéniz, Paloma O'Shea, su presidenta, mantiene una intensa actividad a sus 82 años. La Escuela de Música Reina Sofía, que fundara al comienzo de la década de los noventa, el Centro de Archivos y Documentación Albéniz y el Encuentro de Santander Música y Academia siembran su apasionada capacidad para promocionar la música española. Tras concluir esta brillante edición del Concurso Internacional, O'Shea, que inició los estudios de piano a los 5 años, ya sólo piensa «en ayudar a los ganadores a abrirse camino». Entre las espinas clavadas se halla ese centro musical para Santander que el paso del tiempo y la crisis se llevaron por delante: «Ahora -sostiene- no veo las condiciones para que se pueda retomar». Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, la Marquesa de O'Shea desde hace una década, no se considera mecenas, sino «una trabajadora del sector». En el camino ha creado y potenciado tribunas y plataformas para fortalecer la cultura y la música en particular, caso del Premio Yehudi Menuhin a la Integración de las Artes y la Educación, el Instituto Internacional de Música de Cámara de Madrid, o el portal Classicalplanet.com. En 1987, creó la Fundación Albéniz «para integrar y coordinar todos estos programas y para reunir los esfuerzos de empresas privadas e instituciones públicas en un proyecto común de servicio a la sociedad a través de la cultura y la educación». Sobre la cacareada y postergada Ley de Mecenazgo, la artífice de la modernización de la educación musical en España lo tiene claro: «Cuando un ministro de Cultura promete una ley de mecenazgo, yo digo: estupendo, pero mejor esperamos a que lo prometa también el de Hacienda, que es el que acaba siempre diciendo que no».
-¿Qué valoración hace de la XIX edición del Concurso?
-Creo que ha sido una de las mejores ediciones, si no la mejor, en todos los aspectos. La organización ha funcionado muy bien, el público se ha volcado de manera impresionante, llenando la sala y escuchando a los pianistas con un silencio que no se encuentra fácilmente en otros sitios de España e incluso de Europa. Y lo más importante: tenemos un ganador que es un fantástico pianista, un músico inquieto y una persona bien asentada. Los premios segundo y tercero son también muy buenos y hay magníficos músicos entre los finalistas e incluso entre los que no llegaron a la final. No puedo estar más contenta.
-Con su experiencia, ¿qué destacaría como rasgos singulares que han caracterizado a esta edición?
-Sobre todo, como le he dicho, el altísimo nivel de los concursantes. En estos cincuenta conciertos se ha oído muy buena música. Es interesante también que la procedencia de los concursantes esté tan repartida. Los «veinte de Santander» venían de trece países, que son muchísimos.
-Muchos piensan que hay demasiados concursos y que el impacto conseguido por ganar uno dura tres meses, lo que tardan en llegar a las salas de conciertos nuevos ganadores. ¿Lo cree usted así?
-Yo no pienso así. Esto no es una tarta que si se reparte entre más toca a menos. Al contrario. En la música, y en la cultura en general, cuantos más seamos, mejor. Nunca ha habido en el mundo tantos conciertos, tantas orquestas, tantos ciclos de cámara como ahora. ¡Hay sitio para todos! y, si se multiplican los concursos, tanto mejor.
-¿En la música se camina también hacia una globalización que puede desembocar en una cierta uniformización técnica?
-La música la hacen las mismas personas que viven la revolución tecnológica y tienen, además, la facilidad de viajar. Por lo tanto, la música sigue los mismos procesos de globalización y las escuelas nacionales no están tan diferenciadas como antes. De todas formas, la tradición rusa sigue siendo muy fuerte. La diferencia empieza en la fase infantil. Detectan a los niños de gran talento enseguida y tienen profesores muy buenos especializados en ese tipo de enseñanza.
-Usted, como pianista, tendría sus favoritos, supongo.
-Tengo mi opinión, pero como presidenta del Concurso no tengo derecho a expresarla. De lo que puede estar seguro es de que estoy encantada con el resultado y de que voy a volcarme, como hago siempre, por ayudar a los ganadores a abrirse camino.
-¿Busca nuevas direcciones en su compromiso con la música de nuestro tiempo?
-La música solo es una. La distinción entre clásica y contemporánea es un espejismo. Bach, Schubert y Schönberg también fueron 'contemporáneos' en su día. Creo que, a la hora de programar, la música de nuestro tiempo debe estar siempre presente y se debe hacer convivir con naturalidad con la de otras épocas. Es lo que encontrará, por ejemplo, en la programación del Encuentro de Música y Academia. En el Concurso habrá visto que hay siempre música contemporánea y en la Escuela Superior Reina Sofía también. Siempre hemos hecho encargos a compositores y seguiremos haciéndolos.
-¿Sin el apoyo de la España privada, su proyecto estaría tambaleándose o sería imposible de plasmarse?
-Este proyecto necesita apoyarse en ambas patas. De hecho, la Fundación Albéniz nació como un punto de encuentro para facilitar la colaboración de la España privada y la pública en busca de un objetivo común, que es ayudar a los jóvenes músicos en su desarrollo y acercar la música a la sociedad.
-¿Sigue esperando que el Gobierno de turno no demore más la aprobación de la Ley de Mecenazgo?
-Quizá lo vean mis nietos, ¡o mis bisnietos! Cuando un ministro de Cultura promete una ley de mecenazgo, yo digo: estupendo, pero mejor esperamos a que lo prometa también el de Hacienda, que es el que acaba siempre diciendo que no. Que yo sepa, el único que ha logrado algo en esa línea fue el Secretario de Estado Lassalle, que consiguió implantar una deducción muy importante para las donaciones más pequeñas. Es un punto de partida.
-Durante la crisis, ¿se ha maltratado a la cultura?
-Se ha maltratado todo. La cultura ha sufrido y la educación musical, también. Se quebró, sobre todo, la red de escuelas elementales de nivel municipal, que hacían una labor muy importante de captación de talento infantil. Ahora parece que están renaciendo, pero de otra manera. Lo importante de las crisis son, precisamente, esos renacimientos.
-¿Cree factible aún llevar a cabo el gran sueño de edificar en Santander un gran centro musical estable?
-Lo intentamos en su día con todas nuestras fuerzas, pero la crisis se llevó por delante ese proyecto. Por el momento, no veo las condiciones para que se pueda retomar.
-En España cobra fuerza el crowdfunding/micromecenazgo. ¿Qué opinión le merece este sistema de financiación?
-Me parece muy bien. Veo la ventaja, sobre todo, de que los proyectos que se financian así tienen que estar desde el principio muy conectados con el público al que se dirigen, y eso es muy sano.
-¿Qué significa ser mecenas hoy en día?
-No sabría decirle. Ya no vivimos en tiempos de los Medici. Ni siquiera los reyes de ningún país pueden hacer como sus antepasados, que propiciaron maravillas como las de nuestro Museo del Prado. Personalmente, no me considero mecenas, sino una trabajadora de este sector. Desde que puse en marcha el Concurso, en 1972, no he hecho más que trabajar.
-¿Se le da a la música la importancia que tiene en la educación de los niños?
-No. En ese camino hay mucho que mejorar y, sobre todo ¡no empeorar! No debemos seguir quitando horas a las humanidades y a las artes en el colegio. No sé si les servirán o no a los niños para conseguir trabajo en el futuro, pero son lo que nos hará humanos, que es aún más importante.
-¿Realmente ha mejorado la educación musical o es solo un espejismo?
-Es real. Se nota, por ejemplo, en la mayor presencia de españoles en el Concurso y en las audiciones de entrada en la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Impresiona también la presencia de españoles en las mejores orquestas europeas. Hay que seguir trabajando pero, entre todos, hemos logrado avanzar mucho. Estoy muy orgullosa de haber aportado mi granito de arena.
-¿Qué proyectos maneja para el futuro de Música y Academia?
-Como se suele decir, si no está roto no lo arregles. El Encuentro es una idea excelente que funciona muy bien y nuestro proyecto es continuar por esa línea, trabajando para que sigan viniendo los mejores, tanto profesores como jóvenes músicos.
-¿Tendrá continuidad su labor? Aunque usted no piensa retirarse.
-No le quepa duda de que tendrá continuidad. Por otra parte, yo sigo entregada a la tarea. No pienso en retirarme pero sé que ninguno somos eternos ni imprescindibles.
-¿Habrá premios especiales en el cincuenta aniversario del Concurso?
-Eso está muy lejos. Ahora estamos concentrados en apoyar a los ganadores del XIX Concurso y ayudarles a llevar por el mundo el nombre de Santander.
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