Medio siglo de mayo del 68

Nadie pensó que aquello que comenzó como una revuelta estudiantil fuera a convertirse en un evento global. Que unió a la causa a los obreros parisinos y hasta al Partico Comunista Francés para conducir hacia la mayor huelga general que haya vivido jamás el país. Un movimiento de protesta que se contagió a todo el mundo hasta convertirse en un epígrafe destacado de la Historia reciente.

El miedo calaba en la sociedad por los fantasmas de la Guerra Fría y la efervescencia hippie que se convirtió en adalid de la batalla contra la Guerra de Vietnam. Solo hacía falta la chispa que prendiera la revuelta de una población a punto de ebullición. Y un conflicto local estudiantil en París desencadenó todo.

Hoy, artistas e intelectuales cántabros revisan el episodio. Al pintor Pedro Sobrado lo sorprendió en París e incluso llegó a retratar las batalles de las calles. El filósofo Carlos Nieto lo vivió en la universidad, en una España que miraba al país vecino con asombro porque la dictadura aquí hacía imposible que la realidad parisina se reprodujera en Madrid. Lo cuentan también el historiador José Ramón Sáiz Viadero, la profesora Isabel Tejerina, el escultor Eloy Velázquez, o el pintor Roberto Orallo. Este es su relato…

Para unos fue un intento frustrado de cambiar el mundo. Para otros el grito de una sociedad indignada que marcó un antes y un después en la historia. En el término medio, la mayoría coincide en recordarlo con la nostalgia de un tiempo de ilusiones, de utopías, a veces frustradas, pero que dejó un poso que de modo incuestionable ha marcado otros acontecimientos que vinieron después.

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