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Juanjo Mena (Vitoria, 1965) vive entre Manchester, Legutiano y los aeropuertos del mundo. Titular de la BBC Philharmonic, este sábado inaugura el Festival Internacional de Santander con un programa que viaja de Beethoven a Berliov pasando por Rachmaninov. Al piano, el joven sevillano Juan Pérez ... Floristán, ganador del Concurso Internacional de Piano de Santander. Juanjo Mena, como le llaman todos, reconoce que vive una época feliz, aunque cree que su mejor momento está por llegar. La música es su pasión porque no duda en afirmar que «es quien da sentido a la vida, al amor...». Y aunque el futuro está por escribir, piensa que le queda todavía mucho por hacer.
Orquesta. BBC Philharmonic Orchestra, dirigida por Juanjo Mena con el pianista Juan Pérez Floristán como solista.
Programa. 'Egmont' de Beethoven; 'Rapsodia sobre un tema de Paganini' de Rachmaninov y 'Sinfonía fantástica' de Berlioz.
Escenario. Sala Argenta, a las 20.30 horas.
-¿Cómo comenzó su pasión por la música?
-Soy el resultado de una generación muy positivista que quería cambiar las cosas y entregarse y dar lo que tenía para mejorar la sociedad. Y fue un profesor del colegio que, de forma altruista y sin cobrar ni una peseta, formó un coro para enseñar a los niños a cantar. Esta es la realidad, porque en mi casa no había ninguna tradición musical. El profesor pasó por clase con una flauta y tocó unas notas musicales que yo acerté. Me preguntó si quería entrar en el coro y le contesté que iba a hablar con mis padres. Aquí comenzó toda mi vida con la música como protagonista.
-Hoy es usted un maestro de reconocido prestigio que ha dirigido a las mejores orquestas y ha recibido numerosos premios, entre ellos, el Nacional de Música 2016. ¿Algún momento que recuerde con más cariño?
-Quizás los primeros años donde todo tenía tanto valor. Casi sin enterarme me metí en una espiral que me ha llevado hasta donde estoy hoy. Sin duda hay muchos momentos importantes en mi vida como cuando me nombraron titular de la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Fue algo realmente trascendental en mi carrera. También el tiempo que he pasado con la Orquesta Juvenil de Euskal Herria, todo lo que aprendí y recibí de estos chavales jóvenes. Son mis dos momentos más importantes.
-¿Y qué premio valora con especial cariño?
-Son muy queridos todos, sobre todo el Premio Nacional de Música. Son un toque o una reflexión y los aprovecho como una sensación crítica sobre lo que he hecho y lo que me queda todavía por hacer.
-¿Cómo llegó a la dirección de la BBC Philharmonic?
-Ellos vinieron a verme y me invitaron a dirigir un concierto en el estudio de la BBC Philharmonic. Ensayabas dos días y al tercero tocabas para treinta personas que había en el estudio, pero realmente el concierto se emitía en directo por la radio. Yo me quedé impresionado porque nunca había tenido esa sensación de una entrega total con una orquesta cuando solo hay treinta personas en el público. Pero cuando acabé me dijeron: no maestro, la media que escucha este concierto son 20.000 personas porque se retransmite por la radio. Aquel trabajo les gustó muchísimo y me preguntaron si me interesaba el puesto de titular, porque estaban buscando uno en ese momento. Respondí que adelante y me invitaron durante dos años a trabajar en distintos programas con diferentes repertorios. Y al final, los músicos me eligieron para ser titular de la orquesta.
-¿Cómo es dirigir una gran orquesta? ¿Qué se siente?
-Es una experiencia personal muy grande y muy plena en el sentido de que se siente algo muy intenso. Tú estás en una actitud continua de dar y de invitar a hacer las ideas musicales como tú crees que son. Pero también hace falta escuchar a la orquesta y saber qué está diciendo o cómo reacciona para poder continuar viendo el camino que debes seguir. Es un camino que hacen el director y los músicos juntos. Es apasionante porque cada vez es diferente, la situación de los músicos o la mía cambia y tienes que estar siempre construyendo algo nuevo. La música se produce cada instante, cada segundo y cada vez es diferente. Por eso es apasionante intentar conseguir lo mejor en cada momento con distintas variaciones. La música es algo que no tiene fin.
-¿Hay algún compositor con el que se sienta más a gusto?
-En los últimos años todo el panorama ha cambiado mucho y he duplicado o triplicado mi repertorio. Han aparecido muchos nuevos que, incluso, han enriquecido a los que yo siempre tuve como referencia, como la escuela alemana de los Schubert, Brahms o Beethoven. Son los compositores de la escuela clásica, pero ahora mismo la apertura musical ha sido muy grande y después de hacer mucha música inglesa y rusa, te das cuenta de cómo esa música nueva va cambiando tu visión de los compositores del pasado. Te va enriqueciendo y te ayuda a tener más experiencias musicales y un mayor conocimiento de todo.
-¿Qué le ha enseñado la música?
-He aprendido como persona porque la música te imprime una manera de ser y actuar ante la vida y te hace sentir más responsable. Mi vida es dar y dar te cambia la vida. Yo busco continuamente el sentido de la vida y de la música. Se trata de buscar sentido a la sociedad y a la convivencia. La música me ha marcado un camino central y una manera de entender la vida.
-Cada concierto de música clásica tiene su relato. ¿Por qué ha elegido para inaugurar el Festival de Santander a Beethoven, Rachmaninov y Berliov?
-Me parece increíble la relación entre Beethoven y Berliov. Escuchas una sinfonía de Beethoven y te das cuenta de repente de que solamente han pasado veinte años y suena la música de Berliov, su Sinfonía Fantástica. ¿Cómo puedo ocurrir un salto tan grande en la música en tan poco tiempo? Fue un momento de muchísimo cambio y se notaba una gran pasión en cada compositor. Es una sinfonía maravillosa que está cerca de Beethoven, pero parece muy lejana. Me pareció interesante abordar esa dualidad en el programa, a la vez que incluir al ganador del Concurso Internacional de Piano de Santander, Juan Pérez Floristán. Es una maravilla que la orquesta conozca a Juan y podamos trabajar juntos. Me gustaría que fuera un germen de futuro.
-En la inauguración estará, como acaba de apuntar, el joven pianista sevillano Juan Pérez Floristán. ¿Es la primera vez que suben juntos a un escenario?
-Sí. Es un gran pianista, pero nunca he trabajado con él. Entiendo que podremos conectar los dos, aunque primero nos tomaremos nuestro tiempo de encuentro y comunicación. Necesito saber qué necesita, cómo ve y siente para juntar nuestras ideas y nuestra música. En el repertorio está la rapsodia de Rachmaninov, una obra muy compleja y de gran virtuosismo. Normalmente mi actitud siempre es de servicio hacia el pianista y hacia cómo quiere interpretar la música. Tenemos que tener las mismas ideas e intentar enriquecernos el uno al otro. Para los dos va a ser un intercambio muy interesante emocional y musicalmente. Sin duda, vamos a disfrutar del trabajo.
-¿Qué le queda por hacer?
-Todo. Soy feliz como estoy ahora. Atravieso un momento muy bonito. Disfruto de lo que hago, aunque igual necesito menos trabajo y más tiempo. Hay que vivir y estar junto a tu familia, escuchar a tus hijos y ayudarles, igual que estar con tu madre cuando se hace mayor. Es fundamental vivir y conocer las cosas que podemos hacer como seres humanos porque de esa manera nos enriqueceremos más. Seremos personas con mayor poso interno y tranquilidad interior. Y eso nos permitirá comunicarnos mejor. Mis mejores veinte años están por llegar y hacer cada vez mejor música.
-¿Qué cualidades debe tener un buen director de orquesta?
-Hacen falta muchas cosas que me fueron llegando de un sitio y de otro. Mientras me formaba recibí grandes cualidades. Sin duda, lo primero son conocimientos de armonía, orquestación, instrumentación o del repertorio que vas interpretar. Esto último llega con la experiencia y los años. También es necesario poder comunicarte con el grupo que tienes delante sin hablar. Para esto hace falta una buena técnica y en este sentido yo me siento afortunado por haber tenido al profesor Carmelo Bernaola en todo lo que se refiere a orquestación y armonía. Y para conocer el instrumento que tenía delante, tuve la suerte de disfrutar del profesor Enrique García Asensio, como director de orquesta. Aprendí la técnica gestual para poder comunicarme con los músicos. Yo había dirigido muchos coros y había aprendido la técnica, los gestos y las respiraciones, pero aprendí mucho del profesor Asensio. Tenía una parte innata, pero con Enrique aprendí una técnica muy sólida que me permite estar frente a cualquier orquesta del mundo y sin decir una sola palabra poder entendernos. Y la triada de maestros que tuve se cierra con Sergiu Celibidache, en Munich, con quien aprendí lo que está más allá de la música, lo que hace falta entender sin hablar. El misterio, la búsqueda, el riesgo, los colores, soñar y crear... Aprendí lo que debe tener todo director de orquesta: la creatividad sabiendo que te enfrentas a un material en continuo cambio.
-¿Y qué hace falta para crear una gran orquesta?
-Hay una mezcla de cualidades, pero es necesario elegir a los instrumentistas que mejor puedan tocar, con mayor calidad. No solo deben tocar bien, sino que tienen que saber escuchar a los compañeros de orquesta. En las orquesta inglesas es fundamental el escuchar a los compañeros y tocar juntos, además de conocer muy bien la partitura. También es importante que los músicos aporten su toque personal. Las individualidades no ayudan al grupo y por eso la orquesta debe conocerse bien y tener una gran disciplina. Deben escucharse y tocar juntos, además de ser creativos cada uno en lo que les corresponde. Hace falta una gran disciplina de grupo y en ese sentido la BBC Philharmonic es un ejemplo increíble. A veces llegas a ensayar a las diez de la mañana y no hay ningún problema. Sobre ese comienzo debes intentar llevar a la orquesta a otro estadio, a otro punto de más valor y riqueza. Es apasionante.
-Lleve un ritmo frenético de trabajo, de ensayos, conciertos y aeropuertos. ¿Cómo organiza su tiempo?
-(Ríe). Hay una parte importante de gestión que estuve haciendo durante años hasta que tomé la decisión de delegar esa parte en una persona que he tardado mucho tiempo en encontrar. Ahora con asistenta personal, puedo dedicarme más tiempo a la música. Ya tenemos las dos próximas temporadas cerradas y fechas de actuaciones hasta el 2022. Es apasionante.
-¿No se siente solo a veces?
-El tiempo de soledad es muy intenso en un músico, porque después de los ensayos te quedas solo. Estás solo en hoteles, ciudades que no conoces, y te acostumbras a cenar solo. Yo utilizo ese tiempo para estudiar y cuando estoy en casa puedo dedicar más tiempo a mi familia.
-¿Está usted en su mejor momento profesional?
-Creo que lo mejor está por llegar y ahora empiezo a entender un poco de que va esto. Empiezo a tener asentadas algunas ideas o creo saber qué errores cometí en el pasado. Esto no tiene fin y no acabará hasta que uno no se vaya al otro mundo.
-¿Cómo ve el panorama musical, qué necesidades tiene?
-Mucha gente ahora se enorgullece, me da premios y me valora. Y yo recuerdo mi infancia, vengo de un barrio obrero de Vitoria, de gente sin tradición musical y soy así porque he recibido una educación correcta. Por eso soy tan crítico con la educación que es nuestro caballo de batalla. Me parece que deberíamos dedicarla más tiempo, medios y atención. Pero también la sociedad está cambiando y la gente se confunde al pensar qué medios necesitan los niños. Ahora nos parece que la Q de Calidad es fundamental y nos metemos en la ola de lo que hay que hacer y todo son matemáticas y física, inglés, ipad o internet. Para mí, la educación se está deshumanizando y nos estamos olvidando de lo que somos. Pensamos en conseguir cosas de una manera rápida y cuando un chaval consigue el teléfono piensa ¡ya lo tengo! Tienes el cacharro, el aparato, pero no está dentro tuyo, no lo has interiorizado, ni pensado. Lees y escribes en él, pero no interiorizas la información y así no vamos por buen camino. Hace falta mejorar la educación y, de hecho, el premio Nacional de Música, la dotación económica, la he dedicado íntegramente a la educación para mejorar la enseñanza de las escolanías de Álava. No puedo dejar de llamar la atención sobre el hecho de que se está deshumanizando la educación. Y de seguir por este camino, la sociedad posterior no será tan rica en valores como las pasadas.
-Y para terminar, acabe la frase la música es...
-Ser músico es dar, comunicar
Juan José Mena es uno de los directores españoles más reconocidos del circuito internacional. En la actualidad es director titular de la BBC Philharmonic Orchestra. Ha sido director invitado de la Bergen Filharmoniske Orkester, principal director invitado del Teatro Carlo Felice de Genova, y director titular y artístico de la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Desde su debut americano con la Baltimore Symphony en 2004 ha dirigido también las más importantes orquestas de Estados Unidos.
Con la BBC Philharmonic ha protagonizado giras por Alemania, Austria, China y Corea del Sur, Hungría, Croacia, Eslovenia y España. También ha dirigido ópera y ha grabado discos con el sello Naxos y la Orquesta Sinfónica de Bilbao con música vasca.
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