La memoria fotográfica de Torrelavega

El Centro Nacional de Fotografía de Torrelavega, en el contexto de las fiestas, muestra desde ayer cómo era la ciudad de 1946 a 1950 a través de una exposición con más de un centenar de imágenes del Archivo Bustamante Hurtado, que podrá visitarse hasta el próximo 8 de septiembre. Una conferencia sobre los fotógrafos antiguos de la ciudad y los propios hermanos, a cargo de José Ramón Saiz, sirvió de umbral de esta nueva propuesta de memoria fotográfica, que ha previsto además editar un fotolibro con las imágenes. Esta invitación gráfica se enmarca en el proyecto 'Torrelavega. Memoria fotográfica compartida'. Feliciano López y Pepe Terán, comisarios de la iniciativa, explican que se han centrado, en esta primera fase del amplio archivo, en los años que transcurren entre 1946 y1950. «Nos parecía que cinco años es un buen periodo de tiempo, además de corresponder con el inicio de la carrera fotográfica profesional de los hermanos». Torrelavega como ciudad y cruce de carreteras emprendía por aquellos años su desarrollo industrial, pero manteniendo la agricultura y la ganadería, además de los servicios. Todas esas actividades productivas, fueron objetivos fotográficos de los hermanos.

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«Conocer y revisar» la historia de Torrelavega es el objetivo de esta exposición del 'Archivo Bustamante Hurtado' (colección J. Adolfo), formada por más de un centenar de imágenes, seleccionadas de entre 27.000 y digitalizadas por Jesús Adolfo García Álvarez. El fotolibro, que será el cuarto volumen de la colección 'FotoCultura Torrelavega', se entregará gratuitamente a las personas que visiten la exposición. Feliciano López y Pepe Terán, respecto la fotografía documental que se estaba produciendo en el país, destacan una similitud en el trabajo de los hermanos plasmada en la preocupación por dejar constancia de esos tiempos, que va mucho más allá de los encargos o del trabajo meramente profesional.

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A su juicio, Horacio y Ángel se sitúan como narradores de lo que acontece en calles de la ciudad, pueblos y en los entornos del mundo rural. En cuanto al estilo fotográfic,o podríamos encuadrarlos en el llamado Realismo Poético o Fotografía Humanista, por cuanto se aprecia el interés por el elemento humano, «fundamentado en su dignificación, con dosis de un depurado estilo compositivo, además de que la parte más narrativa busca el factor amable de los personajes, dentro de una línea general de documentalismo social».

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En lo fotográfico, ambos comisarios ensalzan «los buenos encuadres en la búsqueda de la mejor toma, el seguimiento de la secuencia hasta conseguir la mejor foto posible y saber establecer una comunicación con los fotografiados». Sus imágenes demuestran que Torrelavega era una ciudad «alegre, viva y en expansión».