Juan Manuel Bonet
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Juan Manuel Bonet
«Escribir -como si nada fuera importante-/el sencillo irse de las horas/sentado en la terraza de un café/de una provincia española. (...) Escribir, como si nada fuera». La suya es una poesía esencial que empapa toda su mirada. Juan Manuel Bonet (París, 1953) ... es viaje, pintura, palabra. Es casi imposible perfilar una foto fija del escritor, crítico, ensayista, comisario de exposiciones, funámbulo siempre entre el arte y la literatura. Pero quizá poeta defina la primera y última intención creativa que posa sobre todas sus escrituras. En el pasado el gestor plasmó su conocimiento y activismo al frente del Instituto Cervantes, el IVAM y el Museo Reina Sofía.'Via Labirinto recopiló 40 años de su escritura poética. Al citar a Bonet es siempre obligado referirse al 'Diccionario de las vanguardias en España (1907-1936)'. Tras dirigir esta semana en la UIMP un foro sobre los Archivos literarios, impulsado por la Fundación Gerardo Diego, hoy es la voz de las Veladas Poéticas (Hall Real, a las 19 horas).
-A esta alturas, ¿Juan Manuel Bonet se siente un explorador de primeras ediciones, un poeta impresionista o un renacentista en busca de un archivo imposible?
-Soy más o menos las tres cosas, y como todo coleccionista, me gustaría que ese archivo no fuera imposible.
-¿A qué atribuye la endeble propensión a custodiar y preservar este patrimonio si se compara con otros países y culturas?
-No hay tal endeblez, hay dificultades, pero lo difícil ha sido escoger diez casos exitosos, hay muchos más, en esta materia España no está tan mal...
-¿Los intereses particulares y los egos impiden establecer una RED de archivos literarios?
-Esa red es más deseable que nunca, y creo que en estas jornadas en La Magdalena casi está naciendo...
-¿A qué da prioridad de cara a las conmemoraciones del 27?
-En la mesa redonda para hablar del Centenario del 27, que es dentro de tres años, Manuel Aznar Soler criticó brillantemente el método generacional, oponiéndose a los conceptos del 98, el 14, el 27, el 36, y así sucesivamente. Los demás intervinientes hemos dejamos claro que, respecto del 27, consideramos que no tiene sentido reducirlo a los poetas, ni a la nómina digamos oficial. Terminó habiendo cierto acuerdo en la necesidad de hablar de un 27 expandido, mirando hacia poetas fuera de la nómina generacional, hacia compositores, hacia narradores, hacia pintores, hacia arquitectos...
-Hay diversidad en las gestiones, formatos y dimensiones de los archivos, pero ¿existe un modelo?
-Existen archivos variopintos, cada cual ha inventado su modelo. Me gusta escuchar, estos días, su historia. Lo que ha contado Antonio Piedra de los cuarenta legados que esconde la Fundación de Jorge Guillén sería una gran novela.
-El Archivo Lafuente ¿debería tener sus esquejes y un plan de crecimiento?
-Espero que sí, el archivo es una maravilla, y su compra me parece una de las mejores decisiones que tomó quien entonces estaba al frente del Reina Sofía, y lo dice alguien que en cambio no estuvo de acuerdo con otras.
-¿En este patrimonio también hay mucha especulación?
-Hay bibliotecas que es una pena no se hayan convertido en archivo, caso de la de Guillermo de Torre, dispersada en Buenos Aires, o las de Ernesto Giménez Caballero o Pedro Pérez Clotet, dispersada en Madrid.
-¿A qué problemas esenciales se enfrentan las fundaciones que custodian este patrimonio?
-Muchas veces, a la escasez de recursos. Y a veces, a la incomprensión de los políticos. Es una pena que finalmente la Fundación Cansinos Assens, que presido, no pudiera consolidarse en Sevilla, la ciudad natal del escritor, y haya tenido que volver a ser una fundación privada. Es un milagro que se sostenga, y que Rafael Cansinos esté con más proyectos que nunca. Y es una pena que ciertas fundaciones se vean en dificultad debido a la reducción de subvenciones, caso de la Fundación Caneja en Palencia, o de la Miguel Hernández en Orihuela.
-¿Qué aspectos más singulares destaca de la Fundación Gerardo Diego y de la Casona?
-Son dos centros maravillosos, y dirigidos por dos mujeres jóvenes apasionadas por su trabajo. En ambos casos son conscientes de que el legado bibliográfico y documental que conservan es único. La Casona está en un profundo proceso de renovación. La Gerardo Diego ya lleva años consolidada. Está promoviendo ediciones preciosas, planeando encuentros como este, prestando para exposiciones, como sucedió con la del México de las vanguardias a la que cedieron una cuarentena de piezas.
-¿Cree que a la Fundación del poeta de 'Versos humanos' le corresponde por lógica el liderazgo del programa del 27?
-Le ha de corresponder un papel muy importante, pero también lo han de tener la Fundación Guillén, la García Lorca, la Alberti, o el propio Centro del 27 de Málaga. No se trata de un concurso por ver quién es más clave, sino de desarrollar un plan. En Cantabria otros protagonistas habrán de ser lógicamente la Casona, y la propia UIMP, por el papel en la UI, de Salinas, y por la visita de La Barraca a la misma.
-¿Puede hablarse de un mapa museístico español con identidades propias?
-De un mapa muy centralizado, hemos pasado a tener museos o centros de arte de proximidad en casi todas las ciudades importantes. Santander no es una excepción. Guardo un gran recuerdo de mi etapa al frente del IVAM, que fue el primer museo de una nueva generación. Antes y después de esa etapa y de la siguiente en el Reina, he colaborado con otros centros que dibujan un mapa sugerente, en el que le doy mucha importancia a los espacios unipersonales, centrados en un creador, pero que logran trabajar con otras figuras conexas con este.
-¿De verdad existe una crítica literaria y de arte? ¿O es una élite endogámica?
-Hay casos de endogamia, como dice, pero tanto en un campo como en otro por suerte también hay gente que sabe comunicar, y a la que leo con gusto.
-Usted ha alternado la 'vida dentro de los libros' con la gestión, ¿cree haber logrado un equilibrio cultural y civilizado?
-En mi caso la gestión queda atrás. Hablo en pasado, y no sé si logré ese equilibro. Pero sí le diré que fui feliz haciendo y promoviendo ciertas exposiciones, por ejemplo la de Erik Satie o la de Brasil en el IVAM, o las de Solana o Alberto en el Reina. O comprando para este último museo el telón de Alberto, precisamente, para 'La romería de los cornudos', de Pittaluga, con libreto de García Lorca. O un dibujo también de Alberto que se publicó en Ronsel, que por cierto detecté aquí en Santander, en su feria de arte.
-La poesía en tiempos de inteligencia artificial, ¿suena aún más necesariamente humana, resiliente y rebelde?
-La poesía responde siempre a las mismas preguntas. En tiempos anteriores a la imprenta, en tiempos gutenberguianos, y en tiempos internéticos.
-El poeta Bonet ¿milita en la palabra sin artificios, en un impresionismo cultista, en un humanismo?
-Impresionismo, o simbolismo, son palabras con las que me siento a gusto a la hora de hablar de lo que escribo. Y cercano a poetas como Laforgue, Max Elskamp, Larbaud, Paul-Jean Toulet, Fernando Fortún, Luis Pimentel, José María Eguren... Soy de madre francesa, y lo francés ha contado mucho para mí. Soy un poeta viajero, escribo desde una tradición, me importan mucho la pintura y la música, pero ni cultista ni culturalista ni humanista son palabras con las que me sentiría cómodo para definir mi poesía. Poesía esencial, poesía sin adjetivos. Poesía, como si nada.
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