Francisco Sáez de Adana
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Francisco Sáez de Adana
'Milton y los piratas' es el libro de Francisco Sáez de Adana (Santander, 1972) publicado por Ediciones Diábolo que analiza por primera vez la figura del clásico dibujante americano Milton Caniff y su obra más representativa, 'Terry y los piratas'. El escritor dirige la ... recién creada Cátedra de Cómic en la Universidad de Alcalá de Henares y también es el fundador de Ediciones Marmotilla, sello con casi una veintena de títulos publicados de autores nacionales y extranjeros sobre teoría e historia del medio.
-Pregunta obligada: ¿Cuándo y cómo surge esa pasión por Milton Caniff?
-Desde muy joven, con la lectura de la 'Historia de los cómics', editada por Toutain. Por algún motivo me fascinó el capítulo dedicado a la II Guerra Mundial que, sobre todo, estaba centrado en 'Terry y los piratas'. La importancia de la serie como crónica histórica me atrajo enormemente y me hizo interesarme por la obra. Y, claro, una vez leída me di cuenta de que estaba ante una de las obras cumbres de la historia del cómic por su maestría narrativa. Pero, bajo mi punto de vista, sobre todo por la emoción que transmite a través de sus personajes.
-Dentro del trabajo de este autor, ¿por qué ha incidido solo en el estudio de 'Terry y los piratas'?
-Milton Caniff es el creador de dos obras importantes, 'Terry y los piratas' y 'Steve Canyon'. En la primera estuvo doce años y en la segunda más de cuarenta. Sin embargo, a mí me interesaba Terry por ese impacto en una sociedad estadounidense que sufrió una enorme transformación durante la II Guerra Mundial. Y como quería centrarme en ese tema, por eso elegí esa serie. Además, y creo que coincido con la mayoría de los lectores, los doce años de 'Terry' son muy superiores a todo lo que haría después en 'Steve Canyon'.
-Con perspectiva histórica, ¿cuál fue la mayor aportación de este autor al medio?
-Desde el punto de vista visual, una forma de narrar que resultó ser ideal para el cómic de aventuras y de ahí que tuviera tanto éxito y tantos imitadores. No se entiende el cómic americano posterior, incluido el de superhéroes, sin la figura de Caniff. Una técnica que muchos califican como cinematográfica y que yo defiendo que en realidad se va desarrollando simultáneamente en el cómic y en el cine hasta convertirse en una forma de narrar que será predominante en buena parte de la cultura visual occidental del siglo XX.
-Los tiempos en que se publicaba el trabajo de Caniff en la prensa americana eran muy diferentes ¿Puede hablarnos del impacto social de esta serie?
-Ya con solo decir que la serie en su punto álgido llegó a los 30 millones de lectores, creo que está bastante claro que se trata de tiempos diferentes. El cómic de prensa era uno de los medios de entretenimiento de mayor consumo en los Estados Unidos, los autores eran famosos y tenían sueldos al nivel de las estrellas de cine de la época. Por eso, cuando 'Terry y los piratas', con la ayuda de la publicidad de la prensa, se erige en una crónica de China, el lector lo percibe así. Y también por eso, cuando muere un personaje como Raven Sherman hay un luto nacional. El lector desarrollaba un apego a los personajes basado en el impacto de las series y en la convivencia que suponía el leer las andanzas de esos personajes diariamente durante muchos años.
-¿Qué papel jugaba el componente ideológico?
-Hay que tener en cuenta que estamos hablando de series de gran repercusión publicadas en los diarios. Y si la prensa tiene una ideología, pues también la tenían muchas de estas tiras. En el caso de Caniff, su ideología se muestra fundamentalmente en el caso de la guerra chino-japonesa, episodio en el que se pone del lado de la resistencia china y en contra de los japoneses, algo muy osado en un periodo de neutralidad para los Estados Unidos (antes de la invasión de Pearl Harbor). Tan osado que no hay muchas obras de la cultura popular de esa época que tomen un partido tan claro por un bando en el conflicto asiático. El impacto en el lector de la crónica de esta guerra por parte de Caniff hizo que recibiera el nombramiento de consultor del Ejército de los Estados Unidos, incluso antes de la entrada de este país en la II Guerra Mundial. Por lo que, a partir de ahí, la serie tomará la postura oficial del gobierno estadounidense que, por otra parte, no será muy diferente a la que ya tenía Caniff antes de la implicación de su país en la guerra.
-¿Cuánto tiempo ha invertido en la realización del libro?
-De forma discontinua, porque en ese tiempo he hecho muchas otras cosas, llevo desde 2014 trabajando sobre esta obra, primero como parte de mi Trabajo Fin de Máster y luego a través de la tesis doctoral que presenté en 2019. Este libro es el resultado de esta tesis, pero despojada de todo el aparato teórico y académico, para que sea accesible al lector al que le interese el tema pero no esté familiarizado con la a veces intrincada escritura académica.
-La documentación es exhaustiva ¿Cuáles han sido sus principales fuentes?
-La importancia de la figura de Caniff en su tiempo hizo que él considerara que su obra tenía un valor artístico y documental. Por ese motivo, conservó todo lo relacionado con su obra (documentación, cartas de los lectores, etcétera) en su archivo personal que, unos años antes de su muerte, donó a la Ohio State University, donde estudió. A partir de esa donación se empezó a construir lo que, hoy en día, es el centro de estudio más importante del cómic de prensa, The Billy Ireland Cartoon Library & Museum, que he tenido la suerte de poder visitar tres veces para recoger toda la documentación en la que se basa el libro.
-¿Cuál ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado a la hora de elaborar esta obra?
-El mayor desafío es poder construir un relato con la cantidad de documentación que tenía a mi disposición. Me interesaba centrarme en el tema del impacto en el lector y el papel de Caniff como cronista, pero a veces era difícil no desviarse a otras cuestiones a partir de algún documento que parecía interesante. Algunas veces me he permitido esos desvíos, pero intentando no salirme demasiado de la senda que me marcaba el relato que quería contar.
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