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La mirada femenina cruza el nuevo ciclo de la Filmoteca Universitaria que se celebra desde mañana jueves hasta finales de febrero. Después tomará el testigo el cine japonés. Como es habitual en la estructura de programación del organismo dependiente del Aula de Cine de la ... Universidad de Cantabria, ambas dirigidas por Guillermo Martínez, el ciclo lo integran cinco títulos precedidos hoy de una charla introductoria sobre el contexto, la radiografía del contenido elegido y las propias películas. La santanderina Susana de la Sierra, profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha, exdirectora del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, abordará esta disección mañana a las 20 horas, en la jornada inaugural del ciclo que se abre con la proyección de 'El autoestopista', filme de la actriz y cineasta Ida Lupino. Tras el ciclo vinculado al espacio urbano, llega este homenaje a las directoras en una temporada que se completará en primavera con una revisión de la filmografía de Roman Polanski. Como cada año la Filmoteca Universitaria contempla 25 proyecciones, desde el pasado otoño hasta finales de abril.
Antes de la nueva ola de cine japonés, la 'Nuberu bagu', que afloró en los sesenta de la mano del profesor y ensayista Antonio Santos, uno de los grandes especialistas en el cine japonés, llega esta propuesta bajo el epígrafe de 'Mujeres tras la cámara'. Al igual que en años anteriores, desde la Filmoteca/Aula se ha procurado confeccionar una programación de «calidad, variada y claramente diferenciada del resto». Como aportaciones específicas de este año se ha buscado un equilibro entre épocas y cinematografías (cine europeo, americano y japonés, clásico y contemporáneo), en un programa en el que como dato destaca el hecho de que más de la mitad de las películas son de producción europea.
El ciclo sobre mujeres realizadoras, a modo de «repaso generacional a algunas de las más relevantes autoras del pasado y del presente», trata de hacer justicia a un colectivo que no ha estado suficientemente valorado a lo largo de la historia. Está integrado por 'El autoestopista' (Ida Lupino, 1953); 'Las criaturas' (Agnès Varda, 1966); 'La ascensión' (Larisa Shepitko, 1977); 'Locura de mujer' (Margarethe Von Trotta, 1982) y 'Ayer no termina nunca' (Isabel Coixet, 2013). Ida Lupino fue una pionera en el mundo de la realización y la primera mujer en dirigir un filme de cine negro. Pero la nómina de creadoras es paralela a la evolución del lenguaje del cinematógrafo. Alice Guy, considerada la primera mujer cineasta, que fue marginada y despreciada, comenzó a trabajar tras la cámara en 1896 y rodó cientos de películas cortas a lo largo de su vida. Y Lois Weber, que comenzó como actriz, se considera la primera directora de un largometraje: El mercader de Venecia (1914). Después ya vendrían Dorothy Arzner, Leni Riefensthal, Agnes Vardà, Lina Wertmüller, Randa Haines y Kathryn Bigelow, entre otras. En el caso español cabe destacar a Pilar Miró.
'Las criaturas', de Agnes Vardà, es un drama fantástico que tiene su origen en el accidente de coche de un novelista que termina en una curiosa nave y descubre que ha adquirido el poder de actuar sobre los demás. Audaz y original, se concibió como un estudio complejo e hipnótico de cómo los hechos se convierten en ficción. Como fondo asoma un documental agudo sobre la isla de Noirmoutier, donde vivía la cineasta en ese momento. Oso de Oro en la Berlinale de 1977, 'La ascensión' de la directora ucraniana Larisa Shepitko, es una obra mayor caracterizada por las sugerencias y la psicología de los personajes donde se funde lo onírico y lo poético. Margarethe von Trotta, autora de la excelente 'Las hermanas alemanas' y exponente del cine feminista, firma en 'Locura de mujer' un minucioso estudio de la amistad de dos mujeres interpretadas por Hanna Schygulla y Angela Winkler. Un filme entre el retrato psicológico y el cuidado de la puesta en escena.
Finalmente la excelente 'Ayer no termina nunca' de Isabel Coixet, es una obra de cámara tan intimista como demoledora sobre una pareja que se reencuentra en un paisaje, en un no lugar cabría decir, en una atmósfera de futuro imperfecto. Candela Peña y Javier Cámara se entregan en un filme hondo, un poema sobre la crisis que rezuma tristeza y esperanza.
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