La mirada de Olobor busca premio

Se trata de la quincuagésima novena edición del prestigioso concurso 'Fotógrafo de Vida Silvestre del Año' (Wildlife Photographer of the Year-Wpoty), organizado por el Museo Nacional de Historia Natural de Londres. Cano es una de las 25 finalistas con su foto de Olobor, dentro de la categoría de elección del público (People's Choice Award). Es decir, cualquiera que se meta en la web del galardón (https://www.nhm.ac.uk/wpy/peoples-choice) puede apoyarla con su voto, hasta mañana, día 2, a las 14.00 horas. El ganador se sabrá el día 9 este mismo mes.

«Este es el Óscar de los premios de fotografía. Es la segunda edición en la que estoy como finalista y es algo verdaderamente relevante. Compites con fotógrafos de todo el mundo, de mucho nivel. Es todo un honor». En cuanto a su candidatura, afirmó que «quien me elige para estar entre los finalistas es el jurado del Wpoty». Ahora, todo depende del público, por ello hasta he escrito al presidente Revilla, a su Instagram, porque él también me sigue a mí, pidiéndole su voto (risas), pero no me ha contestado aún. Sé que a él le gusta apoyar a la gente de su tierra».

Cano mira con optimismo la llegada de 2023, «hay muchos proyectos en marcha», contó. Uno de ellos está vinculado con la prestigiosa marca de ropa Banana Republic (firma americana que forma parte de la corporación de moda Gap), sus fotografías del mundo animal y de la naturaleza están expuestas en sus tiendas. «La primera vez que entré en una de ellas, en San Francisco, el pasado febrero, ver mis fotografías, en esos tamaños tan grandes, me impresionó. Es un trabajo muy bonito».

Cano está en continuo contacto con la naturaleza. África y sus animales son su segunda casa. Pero este otoño descubrió Patagonia (extremo austral de Sudamérica, que comparten Argentina y Chile, con la Cordillera de los Andes como su línea divisoria) y desveló «que es increíble como aún la naturaleza me puede asombrar de esta manera. Esos paisajes son increíbles. Latifundios, con las montañas nevadas al fondo. De morirse».

Allí llegó de la mano de la Fundación Cerro Guido, para fotografiar, por primera vez en su vida, a los pumas. Y le ocurrió «algo mágico, que aún nadie sabe explicar cómo pudo ocurrir. Iba con los dedos cruzados para poder ver a uno y alcanzar a fotografiarlo, porque allí, las extensiones de tierra son tan grandes que te puedes pasar semanas sin ver a un solo puma. Y, de repente, encima de una roca, once ejemplares. Alucinante».

La misión de la fundación «es la convivencia más armónica entre los ganaderos y el puma. Esas tierras eran originarias de los pumas. Eran sus pobladores primigenios. Pero llegó el hombre, y todo lo hacemos nuestro. Esto ocurre en todo el mundo. Mira lo que pasa aquí con el lobo. Menos mal que cada vez hay más conciencia de la necesidad de llegar a un punto medio».

Cano contó cómo, de la mano de la fundación, «me entrevisté con el único propietario de una extensión de 100.000 hectáreas en las que vive su ganado. No puedes llegar a imaginar de qué cantidad de tierra hablo. Es un chico joven que está interesado en esta labor de convivencia. La mentalidad de estos terratenientes está cambiando».

Y entre viaje y viaje, su casa, en Cabárceno, donde todo empezó, donde las visitas casi diarias al parque le hicieron decidir dar un vuelco a su vida y dedicarse a la fotografía. Allí hace talleres y cursos de fotografía, «acabo de dar uno a una mujer que vino desde California. Es fantástico, porque luego se ha quedado en Cantabria, ha alquilado un coche y se lo ha recorrido. Se ha ido encantada». Al año nuevo le desea un mundo donde se respete más la naturaleza y a sus animales y más viajes para seguir asombrándose con sus paisajes.