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No hay retrato sin ángel. Y sin Ángel. De la Hoz, claro. Poseía el don de mirar como si se fuese a acabar el mundo. Y la elegancia innata de los artistas que saben de la indagación y de la exploración como cómplices pruebas ... de vida. No se trata de disparar más rápido, sino de atinar, de ser certero en esa diana invisible donde el tiempo queda atrapado. Luchaba contra la fugacidad desde la serenidad y en su fotografía aunaba la mirada documental, la crónica cotidiana, las instantáneas de ciudades y gentes y, sobre todo, ese retrato absoluto donde capturar el gran rostro del arte. «Veo la fotografía como un modo de expresión personal, como un grito lanzado a la realidad del mundo», apuntó en su día. Ángel de la Hoz Fernández-Baldor (Solares-1922) falleció este sábado en Santander a los 96 años dejando un legado ingente de miles y miles de imágenes, unas memorias singulares (Valnera) y la demostración de que solo desde la pasión es posible relatar al mundo.
Mirada por excelencia de más de medio siglo de cultura en Cantabria, suyos son los retratos 'oficiales' de pintores y poetas, de Pancho Cossío a Pepe Hierro, de Esteban de la Foz a Julio Maruri, sus paisajes urbanos de Santander o su labor en el ámbito de la fotografía industrial. «La fotografía es algo más que una simple toma. Enseña una concepción del mundo y lo más importante que aprendes es a no aceptar los límites que nos imponen», reflexionó la víspera de recibir uno de los últimos homenajes. Nunca se olvidó de la pintura –rescatada y reivindicada en la última etapa de su vida a través del apoyo de Francisco Revilla y su galería Cervantes–; ni de su aprendizaje e influencia plástica y humana de Pancho Cossío; ni de esa miscelánea cultural y social, reflejada en una gran curiosidad y en una catalogación de creaciones donde lo publicitario, también la crónica, y lo azaroso configuraron un microcosmos personal de imagen y trazo, de mirada analógica y alma de lienzo.
El nonagenario Angel de la Hoz disciplinado, meticuloso, cuidadoso, pulcro y ordenado, caminaba cada día desde su domicilio de Puertochico a su estudio de la calle León Felipe. Entre la nostalgia y el oficio siempre encontraba algo que archivar, o que revisar en su selecta biblioteca de álbumes, catálogos y libros con dedicatoria y pinceles de pintores históricos. Hace apenas unos meses se fue su esposa, Marita, la compañera inseparable con la que edificaba su memoria prodigiosa y el fotógrafo no logró superar su pérdida. Construida profesionalmente durante más de seis décadas –en realidad atraviesa el siglo XX– su labor conforma un álbum de recuerdos colectivos, auténtica memoria viva integrada por Santander, la cultura y su capacidad de trabajo como fotógrafo y pintor. Ante su cámara asoman gentes retratadas en su costumbrismo y en sus rutinas, otras reveladas en el asombro de un instante.
Desde su inauguración en 2007, la sala de exposiciones del Centro de Documentación de la Imagen de Santander (CDIS) lleva su nombre, dado que fue uno de los artífices de este espacio al que donó en 2014 su archivo fotográfico personal: más de 18.000 imágenes. Una labor plural la suya en cuyo revelado caben la visión artística, documental y profesional, desde la investigación y hasta la gestión del patrimonio histórico, ya que durante un tiempo dirigió también el Archivo Fotográfico Histórico Municipal. En paralelo a sus colaboraciones con el grupo 'Proel', o con el grupo AFAL, destacan sus retratos de artistas y el volumen de reproducciones de obras de arte que conforman también su archivo fotográfico, en el que existen materiales relacionados con diferentes lugares de España y Europa, como el reportaje que tomó a Audrey Hepburn durante el rodaje de 'Una cara con ángel' en 1955 en plena Torre Eiffel. Innovador y vanguardista para su época, colaboró activamente en prestigiosas revistas, como Arte Fotográfico o Luna y Sol. Intervino como fotógrafo en la edición, caso de 'El libro de Santillana' (1955) escrito por Lafuente Ferrari. Como investigador participó también en 'La Enciclopedia de Cantabria'. Autor de 'Cien años de fotografía en Cantabria', obra realizada junto al profesor e investigador Bernardo Riego, su creación fue reivindicada con varias muestras de la Fundación Caja Cantabria y la Autoridad Portuaria.
Angel de la Hoz «utilizaba la luz y la interpretaba para cada rostro de manera diferente hasta envolver al modelo en una atmósfera de claridad u oscuridad, liviana o pesada, que solo la visión de los originales positivados nos devuelve al contemplarlos», como subrayó el también fotógrafo Jorge Fernández.
En 1948 abría su estudio fotográfico en Calvo Sotelo, su cuartel general durante casi 30 años.
Ese sería el epicentro de su intensa actividad hasta su retiro, que no jubilación, en 1994. Se confesaba un «ilustrador poético» y tras más de medio siglo de fotografiar a Santander y sus artistas, huyó de las formas rígidas y revisitó la pintura que siempre durmió en su interior.
La alcaldesa de Santander, Gema Igual, ha mostrado su pesar por la muerte de Ángel de la Hoz, decano de los fotógrafos profesionales de la ciudad, que, a lo largo de su «extensa y prolífica trayectoria profesional«, se convirtió en «uno de los más destacados retratistas» de la capital y de su cultura.
En palabras de Igual, Ángel de la Hoz era «memoria viva de Santander, de sus gentes y de su vida cultural y social». «Por su estudio pasaron durante décadas cientos de santanderinos, rostros conocidos o anónimos que inmortalizó siempre con la misma pasión con la que entendía la fotografía», ha afirmado Igual en una nota de prensa.
La alcaldesa ha traslado ya a la familia el pésame de los santanderinos y el afecto y solidaridad en este momento en el que «Santander llora al fotógrafo, al pintor, al creador pero, sobre todo, a un hombre generoso que quiso compartir con sus vecinos todo el legado acumulado durante una larga vida dedicada a la fotografía».
Según ha señalado Igual, Ángel de la Hoz es uno de los nombres «grabados con mayúsculas en la historia fotográfica» de Santander y, por eso, desde su inauguración en 2007, la sala de exposiciones del Centro de Documentación de la Imagen de Santander (CDIS) lleva su nombre. Fue, también, «uno de los principales valedores» de este centro de conservación y difusión del patrimonio fotográfico de la ciudad, al que donó en 2014 su archivo fotográfico personal, más de 18.000 imágenes entre positivos y negativos en blanco y negro y color en diferentes formatos.
«Hoy lloramos la pérdida de Ángel de la Hoz, pero nos deja su obra, su trabajo y su ingente legado», ha agregado Igual, que ha recordado la pasión de Ángel de la Hoz por la fotografía, a la que se acercó desde la visión artística, documental, profesional, desde la investigación y desde la gestión del patrimonio histórico, ya que durante un tiempo dirigió también el Archivo Fotográfico Histórico Municipal.
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