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Hace entre 20.000 y 18.000 años la costa de Cantabria se adentraba cerca de 15 kilómetros mar adentro respecto a la línea actual. Fue durante «el último gran invierno de la última gran glaciación», explicó ayer en el Museo de Altamira ... el paleontólogo Pedro Castaños, investigador responsable del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, durante la presentación de la exposición 'Kiputz. Un abismo en la Prehistoria'. La muestra, que se abrirá mañana al público, es fruto de la colaboración entre el centro cántabro, el Museo San Telmo de Donostia, el Gordailua (Centro de Colecciones Patrimoniales de Gipuzkoa) y la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Se trata de una propuesta que acerca al público los restos encontrados en el yacimiento paleontológico -depósitos de restos en los que no ha existido intervención humana, frente a los de los yacimientos arqueológicos, en los que ésta sí se da- de Kiputz, una sima situada en Mutriku (Guipúzcoa) que por sus características -escasa visibilidad y seis metros de profundidad- se convirtió en una trampa natural en la que durante más de 20.000 años cayeron cientos de animales, quedando allí acumulados sus restos hasta que en 2020 los espeleólogos del grupo Munibe Taldea descubrieron el yacimiento.
Aunque iba a llegar a Cantabria a principios de 2020, la exposición, que ya albergó el Museo San Telmo en 2019, tuvo que ser aplazada debido a la crisis sanitaria. La directora del museo cántabro, Pilar Fatás, destacó durante la presentación el vínculo entre Kiputz y Altamira: «Nuestros antepasados forjaron un vínculo con estos animales que quedó grabado en el imaginario colectivo, y que estimuló nuestra creatividad para plasmarlos en el arte rupestre, convirtiéndose en la temática fundamental de nuestro Primer Arte». La responsable del museo señaló también que «los bisontes que transitaron en las inmediaciones de Kiputz nos transportan inmediatamente al techo de la cueva de Altamira hace 14.500 años, cuando se pobló de magníficos bisontes». En el mismo sentido se manifestó Pedro Castaños, responsable de la excavación y comisario de la exposición junto a Xabier Murelaga, quienes extrajeron de la sima con su equipo «más de 6.000 huesos de ciervo, correspondientes al menos a 43 individuos», a los que se sumaron «más de 3.000 huesos de bisonte, que como mínimo representan 18 ejemplares, y más de 2.000 de reno, que componen al menos 23 individuos distintos».
Título y lugar 'Kiputz. Un abismo en la Prehistoria'. Museo de Altamira. Desde mañana hasta el 4 de julio.
Contenido Protagonizada por los esqueletos de un bisonte, un reno y un ciervo de hace 20.00 años hallados en Kiputz.
Organización Organizada por el Museo San Telmo de Donostia, el Gordailua y la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
A lo largo del encuentro Castaños detalló cómo, al encontrar «el cráneo de un gran bisonte de cerca de 900 kilos», la pieza central de la muestra, inmediatamente recordó «los techos de Altamira», dado que el resto hallado pertenecía a un 'Bison priscus', especie que inspiró las pinturas del techo de la cavidad cántabra. El paleontólogo comunicó el hallazgo al por entonces director del Museo de Altamira, José Antonio Lasheras, quien se mostró entusiasmado con el mismo, y ambos sembraron entonces la semilla de esta exposición.
El gran valor del yacimiento de Kiputz, explicó Castaños, radica en que «al no existir intervención humana, ni por tanto selección, compone un fiel retrato de la fauna de aquella época», retrato que ha permitido a su equipo extraer o reafirmar varias hipótesis. La más destacada, detalló, fue el hecho de contrastar, gracias al gran número de restos hallados, la presencia de renos en la Cordillera Cantábrica, una especie «que, frente a lo que se creía, se habría desplazado en sus migraciones por el corredor litoral que existía en aquella época», una zona de tierra hoy sumergida que emergió debido a «la gran cantidad de agua depositada sobre la tierra en forma de hielo y nieve durante la última glaciación, que provocó una regresión marina».
A la presentación de la muestra, que también incluye el cuadro 'Todo lo sólido se desvanece en el aire II' (2014), de Jesús Mari Lazkano, una obra que busca dar a conocer y sumergir al público en el paisaje que caracterizó a la Cornisa Cantábrica durante la última glaciación, también asistieron la directora del Museo San Telmo, Susana Soto, el director del centro Gordailua, Carlos Olaetxea, el secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Juantxo Agirre-Mauleon, y Joseba Palenzuela, alcalde de Mutriku.
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