Eulàlia Ramón

Cineasta

«Las mujeres no llegamos a todo, lo que nos genera rabia e impotencia»

- 'Cuentas Divinas' refleja la presión que sufrimos las mujeres a la hora de cumplir ciertos estándares, y lo aborda desde la rebeldía, con una protagonista, Celia Freijeiro, que decide no someterse a esas presiones.

-Es una comedia de humor negro en la que se abordan muchos temas con un texto sarcástico. Quería que la interpretación y la puesta en escena fuera lo más contenida y normal posible, porque ya es bastante potente el monólogo de la protagonista. Me propuse despojarla del discurso costumbrista y realista, emplear como espacio la cocina y hacerlo en un plano secuencia, con ella mirando al público. Quería que fuese algo muy, muy elegante en todos los sentidos, que estuviera bien contado y medido hasta el último detalle, porque es complicado hacer planos secuencia de cuatro minutos cada uno. Creo que me ha salido bien.

-¿Ha sido complicado condensar el mensaje en tan poco tiempo?

-Sí, y había que darle un ritmo para que el monólogo no resultase aburrido. El guion y el ritmo visual son importantes y por eso puse todo a disposición del personaje y del texto. Desde el principio decidí que no iba a realizar un rodaje convencional con planos convencionales. Pensé que valía la pena arriesgarse y aposté por encontrar un discurso, un estilo y un tono propio, y parece que lo he logrado.

-¿La sociedad nos exige demasiado a las mujeres?

-Creo que sí. Hay mujeres a las que no les queda más remedio que cumplir las exigencias, pero también se puede no hacer caso, porque no llegamos a todo y eso nos genera un sentimiento de rabia y de impotencia. A veces te dan ganas de romper con lo que te rodea y esa es una de las cosas que he querido reflejar. De hecho, nos sucede a todas las personas en algún momento. No cometes un asesinato porque la moral te lo impide, pero la protagonista de 'Cuentas Divinas' rompe con la moral imperante que te dice que tienes que hacerlo todo bien. No existe el remordimiento por la creencia católica que nos impone la culpa. La protagonista es muy libre en este sentido y está por encima de eso.

-Como actriz ha trabajado con grandes cineastas, a los que ha visto dirigir y de los que ha ido aprendiendo. Ese bagaje le ha proporcionado un poso al que ahora recurre como directora.

-Absolutamente. Enfoqué este cortometraje como una especie de trabajo de fin de carrera para ver qué es lo que había aprendido a lo largo de estos treinta y pico años trabajando con tanta gente del cine. Además, siempre me ha llamado mucho la atención la parte técnica. Supongo que se debe a estar con Carlos -Saura- y haber participado en sus trabajos, como actriz y desde fuera también, porque solía ponerme al tanto de todo el proceso. Aprender dependía de mí misma y siempre me he sentido motivada y con ganas de dirigir.

-¿Fue su padre quien despertó su interés por el cine?

-Mi padre me aficionó a la fotografía y por eso he ido a parar al cine. En mi casa eran muy cinéfilos e íbamos a ver películas con frecuencia. En aquellos años, los niños descubríamos la vida a través del cine y de los libros, que han sido claves para mi generación.

-La fotografía ha seguido teniendo mucha presencia en su vida. De hecho, fue la cámara la que la unió literalmente a Carlos Saura. Usted llevaba su 'canon' colgada del cuello a los rodajes y Saura también.

-Él la llevaba en los rodajes y en la vida. Solamente dejaba la cámara para dormir. Nos conocimos en el rodaje de 'Dispara', empezamos a hablar con la excusa de la fotografía y pasó lo que pasó.

-Ha hablado de lo que aprendió de Carlos Saura. Él decía que las mujeres con las que había estado habían influído en su obra, ¿cómo ve ahora esa retroalimentación?

-Lo primero es que no me esperaba el éxito de 'Cuentas Divinas', que ha pasado justo mientras sucedía lo de Carlos. Ha sido muy sorprendente, a la vez que una tabla de salvación en este año tan duro, porque cuando se muere alguien es muy jodido. A partir de ahí he reflexionado mucho y yo creo que he aprendido de todas las personas que forman un equipo de rodaje, que es donde me siento yo misma. Dirigir es muy bonito, como decía Carlos, y él ha tenido mucho que ver en esto. Me he empapado de muchísimas cosas, tanto con Carlos como con el trabajo que he tenido la suerte de ir haciendo.

-A pesar de no ser un director contemporáneo, ¿Saura entendía el universo de las mujeres? porque en muchas de sus películas tienen un papel muy importante.

-Yo creo que sí. Sentía mucho respeto y admiración por las mujeres. Era un hombre muy moderno y avanzado. Tan solo hace falta ver el papel que realizan en sus trabajos. Carlos ha retratado muy bien el mundo de la mujer, en su estilo, a su manera y según su propia percepción, pero así es.

-Carlos siempre la animaba a hacer cosas. En este sentido, ¿cómo se ve a través de la mirada que él proyectaba sobre usted?, ¿coincide con la percepción que posee sobre sí misma?

-Qué difícil de responder. Él siempre me motivaba y me alentaba, me decía: «por qué no haces esto o lo otro». Que una persona como Carlos te perciba así, con todo su genio creativo y esa personalidad, hace que veas algo en ti misma que igual desconocías. Yo no lo supe hasta que empecé a hacerlo y me di cuenta de lo que era capaz. Envié 'Cuentas Divinas' a varias productoras sin esperar que pasara nada de esto y llevamos treinta y pico premios.

-¿Se instala definitivamente en la dirección o valora continuar actuando?

-Si surge alguna cosa como actriz que sea interesante la haré, pero ahora estoy preparando el segundo cortometraje, que se llamará 'Agonía', e irá en la misma línea que 'Cuentas Divinas'. Solo que en esta ocasión habrá tres personajes, asesinatos y planos en exteriores para ir un poco más allá.

-¿Proyecta hacer algo para que perdure el legado de Carlos?

-La intención es, junto a mi hija, Anna Saura, y supongo que con la colaboración de los hijos de Carlos, crear una fundación o un proyecto para conservar su legado, pero queremos que sea interactivo, que la gente pueda participar en talleres u otro tipo de actividades relacionadas.