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«¿Por qué no?», fue la segunda pregunta. La primera fue: «¿Pudo ser una mujer la artista que dibujó los techos de la cueva de Altamira?». Ambas tomaron forma hace ocho años en la mente del licenciado en Historia y escritor cántabro Mariano F. Urresti, ... quien a raíz de ellas empezó a indagar en la cuestión. Fruto de ese trabajo, el autor presenta ahora 'La pintora de bisontes rojos', su vigesimoctavo título, una novela de más de 500 páginas publicada por la editorial Almuzara, cuya puesta de largo tendrá lugar mañana a partir de las 19.30 horas en el Museo de Altamira, donde Urresti estará acompañado por Pilar Fatás, directora del centro cántabro.
Aunque es historiador, su especialidad es Historia Contemporánea y para escribir esta obra decidió buscar asesoramiento especializado. Nada menos que en la figura de José Antonio Lasheras, anterior director del museo cántabro. «Le planteé la idea de que tal vez la pintora hubiera sido una chamán, y la acogió con mucho cariño, orientándome mucho en las lecturas», explica el narrador. Su objetivo principal fue «dar forma a la que podría ser la forma cotidiana de vida en el entorno de Altamira hace unos 16.000 años». Una vez realizado el laborioso proceso de documentación y lecturas Urresti empezó a dar forma a una trama basada en «una historia de aventuras y de amor que recrea la vida en la Altamira de aquella época». Pese a su vinculo con el pasado, la novela también tiene un componente actual porque «incluye la relación psíquica que se establece entre la chamán que pintó los bisontes de la cueva y otra mujer del presente». Esa otra mujer, explica Urresti, es «una colaboradora de Matilde Múzquiz y Pedro Saura, que fueron los encargados de hacer la 'neocueva', por lo que el libro relata la conexión psíquica entre esas dos mujeres amantes del arte, separadas por 16.000 años y unidas por unas pinturas».
Fecha y lugar Mañana, 19.30 horas en el Centro de Investigación y Museo de Altamira.
Participantes El autor, Mariano F. Urresti, y la directora del centro, Pilar Fatás.
Libro 'La pintora de bisontes rojos', publicado por la editorial Almuzara. 520 páginas.
Uno de los aspectos más destacados del desarrollo d esta propuesta fue la comprobación de que aquella idea suya no era exclusiva, dado que «existe toda una corriente de investigación prehistórica actual que propone precisamente que el pasado de la mujer pudo haber sido bien diferente». Esta propuesta se basa, explica el autor, en el «el hecho de que si los hombres salían a cazar y eran las mujeres las que probablemente permanecían durante más tiempo en los asentamientos y en las cuevas, ejerciendo labores de recolecta y demás, bien pudieran haber sido ellas quienes de algún modo dirigieran los rituales, que se presupone están detrás de las pinturas paleolíticas».
Para Urresti, las manifestaciones del arte prehistórico son uno de los enigmas más apasionantes de la Humanidad: «Hay registros desde los Urales hasta el sur de la Península Ibérica, lo que quiere decir que estas manifestaciones son como un 'esperanto pictórico' que fue común durante muchísimo tiempo y en muchos lugares distintos del mundo», resalta. Pese al planteamiento que desarrolla en su libro, Urresti destaca que «la novela es eso, una novela, no un ensayo ni un análisis, porque no pretendo resolver el sentido último de las pinturas. Ni es el motivo no soy yo una autoridad en la materia», afirma.
Mariano F. Urresti, Escritor
'La pintora de bisontes rojos' constituye, según señala su autor, «una reivindicación de todas esas mujeres que han sido pintoras a lo largo de la historia y cuyos nombres han quedado sepultados por el olvido». Asimismo, la obra también plantea implícita una reflexión sobre «cuál es el papel que deberíamos ocupar, no el que ocupamos, en la naturaleza». Una idea que se basa en el hecho de que «en la Prehistoria probablemente esa percepción del hombre sobre su papel en el entono era mucho más adecuada y armónica que la actual».
En ese sentido, Mariano F. Urresti destaca que en su obra «hay una reivindicación constante del respeto que no tenemos, y que deberíamos tener, al entorno natural, mientras que en la Prehistoria, en cambio, era algo que de alguna forma se les exigía para poder sobrevivir». Ese actitud se basó, explica el autor, en que las comunidades respetaban las épocas de cría de las especies que cazaban, o alternaban las zonas de caza para no generar una presión excesiva sobre sus piezas habituales». El autor cántabro plantea también en su nuevo título «la existencia de un 'lenguaje original' en aquella época, un lenguaje que no está expresado con sonidos sino con otros muchos elementos, que son con las que se siguen comunicando los animales hoy en día y que nosotros, pese a ser también animales en última instancia, hemos perdido».
A nivel narrativo, Urresti vuelve a decantarse por hacer converger distintas líneas temporales: «El juego de los tiempos es una constante en mucha de mis novelas, en las que empleo siempre dos espacios temporales». En ese sentido, el narrador afirma que siempre trata de «vulnerar el tiempo, porque es una de mis obsesiones, y en este caso me ha permitido tanto reivindicar a la mujer en el pasado como en el presente».
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