«El mundo de la danza debería estar mucho más unido en España»

Considerada una de las principales figuras del ballet clásico actual, Lucía Lacarra, empezó con 15 años su carrera profesional en el Ballet de Víctor Ullate y hoy es una figura consagrada de la danza. Ha sido bailarina principal en grandes compañías como el Ballet Nacional de Marsella, el Ballet de San Francisco, la Ópera de Múnich y el Ballet de Dortmund. Y ha ganado numerosos premios: Premio Nijinsky, Benois de la Danse, Dance Open y Premio Nacional de Danza. También ha sido nombrada Bailarina de la Década en el Kremlin de Moscú y Bailarina de Cámara del Estado de Baviera.

En la actualidad vive en Dortmund (Alemania) con Golding. Ambos comenzaron a bailar juntos hace dos años y ahora mismo lo hacen como invitados en el ballet de esa ciudad. Y allí se encontraban cuando el covid empezó a azotar a toda Europa en marzo del año pasado. «Justo un día antes de que se declarara el estado de alarma en España decidí venir a Zumaia para estar con mi hija y Matthew también se fue a Amsterdam con los suyos. Esa fue la última vez que nos vimos hasta que pudimos viajar de nuevo», explica.

Sin embargo, tal y como señala, aprovecharon esa separación forzosa para cumplir un sueño que tenían desde hacía tiempo, el de llevar su propia producción a los escenarios. Una pieza que les gustase, con alguna de sus músicas favoritas, y con su propia coreografía. «Y a eso dedicamos la cuarentena, a crear este espectáculo, cada uno en un país distinto», recuerda.

Junto a ella, Matthew Golding, le deja llevar el peso de la entrevista, si bien la bailarina no duda en atribuirle gran parte del mérito. «Es la cabeza pensante de 'Fordlandia'. Nos complementamos muy bien, pero él es mucho más soñador y yo más práctica, así que cada noche y por videollamada él me comentaba cómo podría ser el espectáculo, las escenas, la música... mientras que yo ya pensaba los trámites burocráticos que teníamos que llevar a cabo y todo ese tipo de cuestiones», comenta.

Sin embargo, se la ve feliz con su proyecto y con todo lo que significa, con la partitura, los vídeos que se proyectan, que han sido dirigidos por Dortmund, la historia que conlleva detrás...

Y es que 'Fordlandia', aunque no tiene un hilo narrativo cómo tal, habla de las relaciones y de los diferentes modos de separación forzada que pueden existir en una relación, aún con amor, con la ayuda de diferentes imágenes proyectadas en pantalla de escenarios naturales como el mar, de su tierra Zumaia, un bosque helado en Holanda o de espacios escénicos como un teatro vacío. Y todo unido a una selección musical de carácter íntimo y contemplativo. «Cada uno tiene que decidir por sí mismo si debe prestar atención a la realidad o al sueño, al desencanto o la esperanza, comenta Lucía Lacarra.

Los coreógrafos que dirigen las piezas son Anna Hop, Yuri Possokhov, el español Juanjo Arqués y Christopher Wheeldon y no están elegidos al azar. «Teníamos ganas de trabajar con ellos e incluso ya habíamos hablado de la posibilidad de hacerlo». Todas las piezas son nuevas, menos la última, 'After The Rain', que precisamente era la que bailaban juntos antes del confinamiento. «Y además de que es una coreografía que nos gusta mucho, nos parecía también una bonita forma de concluir el espectáculo. Una manera de recuperar esa ansiada normalidad que todos esperamos», comenta.

También le da una gran importancia a la proyección de esos cortometrajes que completan la danza y es que, es de las que piensa que «el mundo de la danza ha sido siempre un poco elitista y poco dado a fusionarse con otras artes y el medio audiovisual te ayuda a contar esa historia y combina perfectamente con nuestra coreografía», afirma.

La idea del espectáculo conlleva inevitablemente a hablar de cómo ha afectado el covid al mundo de la danza. «Va a costar salir de esta, pero al menos por una vez el parón ha sido para todo el mundo no sólo para los españoles, porque esta crisis ha sido un latigazo para todos», asegura.

Lamenta que cuando comenzó a retomarse la actividad tras la cuarentena «se nos llamase un lujo innecesario», pero también dice que no se debe culpar de todo lo que pasa en relación con la danza a los políticos a la falta de ayudas. «En este mundo nos falta mucha solidaridad entre nosotros mismos. Nunca hemos estado unidos y seguimos sin estarlo, y además no somos capaces de hacer autocrítica y de analizarlo. Este es un mundo pequeño y deberíamos hablar más y hacer más cosas de forma conjunta», afirma.

En lo que respecta a su propia trayectoria, y tras haber bailado en algunos de los mejores ballets del mundo, reconoce que ahora mismo «estoy viviendo un momento maravilloso». Y en parte se debe a este nuevo paso que ha dado en su carrera con sus propias producciones. «Nosotros hemos tenido la suerte de bailar roles maravillosos y en mi caso de hacerlo además como bailarina invitada, pero ahora tengo la sensación de libertad, de poder elegir, de organizar mi propio calendario...».

Y como ejemplo señala, que el 16 de octubre, cuando estrenaron esta producción en la ciudad en la que residen, «ya teníamos claro nuestro próximo espectáculo, que lo estrenaremos en otoño. Y esa vez si que será una historia con una narración de principio a fin».

Lucía Lacarra lleva treinta años bailando y no tiene intención de dejar de hacerlo. Reconoce, eso sí que tal y como se dice «es un mundo muy sacrificado, pero para mí no es una profesión, es una forma de vida».