Todo el mundo es raro

El libro recoge diecinueve relatos en su mayoría inéditos, aunque algunos habían aparecido previamente en revistas, obras colectivas o medios digitales. Con ecos del Roland Topor de 'Acostarse con la reina' y retazos de un estrambótico Boris Vian, el lector se encontrará con historias que terminan mal porque comienzan mal, pero en las que la tragedia se afronta con una sonrisa irónica: en 'Amabilidad', un padre llega a recoger a su hija y una hija no llega a tiempo para que la recoja su padre. Pronto descubrirán que ellos y ellas pueden intercambiarse, sin mayores problemas. Aunque también hay trazas del Buñuel más disparatado y cruel, mirando puertas adentro: en el brevísimo 'Devoción', imagina un pueblo devoto de una virgen cuyos milagros más bien parecen las siete plagas: lluvia de babosas de colores, granizo que arruina las cosechas y hasta mata perros, o incluso ataques epilépticos. En consonancia, sus fieles, más que sacarla en procesión, la corren a pedradas, y hasta le prenden fuego. Humor negrísimo, en una vuelta de tuerca a la España de romerías.

Más que extraño, José Ovejero resulta singular; dedicado en lo profesional a las palabras de los demás –ha sido intérprete de la Unión Europea–, este madrileño del cincuenta y ocho lleva media vida escribiendo, tanto sus propias obras como en los medios de comunicación más reputados de España e Hispanoamérica. El reconocimiento masivo le llegaría en 2012 con el premio Anagrama de Ensayo por 'La ética de la crueldad', y en 2013 con el premio de novela Alfaguara, que obtuvo gracias a su novela 'La invención del amor'. Además de impartir cursos de escritura creativa en Europa y América, en 2016 saltó además a los escenarios, con la obra 'Qué raros son los hombres', una adaptación de sus propios relatos breves. Y en 2017 dirigió el documental 'Vida y ficción', coescrito junto a Edurne Portela, en el que dieciséis escritores españoles reflexionan sobre '¿Por qué seguimos escribiendo?'. (Paraninfo de La Magdalena, a las 19 horas).