¿Murió envenenado Pablo Neruda?

Gunther Castanedo, nacido en Irún, pero ligado a Santander desde su infancia, licenciado en Medicina y doctor en Odontología, ha aportado durante años un corpus de estudio alrededor del poeta de 'Canto general', plasmado entre otros en títulos como 'Un triángulo literario: José María de Cossío-Miguel Hernández-Pablo Neruda' (2005), 'Pablo Neruda y Antonio Machado' (2005), las Actas del congreso Pablo Neruda en Santander (2008); y, además de autor, ha editado 'Sucede que voy a vivirme', que recoge las conferencias dictadas por expertos nerudianos con motivo de la exposición que, con el mismo título, se llevó a cabo en la Biblioteca Central de Cantabria durante el verano de 2015.

Las controversias que la muerte de Neruda, acaecida hace medio siglo, el 23 de septiembre de 1973, tan solo unos días después del trágico golpe de Estado perpetrado por Pinochet, golpe que, según todos los indicios, agravó su delicado estado de salud, han sido innumerables. Desde entonces, no han sido pocas las voces que se han levantado sugiriendo la posibilidad de un envenenamiento por parte de las autoridades militares que accedieron al poder de forma fraudulenta.

En los últimos años, un grupo de expertos internacionales procedentes de Canadá, Dinamarca y Chile se ocuparon de analizar los restos del poeta en busca de alguna sustancia que avalara la tesis del asesinato, sin embargo, sus resultados, hechos públicos este mismo año, «no han resuelto el enigma».

Las dudas sobre si murió o no asesinado siguen sin despejarse, a pesar de que algunas opiniones interesadas se inclinen por confirmar el asesinato. Neruda (Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto), murió 12 días después del golpe de Estado para derrocar al presidente socialista Salvador Allende (1970-1973), que abrió la larga dictadura del sátrapa Augusto Pinochet (1973-1990). El poeta comunista padecía cáncer de próstata con metástasis y fue trasladado hasta la clínica, acompañado por su esposa Matilde Urrutia, y por su chófer Manuel Araya. Viajaron desde Isla Negra, a 100 kilómetros de Santiago, donde vivía la pareja, hasta la capital de Chile para que fuera internado.

Gunther Castanedo Pfeiffer aborda, en las cuatrocientas páginas de esta 'Biografía médica. Enfermedad y muerte de Pablo Neruda', un exhaustivo recorrido por la vida de Pablo Neruda atendiendo, fundamentalmente, a su estado físico y a las numerosas enfermedades que sufrió a lo largo de su vida. Para ello, «se sustenta en una vasta documentación, en la nutrida correspondencia entre el poeta y su familia, sus sucesivas compañeras y sus amigos y en informes médicos, de todo lo cual entresaca una información imprescindible para que el lector saque sus propias conclusiones», según resalta el editor.

El libro cuenta con un texto introductorio de Bernardo Reyes, un prólogo sobre el personaje y once capítulos que recorren, desde los antecedentes familiares al exilio, la vida del poeta vertebrada por enfermedades y aspectos biográficos determinantes en su evolución emocional y vital.

Como colofón incorpora además «el informe que el Comité de Expertos presentó este mismo año y analiza sus resultados, objetivamente no concluyentes, que dejan abierta la puerta a interpretaciones de todo tipo».

El pasado día 7 de este mes de diciembre se conocía que la jueza Paola Plaza, que investiga las circunstancias de la muerte del poeta, rechazaba la solicitud de nuevas diligencias que habían presentado tanto el sobrino del Premio Nobel, Rodolfo Reyes, como el Partido Comunista. Las peticiones de los querellantes fueron interpuestas en otoño con el objetivo de lograr la reapertura del sumario que ya fue cerrado en septiembre por la magistrada, sin procesados, «al considerar agotada una investigación que se mantuvo abierta por más 12 años».

Durante casi cuatro décadas la causa de muerte fue atribuida a la enfermedad de Neruda. Pero en 2011 Araya (ya fallecido) sostenía públicamente que el poeta fue asesinado en la clínica por una inyección letal. De acuerdo con ese testimonio el Partido Comunista y el sobrino del poeta pusieron en marcha las querellas.