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Los cien años del primer museo y casa del guía de Altamira son objeto de la exposición 'Vínculos a la Casa de 1924'. El Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, dependiente del Ministerio de Cultura, celebra este aniversario con una muestra documental. La conocida como Casa 1924, construida en estilo montañés, se incluyó dentro de un proyecto para conservar la Cueva de Altamira después de ser declarada Monumento Histórico Artístico en 1924, por lo que este año también se conmemora el centenario de esta declaración.
El Real Decreto del 24 de abril de 1924, publicado en el número 127 de la Gaceta de Madrid, declaró «la protección de la cueva, junto a más de una veintena de sitios repartidos por toda la geografía española, por lo que supuso también un reconocimiento del arte rupestre como patrimonio cultural». 'Vínculos. Altamira y la arquitectura montañesa' se remonta a diciembre de 1924, meses después de que la Cueva de Altamira fuese declarada Monumento Histórico Artístico, cuando el Ayuntamiento de Santillana del Mar y la Junta de Administración y Exploración de la Cueva «acordaron la construcción de un edificio que albergara la vivienda del guarda de la cueva y el primer Museo».
La ahora llamada como Casa 1924 se incluía dentro de un proyecto «más global» para conservar la Cueva de Altamira. El ingeniero Alberto Corral Alonso de la Puente (1861-1942) firmó y presentó un 'Proyecto para la reparación y consolidación de la cueva de Altamira'. Los trabajos que se planteaban no se limitaban a la edificación de la Casa 1924, sino también «proyectaban intervenciones en la cueva para evitar la condensación de agua y filtraciones, reforzar la estabilidad de la roca y facilitar el recorrido interno». Para la construcción de la Casa 1924 se optó por el estilo montañés, corriente historicista de moda en la región a principios del siglo XX. En su construcción destacan elementos de la arquitectura montañesa, como los muros de sillería con sillares enmarcando los vanos, cubierta a dos aguas con aleros pronunciados y una solana de madera que recorre la primera planta.
En el espacio Vínculos se muestran postales del que fue el primer Museo y casa del guía de Altamira, junto con un fragmento del acta de 1925, en el que se entregaba la obra finalizada a la Junta de Administración y Exploración de la cueva. Entre las imágenes más curiosas de este primer Museo de Altamira se encuentra una fotografía de 1925 (donación de Gitta Knümann), con un grupo de personas posando delante del arco de entrada todavía en obras, y otra del interior de una sala, que ilustra el relato de la visita de Luis Martínez Kleiser.
Actualmente, la Casa 1924 está integrada en el recinto del Museo y, tras varias reformas, está todavía en uso albergando el espacio de acogida a los visitantes previo al acceso a la cueva de Altamira.
El Museo, que dirige Pilar Fatás, acoge este final de año, en paralelo, una muestra temporal desde el pasado mes de noviembre, bajo el epígrafe 'Una visión indígena del mundo. Arte rupestre de Roboré (Bolivia'. «Un paso más en la puesta en valor del arte rupestre de los cinco continentes, en la toma de conciencia de su fragilidad, la importancia de su conservación y en la apreciación del mismo como el hilo temporal y cultural inherente a la memoria de un lugar».
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