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«Nunca he perdido el gusto de ver arte», dice José Lebrero. El director artístico del Museo Picasso de Málaga está en Santander, donde coordina el ciclo de conferencias 'Picasso. Alteridad y modernidad' que celebra el Centro Botín. Una propuesta que repasa la visión patriarcal ... del artista y su obra. Lebrero, que ha estado al frente de la institución andaluza durante 14 años, dejará a finales de este ejercicio su cargo, cuando concluyan los actos del 50 aniversario de la muerte del pintor malagueño.
-Cuando uno trabaja con una figura de la dimensión de Picasso, ¿todo lo demás toma una perspectiva menor?
-No más pequeña, pero se hace difícil encontrar gigantes de la talla de este artista.
- ¿Es necesario replantearse el contexto de su obra a día de hoy?
-Los museos monográficos como el de Picasso, el de Matisse, el de Munch o Rodin, tradicionalmente han sido muy celebratorios del artista, cosa que se entiende porque es su misión. Los biógrafos oficiales de Picasso no han contemplado aspectos de la vida del artista que hoy parece que hay que discutir, y uno de ellos es su relación con las mujeres que formaron parte de su vida.
- Y de su obra.
-Efectivamente. Con un personaje que ha tocado tanto ese tema y en cuya vida se ha acentuado tanto el concepto 'las mujeres de Picasso', es de sentido común hacerlo.
-La huella femenina en Picasso que abordan estas jornadas, ¿se refiere al enfoque en su trabajo o a la influencia en su forma de abordar el arte?
-De todo, porque al final lo femenino es un concepto. La gestualidad, la manera de referirse a algunas cuestiones, la manera de construir representaciones... Puede haber evidencias en los resultados, en la obra, pero también en los comportamientos y en la auto representación del personaje. Estamos hablando no solo de un gran artista, que es lo que le ha situado en una posición de privilegio en la historia del arte y casi de la cultura del siglo XX, sino de un personaje global, que va más allá de su obra. Es un icono cultural. Afortunadamente, en 2023 ha habido ya mucha teoría feminista, académica y análisis de los comportamientos del mundo que enriquecen la lectura y dan cuenta de una situación que creo que hay que alabar, de la mujer en el mundo. Se trata de no perder la exigencia en el debate.
-Las manifestaciones que hacen de los museos escenario de protesta, ¿qué opinión le generan?
-No puedo estar a favor de que una obra de arte se ponga en peligro. Comprendo que militantes de esta cuestión hayan visto una ventana para poder expresarse, pero no puedo estar de acuerdo, desde mi posición. En el Picasso hacemos lo posible para que eso no suceda, sin volver un lugar de la cultura, en el que el diálogo y el antagonismo pueden tener lugar, en un espacio paranoico. También los contextos son distintos. Tenemos un público muy internacional, en una ciudad muy turística.
-En ese contexto, ¿el arte para el turismo y el turismo del arte tienen que ser cosas diferentes?
-Diría que a día de hoy hay un cóctel deseable, que es el buen arte para el buen turista. Un museo que quiera ser un buen museo respecto a lo que muestra, al patrimonio, a la manera de mostrarlo, a la sensibilidad que tiene hacia los públicos, es mejor que uno que se preocupa de que vaya muchísima gente. Se pueden hacer cosas. Otra cuestión es la gentrificación de los espacios públicos, el turismo masivo... Un museo no deja de ser un filtro, un lugar al que no es necesario ir y no es lo mismo un museo que una ciudad.
-¿Y cuándo se pone el filtro o los límites a un museo?
-En Santander aún no estáis en el límite (ríe) y en Málaga lo está el Museo Picasso, ningún otro. Lo que me parece importante es la inscripción en el territorio. Los museos y centros de arte que se van a abrir aquí están en un territorio determinado que tiene unas características concretas y es muy importante estudiarlas, conocer a los públicos y buscar combinaciones que no disminuyan la aspiración de cuidar el patrimonio y hacer que las personas se lo pasen bien. Eso no significa montar fiestas, sino educar, compartir, ser sensibles a que cada contexto es el que es. No hay un solo público y hay que saber a qué aspiran.
-La eclosión cultural que se dará en Cantabria, ¿en qué debe sostenerse para que el proyecto se retroalimente en su territorio?
-Hasta donde yo lo veo, un museo no es una ONG ni un lugar de asistencia social. Sin embargo, tienen que ser cada vez más sociales y cumplir unas tareas que tienen que ver con contribuir a intensificar la inclusión social, la educación, tienen que ser porosos, dinámicos, colaborar. El paro no lo resuelve un museo, pero podrá trabajar para contribuir a que se creen más empleos.
-¿Qué sello le gustaría que quedase como parte de su gestión?
-Esto no me lo han preguntado nunca. El reconocimiento de personas que hacen lo mismo que tú y te recuerdan que han aprendido algo o el de personas anónimas que le han sacado partido a lo que tú has contribuido a hacer, es una prueba del algodón, reconforta y a mí me ha sucedido varias veces.
Las políticas de identidad, la masculinidad y el arte o cómo transcurren los cambios en las relaciones de género en el sistema del arte, planteando y buscando respuestas en torno a la identidad de la obra y del artista centran las conferencias que se iniciaron ayer con la ponencia del catedrético Eugenio Carmona y finalizan hoy con la conferencia de Jessica Pi. La profesora titular de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad Autónoma de Barcelona, investigadora principal del proyecto 'Los escritos de Picasso' y codirectora del Doctorado Picasso (UAB – Universidad de Amiens – Museu Picasso de Barcelona) abordará hoy (19.00 horas) las 'Lecturas ginocéntricas de la obra de Picasso'. Tras la conferencia se celebrará una mesa redonda moderada por José Lebrero en la que participarán ambos ponentes.
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