«Un museo pequeño no puede ser solo un espacio elitista, debe estar abierto a la crítica»
José María Lafuente | Coleccionista, empresario y editor ·
El artífice del Archivo más deseado, que el próximo jueves reabre el Aula de Cultura de El Diario, se pregunta «cómo explicar a las nuevas generaciones el Santander de los años 20 si solo mostramos obras de Riancho o Blanchard»
Guillermo Balbona
Santander
Domingo, 5 de enero 2020, 07:53
Lo dijo por activa y por pasiva cuando aún muchos, desde la ignorancia o el escepcitismo, no creían en el proyecto: «El Archivo Lafuente tiene vocación pública, es decir, no será un archivo muerto». Por eso sus fondos son objeto constante de préstamo ... para distintas exposiciones nacionales e internacionales. En 2019 el Archivo participó en dieciséis proyectos expositivos en más de una docena de instituciones museísticas y centros de arte. Para el nuevo año que ahora comienza, la perspectiva es tan ambiciosa como intensa al participar «en la cada vez más activa red de museos y archivos vinculados internacionalmente».
Su artífice, el empresario, coleccionista y editor José María Lafuente, que el próximo jueves, día 9, abre la nueva temporada del Aula de Cultura de El Diario, anuncia que «repensaremos el Archivo y haremos un plan a tres, cinco y diez años». Premio en 2018 de la Fundación Cultural Montblanc, entre otras distinciones, Lafuente está convencido de que en este 2020 se visibilizarán «importantes pasos» en el proyecto del centro asociado Reina Sofía-Archivo, con destino al Banco de España. En su comparecencia en el Ateneo de Santander, Lafuente expondrá sus reflexiones bajo el epígrafe 'Del new MoMA al Reina Sofía: nuevos formatos expositivos'.
Lafuente, una de las personalidades invitada a conocer la nueva identidad de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, el más importante del mundo, comprobó las afinidades estéticas y discursivas con el MoMA al ver reflejado en el planteamiento de sus nuevas salas «el camino recorrido hasta ahora y en el propio sentido del Centro Asociado Reina Sofía- Archivo Lafuente».
–Del New MoMA al Reina Sofía. ¿Y del Archivo Lafuente a dónde?
–Como podrá comprobar quien asista a la charla del día 9, este título encierra una pequeña trampa; en realidad, se debería titular 'Del Reina Sofía al New MoMA'. El citar en primer lugar al MoMA viene motivado por la sorpresa que me produjo la visita que pude realizar, antes de su inauguración, el 12 de octubre del pasado año. Yo soy un aficionado entusiasta del arte. Recorrí durante más de tres horas las nuevas salas del museo no dando crédito a lo que veía e identificándome plenamente con muchos de los discursos planteados. En algún momento me daba la impresión que no estaba en el MoMA, sino en una exposición Reina Sofía - Archivo Lafuente. Inmediatamente, al salir, le envié un mensaje a Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía que decía lo siguiente: «Manolo, tengo un titular: El Reina Sofía se reivindica en el New MoMA».
–Luego, ¿esto subraya la importancia del proyecto que Santander espera en el Banco de España?
–El Archivo Lafuente está precisamente ahí. Conozco a Manuel Borja-Villel desde hace diez años, al poco tiempo de ser nombrado director del Reina Sofía. Hemos compartido, cada uno desde su atalaya, infinidad de conversaciones sobre el papel del museo, la forma de mostrar las colecciones o sobre la relación entre museo y archivo, cosa nada común hace diez años. Al ver reflejado este planteamiento en las nuevas salas del MoMA pensé en el camino recorrido hasta ahora y en el sentido que tenía el proyectado Centro Asociado Reina Sofía- Archivo Lafuente.
–Hasta ahora el formato, el envase, la mera exhibición primaba sobre el contenido en muchos proyectos. ¿Hay que repensar la experiencia artística?
–Al arte se puede llegar de muchas formas. Su entendimiento y comprensión es un aprendizaje continuo. Para un amante del arte pocas cosas puede haber más satisfactorias que enfrentarse en silencio a una obra de arte. Pero no creo que se trate tanto de repensar la experiencia artística, sino de valorar –como decía Rosalind Krauss– lo que implica que las historias canónicas del arte se construyan exclusivamente como una historia de los nombres propios.
«Al ver el planteamiento de las nuevas salas del MoMA vi reflejado el sentido que tiene el proyecto Reina Sofía- Archivo Lafuente»
el proyecto
–Iniciamos 2020, quizás rigurosamente no una década. Pero todo tiene resonancia de distopías y futurismo. En el debate cultural pulula una pregunta que le formulo: ¿Cómo debe ser el museo de este tiempo?
–Un museo público de arte moderno debe regirse por un código de buenas prácticas; tener garantizada su autonomía, económica y de contenidos, al margen de las injerencias políticas, además de contar con un presupuesto digno que le permita desarrollar su labor. La experiencia de un museo ha de ser la de un lugar de aprendizaje en el que las obras de arte ejerzan de base y catalizadoras del relato: poder desarrollar una narración que tenga en cuenta que no hay una historia dominante, sino que la historia es plural; superar la contemplación de las obras de arte bajo parámetros puramente estéticos; no limitarse únicamente a los grandes géneros, como la pintura y la escultura, sino convivir e interrelacionarse también con la fotografía, el cine, el teatro, el sonido, el vídeo o la performance, todos ellos, elementos imprescindibles para un mejor entendimiento de las historias del arte. Un museo debe ser consciente de la escala y del lugar que ocupa dentro del sistema. No es lo mismo el Reina que el Macba, el IVAM o el MAS de Santander.
–¿Y en el caso de un museo como el MAS, pequeño, que se presupone cercano?
–En el caso de un museo pequeño, los ciudadanos tienen que ver reflejada su historia social, cultural y artística bajo el prisma de las diferentes obras de arte y del resto de formatos que componen las colecciones del museo. No puede ser únicamente un espacio elitista dedicado a la mera contemplación del hecho artístico. Debe estar abierto a la crítica a través de un programa público plural y multidisciplinar. El museo tiene que poder desarrollar un conjunto de exposiciones temporales bajo un plan y con un objetivo concreto dando entrada a las diferentes voces que componen la comunidad artística: comisarios, críticos, historiadores, escritores, artistas, sociólogos o cineastas. Hay que ayudar a los jóvenes artistas facilitándoles su promoción y difusión dentro de las salas del museo. En definitiva, abrirlo a la sociedad y que corra el aire.
–¿Cómo define en síntesis esos nuevos formatos expositivos?
–Como un permanente cuestionamiento del canon. Teniendo en cuenta la importancia del relato y cómo se narra (contexto) y valorando que la Historia del Arte conviva con las historias del arte.
–¿No existe la tentación/peligro de 'coreografiar', de sumir cada creación en una interacción artificial?
–Es cierto que hoy puede existir ese peligro siempre y cuando –como usted dice– sea una «interacción artificial». Ahí no se debe caer. Pero tampoco debemos banalizar el término 'coreografía'. Pongamos dos ejemplos actuales de coreografía relacionados con dos exposiciones que se ajustan a lo que yo he querido expresar como nuevos formatos expositivos: Ahora mismo, en París, con un gran éxito de público y crítica que ha motivado su prórroga, se puede ver en la fundación Cartier la muestra titulada 'Nous les arbres'. Está comisariada por Bruce Albert (antropólogo), y fusiona las ideas de artistas e investigadores (antropólogos, filósofos, botánicos, biólogos y arquitectos) sobre diferentes hilos narrativos. Se pueden ver dibujos, pinturas, fotografías, películas, grabados, material etnográfico e instalaciones de artistas de Latinoamérica, Europa, EE UU, Irán, y de comunidades indígenas de Paraguay, así como de los indios Yanomani, que viven en el corazón del bosque amazónico. Por otra parte, en Milán, en la fundación Prada, se está celebrando la muestra 'Il Sarcofago de Spitzmaus'. Comisariada por el cineasta Wes Anderson y su compañera, la diseñadora Juman Malouf, reúne 538 obras de arte y objetos comprendidos entre hace 4.5 millones de años hasta hoy, que provienen del Museo de Historia del Arte y del Museo de Historia Natural, los dos de la ciudad de Viena. Es, de nuevo, una reflexión sobre el canon del museo y propone una nueva relación entre las colecciones, los profesionales y el público del museo. Podría citar otras más, como la dedicada a la arquitecta y diseñadora Charlotte Perriand en la fundación Louis Vuitton en París o, la que se exhibe actualmente en el Bellas Artes de Bilbao bajo el título 'ABC, el alfabeto del museo de Bilbao', comisariada por el escritor Kirmen Uribe y que desarrolla idéntica tesis a la que Javier Maderuelo comisarió para el MAS en 2014 bajo el título 'La idea de arte' y que sirvió de presentación pública de los fondos del Archivo Lafuente.
«Debe ser consciente de la escala y del lugar que ocupa dentro del sistema. No es lo mismo el Reina Sofía que el MAS»
El museo del futuro
– Todas las referencias, elogios y perfiles del Archivo Lafuente confluyen de forma unánime en que su identidad es clave para adentrarse en el arte. ¿Cómo explica este factor?
–Especialistas de renombre han señalado, como su característica más singular, que el Archivo Lafuente ha transitado por un camino que no se había recorrido hasta la fecha. Coleccionando a la vez obras, libros, revistas, panfletos, publicaciones efímeras, cartas, objetos, fotografías, manuscritos, proyectos, bajo un plan y una investigación rigurosa previa, hemos accedido y puesto a disposición –de museos, investigadores y público en general– el caudal de ideas, actos sucesos y acontecimientos que configuran una parte de la historia del arte moderno. Casi sin pretenderlo, hemos coleccionado «el contexto».
–Un plátano pegado a la pared es la sensación de una de las grandes ferias de arte...¿Eso es modernidad, provocación, mercado o banalización del hecho artístico?
–Es un poco de todo eso que señala.
–¿Qué le espera al Archivo en 2020?
–Me gustaría señalar que en el reciente 2019 hemos participado en dieciséis exposiciones a través de préstamos que superan los mil elementos: Mncars, Musac, IVAM, CBA, CDIS, Guggenheim, Fundación March, Fundación Mapfre, Palacete del Embarcadero...; habiendo editado seis catálogos. Hemos coorganizado, junto con el Reina Sofía, el Ayuntamiento de Santander y la UIMP, el curso Archivo y Memoria, que trajo a Santander y al Archivo a notables figuras, como Benjamin Buchold (profesor en Harvard y tal vez la máxima autoridad actual en crítica de arte), Bernard Blistène (director del Pompidou) o a Manuel Borja-Villel (director del MNCARS). Hemos participado activamente en simposios sobre archivos en Italia, Hungría e Inglaterra. Facilitamos el acceso al Archivo a investigadores procedentes de Estados Unidos, Argentina, Holanda y España. Y en 2020, continuaremos la actividad antes mencionada con la participación en importantes exposiciones y participaremos en la cada vez más activa red de museos y archivos vinculados internacionalmente. Repensaremos el Archivo y haremos un plan a tres, cinco y diez años. Realmente, la evolución del Archivo exige nuevos retos y planteamientos.
«Ha transitado por un camino inédito hasta hoy. Casi sin pretenderlo, hemos coleccionado el contexto de la historia del arte moderno»
identidad del archivo lafuente
–¿Confía en que este año se avance en el proyecto con el Reina Sofía?
–Estoy seguro que en este año se va a poder visualizar en hechos concretos el trabajo realizado hasta ahora. Los tiempos administratativos tienen su cadencia pero los plazos se van cumpliendo. Por otra parte, el director del Reina y yo continuamos reuniéndonos de manera periódica, cada cuatro o cinco semanas. Pasamos revista al proyecto desde los dos ámbitos principales: el administrativo y el cultural. Estamos en plena sintonía..
–¿Qué veremos en la cita del verano con el Archivo en Santander?
–Hay previstas dos citas para Santander. Una en el CDIS, en el ámbito de PHotoEspaña, dedicada al fotógrafo Jordi Socías, y la ya «clásica» entrega en el Palacete del Embarcadero cuyo título será finalmente 'La Movida'. Partirá del fondo adquirido recientemente al crítico musical Jesús Ordovás, pero tendrá participación de otros fondos del Archivo: Ceesepe, García Alix, Ouka Leele, El Hortelano, Miguel Trillo...
«Hay otras historias del arte que podrían enriquecer el discurso de un museo provincial»
–¿El arte que no explica las transformaciones de nuestro tiempo no merece tal nombre?
–Picasso, Miró o Dalí son grandes artistas. Por lo tanto, producen arte. Siendo hijos de su tiempo, en sus obras no tienen por qué explicar explícitamente las transformaciones de su tiempo más allá del hecho artístico. Ahora bien, si nos planteamos cómo un museo de arte moderno debe mostrar el arte de su tiempo, no debe de ceñirse únicamente al genio artístico de los grandes maestros. Cómo vamos a explicar hoy la España de los años treinta sin tener en cuenta la relación entre arte y política, la relación entre arte elevado y arte popular, o analizar la visibilidad de las mujeres artistas en esa época. Cómo no abrir el discurso del museo al cine, la arquitectura, el teatro o la fotografía, a Buñuel, Gatepac, Lorca o Renau. Cómo vamos a explicar, desde un museo provincial, a las nuevas generaciones el Santander de los años veinte y treinta si solamente les mostramos una sucesión de grandes obras de Riancho, Salces, Blanchard o Solana.
–¿Entonces?
–Yo creo que hay otras historias del arte que podrían enriquecer el discurso: la relación entre Gerardo Diego, José de Ciria y Escalante y Vicente Huidobro; el vínculo entre la nueva poesía, el creacionismo y el ultraísmo del primer Cossío; el significado de la fundación de la UIMP en Santander con la vinculación de Lorca y La Barraca o el posicionamiento de autores, como Rivero Gil, Luis Quintanilla y Santiago Ontañón.
–¿El cambio en el MoMA puede considerarse revolucionario?
–El MoMA es el museo de arte moderno imperial y canónico por excelencia. El cambio producido a partir de la nueva forma de presentar sus colecciones es muy revolucionario si atendemos a cómo era hasta ahora. Las colecciones no han cambiado; sin embargo, se ha cuestionado todo para poder seguir siendo el museo de referencia. En palabras de Glenn D. Lowry, director del MoMA: Los diferentes departamentos: pintura, escultura, arquitectura, diseño, fotografía, cine, arte multimedia, arte performativo, libros y gráfica, han funcionado tradicionalmente por separado dando lugar a una interpretación estática del arte moderno. En la nueva presentación de la colección se destacan las influencias y las fricciones creativas que surgen al contemplar juntas todas las disciplinas creando relatos completamente diferentes. Cada planta de las galerías de la colección narra las historias del arte de una época a través de todos los medios representados en todos los departamentos de conservación. El museo crea así un espacio de experimentación y narración a modo de laboratorio en un esfuerzo continuo por definir el arte moderno, permitiendo crear un diálogo entre los artistas y las ideas.
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