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Al maestro Peter Csaba (Transilvania, Rumanía, 1952) se le iluminan los ojos cada vez que habla del talento de los jóvenes músicos que forman parte del Encuentro de Música y Academia. Un gesto, casi natural que repite cada verano desde hace 22 años. Más de ... dos décadas en las que llega a Santander como director de esa maquinaria perfecta que pone en marcha la Fundación Albéniz como impulso a los alumnos música clásica de toda Europa. Csaba, al que aún se le resiste el idioma castellano, hace lo posible, con gestos, con palabras inglesas, francesas o en italiano para hacerse entender, para explicar que la música clásica es también una forma vida.
Durante las tres semanas que dura este Encuentro no para. Entra y sale del conservatorio Jesús de Monasterio donde los participantes ensayan con profesores de primer nivel, asiste a las actuaciones en el Palacio de Festivales, dirige alguno de los conciertos, está pendiente de todo. Le cuesta encontrar un hueco para atender a los periodistas, y todo ello sin dejar de sonreír. Su trabajo, sin embargo, comienza mucho antes de su llegada a Santander, pues a él le encomendó Paloma O'Shea encontrar a los músicos más excelentes para que vivan esta experiencia, una tarea que le lleva a recorrer las academias y escuelas de toda Europa en busca de los mejores y eso hace que cada Encuentro, pese a que este año cumple su veintidós edición, sea distinto. «¿Cuál es la novedad en este? Pues la misma de siempre, que suena contradictorio, pero así es: que el 90% de los participantes vienen por primera vez, y eso hace que cada edición sea diferente, porque el Encuentro lo hacen ellos… La idea, el objetivo, es hacer que los jóvenes artistas aprendan más, interpreten mejor, vivan la música de una manera más profunda, y eso va tomando forma con las experiencias de cada uno de ellos y la del conjunto, que cada año, insisto, es diferente», explica.
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En el ecuador de la edición, cuando el público del Palacio de Festivales ya se ha acostumbrado al sonido de alumnos, el maestro hace un primer balance: «Este Encuentro ha empezado muy bien y los jóvenes tienen un alto nivel, mucho entusiasmo y seriedad. Y también ese punto de competitividad que les convierte en músicos excepcionales».
El público, asegura, responde con su presencia, aunque eso no le sorprende tanto después de tantos años encontrándose con ellos. «Es tan fantástica la comunión entre el escenario y la sala de butacas...», apunta. Pero reitera que los conciertos no son lo más importante del Encuentro y ahí es donde está el gran reto. «Porque inmediatamente después de actuar, los jóvenes siguen con los ensayos, con las clases, los conciertos individuales, de música de cámara… Y tienen que estar listos entre tantas cosas para volver a actuar, con este ritmo la próxima semana. Es un desafío», insiste y también la realidad «porque tienen que estar preparados para ser profesionales. Tienen que estar listos para estar sobre el escenario. El Encuentro va muy rápido y siempre dicen que estas semanas se les pasan volando porque claro, están los ensayos, las clase y dos o tres días después, conciertos ante el público y, en la mayoría de las ocasiones con grandes maestros. Esto es fantástico», destaca.
Entre esos grandes maestros hay nombres como el aclamado violinista Zakhar Bron, el flautista Philippe Pierlot, el también violinista Linus Roth, la soprano Juliane Banse-Poppen... y este año además, como director invitado que además estrenó una obra en este marco, Antoni Ros Marbà. ¿Le cuesta mucho convencerlos? «Lo que te puedo decir es que cuando llegan aquí están encantados. Naturalmente para el Encuentro es muy importante que no haya solo dos o tres profesores fantásticos, sino que el nivel general sea alto», un nivel que también se exige a los alumnos participantes. «Todos harán música muy buena en el futuro, aunque haya dos o tres que tengan una carrera individual destacada, el resto también lo hará. Tenemos una lista increíble de jóvenes que pasaron por estas aulas y que se han convertido en grandes solistas y pedagogos, profesores hoy en día de grandes academias en el mundo y que han salido de aquí. Por ejemplo, en 2009 tuvimos a una alumna que es desde marzo la líder, la maestra de concertino de la Filarmónica de Berlín que, por primera vez, es una mujer y es nuestra», reconoce con orgullo. «Cientos de jóvenes han pasado por aquí, han hecho un fantástico trabajo y ahora son autoridades que, a su vez, enseñan y forman, con su propio estilo y transmiten sus conocimientos. Eso también es parte de la importancia del Encuentro. Para mí es muy importante que la música clásica en general, tenga futuro».
Es en este punto de la conversación en la que Csaba se pone algo más serio. «Estoy seguro de que hay futuro, pero no puede convertirse en una pieza de un museo, sino que tiene que estar en las salas, en contacto con la gente, tiene que estar viva. La humanidad guarda importantes tesoros y un gran número de compositores y músicos de los que sentirse orgullosos. Esto debe mantenerse vivo, no en los museos», reflexiona.
Una idea que ha compartido en muchas ocasiones con Paloma O'Shea, su jefa, su amiga... «Llevamos juntos muchos años y ella es una persona excepcional y muy especial. Desde el principio comprendió cuan importante es ayudar a los jóvenes en su camino hacia el futuro. Ese ha sido también mi objetivo, pero un proyecto como este, de alto nivel, resultó ser muy interesante para mí desde que empezamos. He tocado en más de sesenta países, he dirigido orquestas, pero le dedico mucho tiempo a este Encuentro porque es fantástico. Y Paloma ha ayudado y apoyado. Discretamente, pero siempre está ahí. Tenemos una relación constructiva y fantástica».
No quiere concluir la entrevista sin recordar el concierto de la Clausura el próximo día 26, en el Palacio de Festivales una obra muy singular de Manuel de Falla, una opereta que lleva por título: 'El retablo de Maese Pedro' que él mismo dirigirá y que reunirá en el escenario a músicos con los títeres de la compañía Bambalina, Teatre Practicable. ¿Pero cómo es posible mantener ese entusiasmo a la hora de dirigir el Encuentro cada verano después de tantos años? «Llevo más de 60 años haciendo música… Viviendo la música, pero es que jamás, jamás me aburre, porque la amo profundamente y porque es mi vida. No importa que interprete o escuche una obra cincuenta veces y cada vez la vivo con más intensidad y con más profundidad, porque al interpretarla de nuevo la conozco mejor, aprendo siempre un matiz nuevo sobre ella, y eso me hace disfrutarla aún más», explica.
«Todo esto tiene que ver con el hecho de que la música es mi vida entera: No es un trabajo Y esto es también lo que, como director artístico del Encuentro, quiero transmitir a los jóvenes que vivan la música así y que tomen siempre lo mejor de la vida y lo vivan intensamente».
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