Secciones
Servicios
Destacamos
Javier Muñoz
Lunes, 4 de enero 2016, 13:13
Han transcurrido 24 años, pero aún recuerdo las salvas, el descenso de la campana, los hinchables, el sonido majestuoso... En fin, todo eso que llamamos parafernalia. Un espectáculo poco original, dirán los admiradores de Bowie. Tal vez, pero eficaz, energético y divertido, que son los ... ingredientes del rock (para otros mensajes están los libros y las películas europeas subtituladas). Como tenía y tiene por costumbre, el guitarrista Angus Young se bajó los pantalones y enseñó unos calzoncillos (otras veces exhibe su trasero de australiano inmigrado de Escocia), y las guitarras sonaron calientes y aceradas.
El escenario de tan magno acontecimiento fue el estadio barcelonés de Montjuic, remozado para acoger las Olimpiadas y a Carl Lewis. Pero eso iba a ocurrir al año siguiente. El 24 de septiembre de 1991 el sol iluminó el cartel del festival Monsters of Rock, presidido por AC/DC y Metallica y completado con formaciones menores que cambiaron a última hora. Los billares del extrarradio barcelonés se vaciaron aquella tarde/noche.
El espectáculo congregó a 55.000 seguidores del 'hard rock' y el 'heavy metal', buena parte de los cuales hicieron cientos de kilómetros en autocar, contemplando el toro de Osborne desde el asfalto calcinado de la España profunda. Pagaron solidariamente 4.000 pesetas de hace casi un cuarto de siglo para soportar pacientemente a varias formaciones hasta que llegara la suya. El que suscribe y unos cuantos más sólo se interesaron por AC/DC, que tenían reservada la actuación estelar del final y cumplieron las expectativas. Los eruditos de la 'cosa' suelen poner peros a este tipo de macroconciertos, pero la grada rugió y los cañonazos sonaron más fuertes que nunca.
De Metallica poco puedo hablar porque no les presté atención. Ese escaso interés quizá sea un sacrilegio para sus fans, pero que no se quejen demasiado: dentro de varios siglos los arqueólogos encontraran los discos de esa banda en el estrato inmediatamente superior al de AC/DC. En mi descargo aclaro que en 1991 no sabía lo que era el 'speed metal', y añado algo que es obvio, pero que nunca está de más. Recordar: Angus Young no es 'heavy', sino puro sonido de guitarras, ardiente queroseno, lo que explica que haya gustado siempre a tribus tan variadas; y parece que también a los adolescentes de la 'play'.
El día de Montjuic era martes, día de labor. Llegaron 130 autobuses: 50 de Madrid y cuatro de Bilbao, donde se habían agotado las entradas disponibles. También los hubo de Murcia, Albacete, Sevilla... La organización dispuso casi 300 guardas de seguridad, y 36 polícias locales controlaron el tráfico alrededor del estadio. Aquel año habían pinchado en España los conciertos de Elvis Costello, Sting, Paul Simon y Pet Shop Boys, grandes estrellas del pop que no lograron llenar locales de aforo mediano. También estaba de moda Tanita Tikaram, pero no tuvo mejor suerte. En cambio, las cohortes del rock duro se atrevieron con el recinto olímpico de Barcelona, donde poco antes una docena de campeones mundiales de atletismo apenas había congregado a 16.000 personas. Cervezas aparte, Monsters of Rock metió allí 34 'trailers', 350.000 vatios de sonido y 75.000 de luz, y a miles de oficinistas que salieron a toda prisa del trabajo para llegar a tiempo.
Pocas cosas han cambiado en lo esencial desde entonces, salvo que Michael Jackson murió y que 'Operación Triunfo' e Internet han engullido el rock o lo que quede de él y lo han convertido en concentrado de carne Starlux. El año pasado se retiró el hermano de Angus Young, Malcom, que era el segundo guitarrista de AC/DC y de quien dependía en gran parte el sonido y el ritmo del grupo. Pero en 1980 la banda ya había perdido al vocalista Bon Scott, que también era básico, y la vida siguió con su sucesor, Brian Johnson. Hoy los miembros de AC/DC se acercan a edad de la prejubilación, lo que salta a la vista en las fotos de promoción (lo mismo que pasa con los Stones y Springsteen). La nostalgia es inevitable al contemplar esas instantáneas, pero es más llevadera si tu estrella del rock no ha engordado, como es el caso.
Realmente han pasado demasiados años. Cuando AC/DC tocaron en Montjuic, el 'hard rock' y el 'heavy' triunfaban en el Este de Europa, que aún recogía los cascotes del derrumbado Muro de Berlín. Una consecuencia de la caída de la URSS fue que las ventas de discos se cuadruplicaron en Berlín occidental, y los jóvenes del otro lado del Telón de Acero, como no podía ser de otra forma, apostaron por el 'metal'.
«Me han venido chavales contándome que sus padres no les dejan vernos con chorradas como: 'Si asistes a esos espectáculos regresarás hecho un zombi'», declaraba con sorna Angus Young en aquellos tiempos. Era un treintañero y ya había visto de todo. 'The Times' lo había tildado de 'hoolingan', y el Ejército de Estados Unidos había recurrido a sus estruendosas canciones para intentar volver loco al dictador Noriega poniéndoselas a todo volumen durante la invasión de Panamá. Si hubiera imaginado lo que pasaría con Internet... La red se ha llevado casi todo por delante, menos el espectáculo de AC/DC.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.