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José Mari Reviriego
Martes, 12 de enero 2016, 17:10
La noticia de que David Bowie iba a actuar en Bilbao revolucionó a todo el rockerío. La fecha estaba marcada en rojo en el calendario: 14 de julio, en la plaza de toros de Vista Alegre. Era la primera vez que el artista británico anunciaba ... en toda su larga carrera una cita en la capital vizcaína, necesitada de un último tirón para colocarse a la vanguardia de los grandes conciertos internacionales. Corría el año 2004 y todavía faltaban dos para que la ciudad culminara su despegue con la celebración del BBK Live en las campas del monte Cobetas después de haber crecido musicalmente en gaztetxes, pequeños locales, salas bien acondicionadas y recintos al aire libre. Y Bowie era mucho Bowie. Siempre lo ha sido. El cantante y saxofonista su parte más desconocida como músico tenía entonces 57 años y se presentaba con toda su artillería dentro de la gira mundial 'Reality Tour', la primera de este calibre que organizaba desde 1995.
El polifacético músico, actor además en al menos 15 películas, se hacía acompañar de una superbanda. Entre otros, el guitarrista Earl Slick, el teclista Mike Garson y el baterista Sterling Campbell ex de Duran Duran, aunque conocido en España por ser un antiguo novio de Marta Sánchez. Campbell, uno de los instrumentistas más fieles al artista inglés, comenzó su colaboración en 1989 y la ha mantenido hasta 2013 en 'The Next Day', penúltima obra de Bowie. Slick, colaborador de John Lennon, también firmó las partes de guitarra de ese álbum. 'Black Star', su disco póstumo, ha sido grabado por músicos de jazz.
El repertorio del 'Reality Tour' que tenía previsto descargar en Bilbao era una especie de grandes éxitos de toda su carrera, que entonces sumaba 37 años condensados en canciones como éstas de su set list: 'Rebel Rebel', 'All The Young Dudes', 'China Girl', 'Let's Dance', 'The Man Who Sold The World', 'Under Pressure', 'Ashes To Ashes', 'Heroes' y 'Ziggy Stardust'. El autor de 'Space Oddity' contentaba a dos generaciones de fans en un espectáculo que daba cabida a todos los palos que le han hecho una estrella de la música popular: rock, pop, dance, jungle, techno, soul, jazz y folk.
El suyo estaba llamado a convertirse en uno de los conciertos para el recuerdo en el Gran Bilbao (ya había actuado en 1997 en San Sebastián), un territorio armado culturalmente sobre una base rock que ha pervivido con altibajos tras crecer en los últimos 25 años sobre el paisaje industrial y sus ruinas en ambas márgenes de la ría. Esa lista de míticas actuaciones en directo puede ser tan extensa y variada como uno quiera, pero aquí van algunas citas de las que han dejado huella en una generación de vascos, sean en recintos pequeños o grandes, ante un puñado de seguidores o ante una multitud.
-Los Ramones en el polideportivo Zubi Alde de Portugalete en 1989.
-La Perrera y Cerebros Exprimidos en el gaztetxe de Bilbao a principios de los 90, en uno de los últimos conciertos antes del desalojo del local.
-El Desván del Macho en la sala En Canal de Zorrozaurre por aquellas fechas.
-Mudhoney, en la sala Txitxarro del alto de Itziar en 1991.
-Nirvana en La Casilla en 1992.
-The Jon Spencer Blues Explosion en el Antzoki de Bilbao en 1997.
-Queens of the Stone Age en la sala Jam de Bergara en 2002.
-Metallica en el BBK Live de Bilbao, en 2007.
-Gutter Twins en el Azkena de Vitoria en 2008.
-Antiguo Régimen en el Izar Beltz, en un edificio industrial del barrio bilbaíno de Irala en 2015.
Conciertos que permiten repasar el paisaje y el paisanaje de aquel tiempo, desde los tiempos del Martxa ta borroka hasta la era actual de los grandes festivales al aire libre, recogidos en la sección 'Rock a la vasca' que se estrena hoy con David Bowie, fallecido el lunes.
El de Bowie tenía que haber sido uno de ellos, pero la que fue su última gira parecía estar maldita. Ante las 7.000 personas que llenaban el 19 de junio de 2004 el recinto al aire libre del concierto estrella del festival Norwegian Wood, en Oslo, un incidente estuvo a punto de dar al traste con el concierto y casi el tour. Un zumbado lanzó una piruleta al escenario con tan mala suerte que se le clavó a David Bowie entre el párpado y su ojo izquierdo. No habían pasado ni veinte minutos del show. Con el palo metido en el ojo y muecas de dolor y furia, el cantante tomó el micrófono y se dirigió al público maldiciendo en inglés al agresor. «Sólo tengo un ojo sano, imbécil. Afortunadamente, diste en el adecuado, sólo lo has hecho más decorativo de lo que era», dijo, tirando de ironía. Le atendieron y siguió actuando.
En realidad, Bowie adquirió de forma traumática esa seña de identidad. Sus ojos son de distinto color a causa de una pelea con un amigo del colegio que le había levantado una novia cuando tenía 13 años. Eran azules, pero a raíz de aquel golpe sufre una parálisis en la pupila de su ojo izquierdo y, como no se dilata, parece castaño o verde en función de la luz.
Él es el auténtico camaleón de la escena musical. Nacido el 8 de enero de 1947 en Brixton (Londres) como David Robert Jones justo 12 años después de Elvis Presley, pronto se rebautizó. En 1963, en su primera banda, los Konrads, se hizo con el nombre de Bowie, en honor a Jim Bowie, un aventurero tejano que llevaba un cuchillo afilado por ambos lados. Lo del arma de doble filo fue utilizado luego para alimentar su ambigüedad sexual.
Bowie ha cultivado el gusto por los cambios de imagen, siempre cordes con el estilo musical que tocase. Ha sido un alienígena andrógino en la época de Ziggy Stardust, amante de la música negra, todo un dandy e, incluso, un abanderado de la electrónica. Paseó su estética más decadente a finales de los setenta, cuando se le conocía como 'El delgado duque blanco'. Refugiado entonces en Europa en compañía de Iggy Pop es decir, drogas y salvajismo al alcance de la mano, su deterioro era evidente. Fue muy controvertido su saludo brazo en alto al llegar a Berlín, en lo que algunos vieron un gesto nazi. Estaba echo polvo en la gira 'Station to station' de 1976, lo que no le impidió terminar de grabar en el viejo continente la famosa trilogía 'Low', 'Heroes' y 'Lodger' mientras intentaba dejaba atrás la cocaína. De esa época recuerda cómo se encerraba en una habitación de casa, delgado y pálido, comiendo pimientos crudos de colores rojo, verde y amarillo, que cortaba en tiras.
Tras pasar página y rehabilitarse se casó con la modelo Iman, con quien tuvo una hija. Exfumador en su última época de adicción se devoraba los paquetes de Marlboro Lights, preocupado con su voz, confesó que por culpa de aquellos excesos con la cocaína ahora necesitaba una 'chuleta' en sus conciertos para recordar la letra de las canciones.
Tras el piruletazo de Oslo tuvo otro susto. Esta vez en Praga. Oficialmente, unas molestias en un hombro le hicieron retirarse del escenario, al que volvió a salir después sentado ya en un taburete para poder seguir adelante con el show. Ese nuevo incidente hizo disparar los temores en Bilbao, ante el riesgo de que se viniera abajo un concierto que había costado mucho organizar. A 42 euros la entrada, la actuación se había montado gracias a la iniciativa pública Diputación vizcaína, con el apoyo del Ayuntamiento como copropietario de la plaza de toros y de un promotor privado. En el mismo recinto habían tocado en los últimos años Radiohead, Mark Knopfler y La Oreja de Van Gogh, entre otros artistas.
Las administraciones que gestionan la cultura en Bizkaia trataban de integrar a Bilbao en la red internacional de grandes conciertos, frente a la competencia de otras provincias y autonomías del entorno. Contrataban a grupos en actuaciones de pago, mientras mantenían un atractivo cartel gratuito de artistas internacionales durante la Aste Nagusia. Primero en la colapsada Plaza del Gas fue un milagro que no pasara nunca nada pese a la brutal aglomeración de público y las escasas vías de escape en caso de necesidad y luego en la explanada de Botica Vieja, hoy ocupada por el Igualatorio Médico Quirúrgico.
Por ambos emplazamientos desfilaron artistas y bandas de la talla de Henry Rollins, Manu Chao, Gigolo Aunts, Turbonegro, Iggy Pop, Carlinhos Brown, Pet Shop Boys... Gratis. Bueno, no exactamente. Pagados a escote por los bilbaínos a través de los Presupuestos de su Ayuntamiento, aunque los gestores municipales se resistían a ser transparentes y comunicar el 'caché' abonado a los grupos.
El concierto de Chao, uno de los últimos en el Gas ante extraordinarias medidas de control de masas, costó 17 millones de las antiguas pesetas en el año 2001: 7,5 millones para Chao y su banda, y el resto para la infraestructura de un concierto que sirvió de plataforma publicitaria a Bilbao. Iggy, que actuó en 2006 junto a su banda The Stooges los hermanos Asheton fallecieron años después, se embolsó 200.000 euros en su cita. Sin embargo, la más multitudinaria corrió a cargo del bilbaíno Fito, que reunió en 2004 a alrededor de 60.000 personas en el recinto de Zorrozaurre en un evento que desbordó todas las previsiones. Se trata del concierto más multitudinario celebrado al aire libre en Euskadi. De pago, el más masivo fue el de Metallica en Cobetas en 2007 al congregar a 45.000 seguidores. El Bizkaia Arena del BEC, con capacidad para 20.000 personas, amplió la oferta de recintos cubiertos en el Gran Bilbao.
David Bowie estaba citado en Vista Alegre, que ofrece 12.000 localidades en conciertos, pero se produjo un último y definitivo sobresalto. El 25 de junio de 2004, a sólo dos semanas de su cita bilbaína, Bowie sufrió un desvanecimiento en una actuación en Scheesel (Alemania). Al parecer, se desplomó detrás del escenario y fue trasladado en helicóptero a un hospital de Hamburgo. El primer diagnóstico fue que había sufrido un infarto. Más tarde se le diagnosticó una arteria obstruida que requirió una angioplastia de emergencia. Los catorce conciertos que quedaban para concluir el 'Reality Tour' fueron cancelados. Fue su última gira, que se quedó a las puertas de un Bilbao que iniciaba su despegue cultural con el reclamo del Guggenheim y, poco después, de su festival al aire libre. El concierto imposible.
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