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Miguel Pérez
Miércoles, 20 de enero 2016, 14:03
La reciente edición por parte de Lemuria Music de 'La vida es un cabaret' de Paco Clavel pone de relieve a una figura esencial del microcosmos más hedonista, humorístico y desprejuiciado de la Movida: el petardeo. Para muchos carente de otro sentido que el de ... la frivolidad, este aspecto de la cultura popular de los felices años 80 supo, sin embargo, llegar a la trascendencia por medio de la intrascendencia. Una generación completa de jóvenes y adolescentes se enteró de que algo había cambiado respecto a los grises lustros anteriores no solo por el pop y el rock de nuevo cuño que venían a sustituir a los grupos y cantantes del blanco y negro de la televisión, sino por individuos que interpretaban temas jocosos, cantaban letras en apariencia insulsas pero llenas de contenidos políticamente incorrectos y se subían a los escenarios con sus mallas y disfraces, caso de Almodóvar y McNamara, o vistiendo rollos de papel higiénico y raspas de pescado como corbatas. Pongamos que hablo de Clavel.
En ese marco, 'La vida es un cabaret' tiene un papel muy significado en cuanto que reúne a un numeroso grupo de invitados que participaron directamente en algunos de los momentos más singulares y creativos de la Movida. Eso sí, analizados a la luz de los años y engrandecidos con el paso del tiempo, pues desde luego no todos fueron valorados con ese rigor en el preciso instante de su surgimiento. Dicho de otra manera, para el pop oficial de la época muchos de aquellos temas firmados por artistas como el propio Clavel, Kiki d'Aki, un primigenio Herminio Molero o McNamara no pasaban de ser mayormente artefactos de consumo para fiestas desenfrenadas, noches glam en el Rock-Ola y discopubs. No digamos ya la opinión de las milicias del rock y el punk. Y, sin embargo, ahí están. Ahora forman parte del retablo dorado de la cultura popular de los 80's que, sin ellos, no hubiera sido ni tan intensa ni mucho menos tan transgresora, mientras sus protagonistas (los supervivientes) todavía enarbolan la bandera del arte en sus distintas disciplinas. La viagra mágica del inconformismo. ¿Quién dijo que el tiempo no hace justicia?
Volviendo al disco, de 'La vida es un cabaret' puede decirse que es un trasunto de los duetos de Frank Sinatra que Paco Clavel llevó a su terreno. Las cosas eran así, no le den más vueltas. El artista también llamado Francisco Miñarro, nacido en 1949 en el pueblo jienense de Iznatoraf, hace aquí un repaso de su repertorio acompañado por las voces de Germán Coppini, El Zurdo, Joe Borsani, Alaska, Almodóvar, Iñaki Glutamato, Herminio Molero (fundador de Radio Futura y gran responsable de 'españolizar' el sonido Roxy Music), Carlos Berlanga, Bernardo Bonezzi y las Vainica Doble, en una larga lista donde es posible incluso encontrar a la actriz y buque insignia del destape ibérico Susana Estrada. La edición de Lemuria Music añade a la obra original algunos duetos extra y se publica en formato CD-LP (el vinilo es de color rosa, no podía ser de otra manera), junto con un cuidado libreto. La portada es un retrato-pop del propio Clavel firmado por McNamara y en el repertorio no faltan evidentemente 'El twist del autobús', el primer gran éxito del artista, y otros títulos traídos directamente de la generación mesa-camilla como 'La estufita', 'La chinita de Shangai', 'La rebelión de los electrodomésticos' o 'La banana' (acertaron, es el dueto con Susana Estrada).
A la vista de los créditos, cabe decir que en los 'Duets' de Paco Clavel interseccionan la mayoría de los personajes que han cruzado por su vida desde que a finales de los 70 frecuentara la órbita del conservatorio de música de Madrid donde se encontró con Chicho Sánchez Ferlosio, Javier Krahe o Joaquín Sabina. O locales como El Escalón, la Vía Láctea o el Aurora, emblemas de los 80, donde trabó amistad con Wyoming o el Reverendo. En aquellos tiempos, Paco actuaba bajo el pseudónimo de Bob Destiny (sí, muy de la época), aunque el nombre daba más o menos igual porque se lo cambiaba cada noche. Pero de entre todas las figuras que puedan citarse, quizá la más importante sea Luis del Campo, carismático músico con el que creó el dúo Clavel i Jazmín y se lanzó a la fama gracias al disco 'Reina por una noche', editado en 1981 y que contenía 'El twist del autobús', canción inexcusable a la postre de cualquier 'Aplauso' o 'Sábado noche' que se preciara. Del Campo, uno de los artistas más queridos de la cultura popular española, falleció en 2013 y a él su antiguo compañero de escenarios le dedica la reedición de este disco, en el que recuerda además a otros ilustres desaparecidos como Germán Coppini, Carlos Berlanga, Carmen Santoja y Gloria Van Aerssen.
El álbum supone una buena ocasión para adentrarse en el universo musical y estético de un individuo tan conocido como desconocido. Cualquier hijo de la Movida, y posteriores, es capaz de reconocer al Paco Clavel músico y artista, inventor del cutrelux y el guarripop, aquellas corrientes de su invención que consistían básicamente en convertir en estilismo cualquier objeto de uso común (ocupa un lugar de honor su enchufe trifásico reconvertido en anillo), para lo que se necesitaban más creatividad y arrestos que los de Pedro Sánchez para tratar de conformar Gobierno. Pero son menos quienes conocen al Francisco Miñarro que impartía clases de idiomas y Literatura en colegios de Madrid, por ejemplo, a una joven Lucía Etxebarria, o al genio melómano propietario de más de 300.000 discos que da a conocer rarezas y joyas musicales en el programa 'Extravaganza' de Radio 5 (RNE). Muchos años han pasado desde los tiempos de Discoplay y el Makro de Leganés, pero Paco Clavel continúa hoy comprando vinilos con la misma ilusión. Conoce como pocos la travesía desde La Metralleta hasta el Rastro madrileño, se ha convertido en el dueño de uno de los archivos musicales más importantes de España y defiende a capa y espada el tacto y el valor artístico de la carpeta de un LP. No le contradigas ni alabes a Spotify como el colmo de la industria discográfica o te lanzará su corbata-raspa.
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