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Natxo Artundo
Miércoles, 17 de febrero 2016, 13:40
Si un genio de la novela como Charles Dickens fue, entre otras cosas, un maestro en la creación de personajes, hay un músico británico cuya maestría en la construcción de riffs de guitarra podría compararse a la del literato. Por supuesto, se trata del stone ... Keith Richards, cuya colección personal de guitarras puede rondar el millar.
Pero entre todas ellas, hay una que le ha acompañado desde hace 45 de sus 72 años. Al igual que su famoso anillo de calavera, la Fender Telecaster fue un regalo de cumpleaños. El instrumento, fabricado en los años 50, fue un presente de su amigo Eric Clapton. Y probablemente lo que le aportó el instrumento ha ido mucho más allá de lo que Richards pensó al espirar contra las 27 velas.
Ya por aquellos finales 60 Keith había comenzado a investigar y a probar diversas afinaciones abiertas. Sí, de esas alterantivas a la estándar que proporcionan un acorde completo sin utilizar la mano izquierda: al rasgar con la derecha, sonará un sol, un re, un mi... Esto resulta útil sobre todo para quienes utilizan un tubo de metal, cerámica o cristal o un frasco de medicinas, de vidrio para tocar el estilo slide o bottleneck, sin dedos de por medio.
Pero Keith pensó que sería interesante emplear estos tonos para acordes distintos y sonoridades originales, tocando con los dedos. Y así, con una cejilla para variar el tono, surgió todo un universo afinado en sol abierto, con temas como 'Honky Tonk Women', 'Before They Make Me Run' o 'Brown Sugar' (de la que se grabó una versión de estudio con la participación del propio Clapton).
Y aunque Richards había utilizado otras guitarras -alguna Gibson Les Paul, entre ellas-, el sonido de la Telecaster resultó ser el Santo Grial. Un sonido que, en el caso de este instrumento en concreto, presentaba una peculiaridad añadida. A partir de 1972, Keith completó la personalización con una pastilla PAF Gibson (doble, que sustituía a la cromada original del lado del diapasón). El fonocaptor, además, estaba colocado pegadito al mástil, pero girado 180 grados, con lo que los armónicos y demás matices sonoros eran distintos a lo habitual.
Esto no era todo. La Telecaster de Richards tenía en el lado del puente una pastilla de lap-steel pickup put in the bridge position, que en su día se sujetaba con dos tornillos en lugar de los tres de la configuración estándar. Años más tarde se sustituyeron las clavijas de afinación por unas Sperzel con bloqueo y se cambió la placa-puente de la guitarra por una de latón, con selletas para cada cuerda.
Hablando de cuerdas, la sexta -y su correspondiente soporte- fueron desterradas. La razón es que así la quinta era un sol, es decir, la tónica de la afinación. Otra característica tiene que ver con el paso del tiempo y otros factores, como la ausencia del punto negro que marcaría el décimo séptimo traste...
Ah, y hablando de Dickens, la guitarra tiene nombre: 'Micawber', como el optimista personaje de 'David Copperfield'. Solía decir que «algo va a cambiar». Y su tocaya de cinco cuerdas hizo cambiar, sin duda, el concepto de la guitarra y los riffs en el rock.
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