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Natxo Artundo
Miércoles, 16 de marzo 2016, 17:51
Pocas bandas tienen tanta historia como The Who. Los recién confirmados cabezas de cartel del Azkena Rock Festival son un grupo tan indiscutible en la historia del género como para que la revista Rolling Stone les pusiera como parte de «la santísima trinidad del rock ... británico» junto a The Rolling Stones y The Beatles. Con permiso de The Kinks, que completarían el póker de ases.
En cualquier caso, The Who pasan por ser los inventores de la ópera rock, plasmada en álbumes como 'Tommy' o 'Quadrophenia', además de su precursora 'A Quick One, While Hes Away', que condensaba una historia en nueve minutos. Además, son un gran referente del sonido rock de estadio, a base de decibelios puros, cosa que ha hecho empeorar la sordera de Pete Townshend.
Y el origen del mal de tímpanos enlaza con otra de las leyendas de la banda: los destrozos. El batería Keith Moon y sus excesos -cogorzas tremendas, que incluían aniquilación de habitaciones de hotel- se tradujeron en una explosiva actuación televisiva, en la que cerró el himno 'My Generation' con un estallido de la batería, que causó diversas heridas al guitarrista, como daños auditivos.
Pero el propio Townshend, uno de los guitarristas más emblemáticos del rock, tanto por su estilo agresivo y su combinación única de partes rítmicas y solistas como por su uso del 'feedback' o su icónico brazo derecho dibujando ondas en el aire, también tiene su leyenda. Todo comenzó a finales del verano de 1964, cuando en el transcurso de una actuación en el Railway Tavern en Harrow and Wealdstone (Londres), Townshend rompió accidentalmente el mástil de su guitarra con el techo. Ante el cachondeo del respetable, hizo gala de su mala leche y desmontó a golpes todo el instrumento antes de coger otro para terminar el bolo.
Desde entonces, la gente quería el 'show' y en el siguiente concierto, no hubo rotura, aunque Moon sí se animó a machacar su set de tambores. La destrucción de instrumentos se convirtió en un atractivo más de las actuaciones de The Who que, de nuevo según Rolling Stone, protagonizaron en el incidente original uno de los «50 momentos que cambiaron la historia del rock n roll».
En fin, la cuestión es que guitarras han pasado por las manos del genial artista británico. Y cuáles han sido sus víctimas. Para empezar, hay que dar un tirón de orejas a Last Tour International, ya que la 'pista' en Twitter sobre la presencia de The Who en Vitoria era una Rickenbacker 360, y no una 330 como las que machacaba Townshend con alegría en sus años mozos. Además, las guitarras de la firma americana destinadas al mercado británico tenían el agujero en la tapa con forma de 'f', más clásico que la estilizada fórmula adoptada por la casa para el resto de países.
Aparte de las 'Rickie' de dos y tres pastillas, el bueno de Pete ha empleado numerosos modelos. A finales de los sesenta -con Woodstock como ejemplo- tocó con fruición las Gibson SG con pastillas P90. Ese modelo, denominado 'Special' tuvo incluso una edición bajo el auspicio del nombre del ilustre guitarrista de The Who.
Eso fue años después de que la casa estadounidense hiciera públicas sus quejas por la mala imagen que daba a sus instrumentos el festival de destrozos al que los sometía el músico inglés. Y es que Townshend también hizo uso extensivo de la Gibson Les Paul Standard, y también de la DeLuxe -que llevaba pastillas mini humbucker- a veces con otro fonocaptor añadido en el centro de la caja y, en casos, con grandes cifras adheridas entre el puente y el final del cuerpo. La numeración llegaba, al menos, hasta el nueve.
A lo largo de los años, Peter ha jugado con alguna Fender Jazz, diversas Telecaster y, desde hace ya un par de décadas, con las Fender Stratocaster. Muchas de ellas, del modelo Eric Clapton de los 90, que incorporan pastillas Fender Lace Gold noisless y un potenciador activo de medios. El detalle personal de Townshend es un sistema piezoeléctrico en el puente, al que añade un volumen independiente, que puede verse sobre el cuerpo de la guitarra, fuera del plástico donde van habitualmente los botones de las Fender. Esta es su herramienta principal.
Como acústica, una de sus favoritas es la Gibson SJ200. Todo un Rolls Royce al que -creo- nunca le ha hecho saltar en astillas. Claro que Pete también ha confesado su arrepentimiento por los cadáveres de madera que ha dejado a su paso. Y, aparte del toque salvaje para el rock, todo eso ha inspirado un tema tan redondo como el 'Perfectly Good Guitar' de John Hiatt. Gracias a ambos.
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